Te conocí hace años, pero en aquel momento, estúpido de mi, no me percate de que en ti residía la esencia de mi vida.
Recuerdo la oscuridad; el mundo era un desierto sin vida y tu alma deambulaba sin destino fijo; todavía no había llegado tu hora. Fue un breve instante, un roce de dos espíritus perdidos. Apenas nos miramos, seguimos adelante buscando nuestro destino sin percatarnos de que ya lo habíamos encontrado. En ese momento, no me di cuenta de que la felicidad que tanto ansiaba la guardabas tú.
Fueron años complicados los que pasamos separados. Tú te llamaste Maria, Yaiza, Gara, Laura… Yo me llame Pedro, Esteban, Juan… hasta que fui ….., y tú fuiste….
Y un día, mientras volvía a andar sin rumbo, volví a rozarte, sentí tu calor y tu energía recorrió mi cuerpo.
Nos miramos y supe que eras tu, y que no necesitaba mas.