Mira, yo creo haber estado en los dos extremos, y la verdad es que comprendo que a veces conviene no animar a algunas personas a que hagan ciertas cosas. Y del mismo modo, también entiendo que la gente es muy cerrada de mente, y mientras que les parece entre perfectametne normal y cojonudo algo como tunear el coche con neones, otras aficiones que no distan mucho de ésta les pueden resultar risibles, curiosamente.
En cuanto a iniciativas profesionales, por ejemplo, es más de lo mismo. Una idea arriesgada o poco convencional no es motivo de desánimo, pero si entramos en el campo del despropósito, conviene hacer bajar de la nube al responsable de la idea, por su propio bien.
¿Que los amigos se ríen de tí por querer aprender japonés? (por cierto... ¿qué son las PAU, que me ha intrigado?) Ni caso, es algo que sencillamente escapa a su entendimiento.