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La vida posiblemente nunca me ha sonreido en las amistades. Eso explicaría porque sonrío tan poco. Siempre sucedía lo mismo en la etapa de niños: peleas. Siempre igual. Jamás entendí el que me insultasen, solo por existir, y que el ignorar esos insultos o atenderlos, provocase que te golpeasen. Y disfrutaban con ello. Así, el relacionarme con los "compañeros" en el colegio se limitaba a las horas de clase, ya que en el recreo no permitían que jugase con ellos, y si lo hacían, era para decirme lo mal que lo hacía. Los conocidos de la calle, aunque no rechazaban, si que insultaban y golpeaban igualmente. La única defensa eran los adultos, ya que como nunca fui un gran luchador, ni tenían esa "maldad" para dañar, ni tampoco sabía contrarrestar los insultos, el decirles a profesores o padres que ese o aquel me molestaba era la única solución para que cesasen, al menos, durante unas horas. Más tarde, tras ver que todo dios me molestaba, comenzaron a ignorarme, y llego un punto, en que pensaron que el problema era yo, que provocaba al resto, ya que cada vez que aparecía, siempre me decían/hacían algo malo. Gilipollez de conclusión. Mis padres llegaron a pegarme.
Me llevaron incluso, a psicólogos, pensando que el problema era mío. Los psicólogos, no ayudaron en absoluto. De hecho, creo que me vieron normal. Y es que, ¿qué problema iban a verme, cuando el problema no era yo, sino el resto, el entorno? Un entorno cruel, que no entendía, ¿cómo podía divertirles el odiarme? ¿qué les había hecho, si yo sólo quería ser uno más, jugar con ellos tranquilamente?
Quisquilloso. Víctimista. Cosas así decían los adultos. Que "me picaba con nada". Pero realmente, lo que no querían escuchar, es que cuando requería a ellos, era porque realmente no dejaban de molestarme. A los 12-13 años, comencé a aislarme, y abandoné el querer tener relación alguna con, al menos, la gente que vivía en mi zona. Todos me parecían lo mismo. Todo el que conocía nuevo, acababa insultandome, ignorandome, o rechazandome.
Me refugié en mi imaginación, en juegos que yo mismo hacía, en videojuegos y en internet. Solamente tenía 1 amigo, aparte de yo mismo. Ese amigo no era lo mejor. De hecho, desde pequeño, era lo que decían los adultos "uno de cuidado", alguien con quien mejor no relacionarse. Porque ese chico con 12 años ya fumaba, se escapaba del colegio, y se juntaba con mayores. Pero a pesar de eso, era la única persona que no me insultaba ni me molestaba, y con la que me divertía (aunque supongo, que si el resto tampoco fuese odioso, también me habría divertido con ellos). De hecho, gracias a ese amigo, comencé a conocer a otra gente, aunque seguían con la gilipollez de tratarme mal.
Pero como he dicho antes, la amistad no me solía sonreir demasiado. Así que, de golpe y batacazo, en una noche, sucedió algo, en lo que ese amigo no ayudó. Después de las veces que yo le había ayudado sin pedirle nada, esa fue la única vez que necesité ayuda suya realmente. Y falló. No...fallar implica intentarlo, y él ni siquiera lo intentó. No voy a entrar en detalle de lo que sucedió esa noche, pero a él le avergonzó tanto que cada vez que me veía agachaba la cabeza, y yo dejé de hablarle durante 2 años.
En esos dos años me refugié aún más en los mundos virtuales. Un sitio donde la gente no te traicionaba, y si lo hacían, podías cambiarlo, podías retomarlo, ya que el anonimato hace olvidar con rapidez. Tomé algo de optimismo y comencé a ver a gente que conocí. Hice por primera vez, varias amistades. Iba varias veces por semana a visitarles, y a echar unas partidas a cualquier cosa, o simplemente a dar una vuelta y hablar del instituto y esas cosas. Pero aún así, estaba vacío. Notaba como, de alguna forma, esa gente sólo estaba ahí por cumplir, como si por dentro pensasen "a ver si se va el tipo este". No andaba desencaminado.
Mi temor se confirmó cuando vi que ciertas de esas personas, por la espalda, hablaban mal de mi, contaban secretos, y como no, el resto los usaba contra mi. Otros comenzaron a salir con sus novias, y eso les ocupaba el tiempo. Y otros, simplemente, dejaron de estar disponibles, estaban siempre ocupados, o bien me ignoraban cuando les hablaba o les enviaba un mensaje privado en sus correos.
Siguiendo en el instituto, me tenían como el rarete de la clase. El callado. El que cuando hablaba, todos se reían de lo que decía. "¿Qué hiciste ayer, eh? -Pues estuve viendo un capitulo de One Piece. - JAJAJAJAJAJAJAJAJA eso que es, habeis escuchao, estás fatal chico". Eso es sólo un ejemplo de un típico que viene a molestar. Luego, ante la la pregunta de qué has hecho, qué haces, qué te cuentas, acabé por decir escuetamente "nada". Porque no había hecho nada que les importase, nunca. El friki. Pero claro, tampoco era capaz de aguantar siempre esa arremetida de insultos, collejas y patadas, y acababa estallando. Porque claro, cosas como pintadas en grandes, a color, por todo el instituto, incluso en la calle, insultandote sin razón alguna, enfadrían a cualquiera, supongo. Eso me llevó a varias expulsiones, y decepción al perder las peleas, por ser blando. En la calle, sucedió lo mismo si intentaba relacionarme con gente. No creo que haga falta hablar de chicas ante todo este panorama, si os lo preguntábais.
Pasando a bachillerato, muchos de esos imbéciles desaparecieron. Otros tantos quedaron, pero ya no tenían la influencia de antes, y además, yo era más alto y fuerte, con lo que supongo que eso les intimidaba más. Eso no impidió que repitiese el curso por no querer ver a esas personas. En los siguientes dos años, salvo gilipolleces ocasionales, el haber entrado en un panorama de personas que no sabían nada de mi, benefició que pudiese relacionarme mejor. Añadir, que en ese tiempo, el amigo del que os hablé antes, esa mala influencia según decían, volvió, tras haber abandonado él los estudios y haber estado metido en líos y currando. Ya había vuelto de antes, ya que decidí perdonarle (aunque nunca hemos hablado del tema), pero en ese momento estuvimos más tiempo relacionados fuera del instituto. Como véis, de alguna forma, más bien con suerte, conseguí realzar algo más mis amistades.
Ya acabando bachillerato, el ambiente en clase se me hizo muy pesado, ya que poco a poco comenzaban a ser más molestos. Hasta el punto de no acudir a mi graduación. ¿Quién preguntó por mi allí? No lo se. Al menos, yo no recibí ningún mensaje que dijese "por qué no has venido". Fuera, todo seguía igual, salvo yo, que al haber estado en gim, me sentía mejor y más definido. Las pocas amistades que tenían seguían ahí, y los conocidos, seguian tratándome como si fuese su divertimento. Pero esto variaría pocos meses después.
Lo siguiente que escribiré lo haré rápido y escueto, porque no quiero entrar en detalles, y además, uno de mi familia está molestandome, pidiendome el pc, y no quiero que vea esto. Acabado el verano, esas amistades desaparecieron poco a poco. No se las razones concretas...siempre están ocupados por una cosa u otra, y auqnue sigo llamandoles e intentando ir a visitarles, pocas veces abren la puerta, y pocas veces quieren hacer algo. Además, el amigo del que os hablé, cada vez entra en cosas más turbias y peligrosas, con lo que creo que solo me relaciono con él por no perder la única amistad que realmente tengo en confianza por ahora. Las molestias por parte de otros, también se han visto reducidas. Es casi como invertir la situación anterior, antes, algo de amistad, y molestias, ahora, pocas molestias, menos amistad.
javi44 escribió:Lo mas facil para hacer amistades es apuntarse a actividades de grupo, vease clases de natacion, futbol, tenis, de escalada,... hay muchas cosas asi, tienes que buscar la que te guste a ti y apuntarte, cuando empiece el curso la gran mayoria seran desconocidos los unos para los otros, lo que hace que la gente sea mas abierta, asi que aprovecha ese momento para demostrar que eres una buena persona que merece la pena conocer, pero sin atosigar, que lo bueno de estas actividades es que suelen ser periodicas, una o dos veces a las semana, asi que poco a poco puedes ir cogiendo confianza, para cuando tengas la suficiente por ejemplo quedar con la gente despues de un partido de futbol para tomar algo, para organizar una cena de los compañeros, etc.