Poco a poco abrí los ojos y pude ver que estaba en un cuarto sin muebles, tirado en el suelo. Me dolía mucho la cabeza, igual que en uno de esos domingos de resaca; me levanté como pude y observé más detenidamente la habitación; estaba compuesta únicamente por cuatro paredes, suelo y techo, lo que me hizo sospechar que el propietario no tenía ni un duro.
Tenía que salir de allí, pero la puerta estaba cerrada a cal y canto; entonces recordé que había cogido el móvil, lo saque de mi bolsillo y me dispuse a llamar a la policía:
-"Lo sentimos, el horario de atención al ciudadano es desde las siete horas hasta las veintitrés treinta, si está sufriendo algún tipo de urgencia que requiera ayuda inmediata llame al CPD, con el correspondiente recargo que pasará a su cuenta personal de..."
Colgué. Cómo odiaba esa vocecilla del contestador automático de la policía, y cómo odiaba aún más la política de gobierno de cobrar un plus a los ciudadanos si necesitábamos ayuda fuera del horario. Según el reloj del móvil eran las 12 en punto, por lo que debía haber estado inconsciente durante casi un día entero. A pesar de que no me quedaba casi crédito en mi cuenta decidí llamar al CPD. Estaba marcando cuando oí pisadas que venían hacia la habitación. Rápidamente me coloque a un lado de la puerta, que se empezó a abrir lentamente y entonces entro un tipo corpulento y calvo; mi corazón estaba a mil pero tomé valor y me lance contra él.
Al rato me volví a despertar, tenia la cara partida y una brecha en la cabeza, pero ya no estaba en la habitación, más bien en una especie de sala de curas donde alguien me estaba limpiando y desinfectando las heridas. Cuando terminó y se apartó pude verle claramente, era un chaval de veintipocos años con gafas y las típicas pintas de rata de biblioteca.
-Has tenido suerte si no llega a ser por Lex, Arturo te hubiera roto la cabeza. -dijo la rata.
-Es lo que tiene. -conteste.
La rata se empezó a reír, pero a mí no me hacía ni pizca de gracia; ese mastodonte no me dio ni una oportunidad, fue lanzarme contra él y a los dos segundos estaba empotrado contra la pared. Además los repetidos golpes de mi cabeza contra el suelo no habían ayudado a mejorar mi dolor de cabeza, que entonces parecía que iba a explotar de un momento a otro.
-Por lo que veo señor Tyler usted nunca pierde el sentido del humor. -volvió a interrumpirme el detective.
-Siempre he tenido un buen sentido del humor, pero lo que le estoy contando es muy serio. -le dije sin pestañear.
El detective se quedo pensativo un momento y dijo:
-Está bien, pero antes de que continúe me gustaría ir al baño.
-Es la segunda puerta a la derecha. -le dije
El detective se fue al baño y yo aproveche para mirar por la ventana, solo por si acaso.
Proximo Capitulo: Conspiración.