Hacía muchos años, décadas, incluso, que los fabricantes de hardware no se veían en estas cuitas. Tras un rápido periodo de expansión en virtualmente todos los espacios, con la consiguiente inversión en I+D, producción e infraestructura para sostener el crecimiento, se ha producido un súbito frenazo con el que nadie contaba. Los resultados se pueden apreciar a lo largo y ancho de la industria, y
AMD no iba a ser la excepción.
El fabricante de procesadores ha
anunciado que los resultados del último trimestre del año pasado y de todo 2022, dando fe de los hechos. Durante los últimos tres meses del año pasado AMD registró unos ingresos brutos de 5.599 millones de dólares, lo que supone un alza interanual del 16 %, pero si nos fijamos en los beneficios, al final se quedó con unos anémicos 21 millones de dólares debido al aumento de los gastos por operaciones y la reducción de márgenes.
Algo parecido sucedió con los datos para todo 2022, que se cerró con 23.601 millones de dólares en ingresos (+44 % frente a 2021), pero unos beneficios de 1.320 millones (-58 %). Con todo, son mejores cifras de las esperadas, lo que está teniendo un impacto positivo en las acciones de la empresa.
Las cosas hubieran ido mucho peor para AMD sin el apoyo de los procesadores integrados y para centros de datos, que sostuvieron las cuentas en parte gracias al apoyo de
Xilinx. Las divisiones cliente (PC de sobremesa, portátiles) y
gaming registraron caídas importantes.
A diferencia de otras compañías, AMD sí ve la luz al final del túnel. El fabricante cree que durante el primer trimestre de 2023
se tocará fondo, dando a entender que a partir de entonces solo se puede esperar una lenta recuperación.
Intel también siente la crisis y prepararía descuentosPor su parte, Intel se está resintiendo como nunca en el actual mercado. La compañía proporcionó la semana pasada sus cifras trimestrales, que reflejan una pérdida de 661 millones de dólares. Un golpe durísimo para un gigante acostumbrado a enormes e ininterrumpidos beneficios. Cerrado 2022, Intel registró un beneficio neto de 8.000 millones de dólares; que puede parecer mucho, pero para Intel supone una caída del 60 % respecto a 2021. Y en su caso, no espera que las cosas vayan a mejorar en breve.
La situación en Intel es muy complicada. Incluso si registra beneficios con los que AMD solo puede soñar, la caída es tan grande que hace pensar en un agujero mucho peor si no se pone un torniquete, que en este caso comienza con una reducción de salario del 25 % para su CEO, Pat Gelsinger. El resto de la cúpula directiva recibirá recortes del 10 % al 15 % en función de su posición. También se eliminarán incentivos y bonificaciones.
A nivel de desarrollo, varios proyectos potencialmente importantes han sido finalizados, tal es el caso de la iniciativa interna para lanzar chips basados en RISC-V.
Con todo, la respuesta de Intel iría más allá. Consciente de que
no basta con reducir gastos, la firma estaría preparando importantes descuentos en sus procesadores. Según ha podido saber
DigiTimes a través de fuentes de la industria, los fabricantes OEM podrían acogerse a descuentos de hasta el 20 % para algunos productos, que fundamentalmente se englobarían en la gama de procesadores de 12ª generación.
Esta situación supondría un bandazo importante, puesto que durante el cuarto trimestre de 2022 Intel quiso aumentar sus márgenes con un
alza en los precios de sus procesadores del 10 % que causó auténtica consternación en sus socios. Con los almacenes llenos y sin ventas para desatascarlos, ahora Intel querría limar asperezas y mejorar el volumen de ventas.
"Sin embargo", apostilla DigiTimes, "esto no significa que vaya a haber un reabastecimiento [de inventarios] e impulso de compras", por lo que habrá que esperar para conocer si estas y otras medidas surten el impacto deseado.