Aquella roca grababa en mi piel su historia.
Aquellas vidas en forma de amalgamas de luces y sombras olvidaron mi nombre.
Aquel viento nocturno de verano herizó mi piel por sorpresa.
Aquel lugar, apartado del mundo, apartado de la memoria de la gente me traía recuerdos... a pesar de descubrirlo recientemente.
La luna se mecía con el pasar de las nubes, mis brazos descansaban inertes en mi regazo, mi mirada se perdía en aquella explana de luces oscilantes, mi pelo rizado se agitaba descontrolado a mi espalda y sobre mis hombros. Fue entonces cuando él, andando con parsimonia, se sentó a mi lado y me besó en la mejilla.
No podría explicarlo, pero aquello fue para mí el mejor de los detalles...