Para contestar habría que precisar antes de qué época y contexto estamos tratando. Porque a lo largo de la Historia ha habido personas que ostentaron el título de príncipes y que tuvieron un grado muy diferente de poder o de posibilidades de ejercerlo.
En principio, la respuesta sería sí, por varias razones: primera, porque en una familia real podía haber varios príncipes, y sólo el primogénito sería el sucesor a título de rey, por lo que los demás príncipes podían tener funciones militares, hacerse religiosos, o dedicarse a la diplomacia.
Si te interesa el tema te sugiero leer "
El príncipe" de
Nicolás Maquiavelo y cuando lo hayas leído, contrastar esa lectura con "El Arte de la guerra" del General Sun Tzu, escrito muchos siglos antes.
Creo que seguramente Maquiavelo había leído "El Arte de la guerra" e incorporó a su propia obra algunos principios que enseña el general chino Sun Tzu.Veamos un príncipe del siglo XXI: en el
Principado de Mónaco, el príncipe es el Jefe del Estado y también el monarca, aunque no se le llame rey sino príncipe. Por tanto, como Jefe del Estado, el príncipe de Mónaco ostenta la más alta representación de su país, así que en realidad sí puede actuar como embajador de Mónaco pero, en realidad, es mucho más importante que un embajador ordinario. Las funciones del príncipe de Mónaco las tienes en la Constitución de Mónaco, la cual es similar en parte a la Constitución española: establece una monarquía constitucional.
El artículo 13 de la Constitución de Mónaco dice que el Príncipe representa al Principado en sus relaciones con las potencias extranjeras. Es decir, es mucho más que un embajador. Él es la más alta representación del Principado.
En España, la Constitución de 1978 en su título II regula la Corona y en el artículo 56.1 establece que "El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones,
asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes. (...)". Como se puede ver, la Constitución no nombra Embajador al rey, pero establece como una de sus funciones principales asumir la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales.
En el artículo 63 de la Constitución se precisa más aún, cuando se establece que "1. El Rey acredita a los embajadores y otros representantes diplomáticos. Los representantes extranjeros en España están acreditados ante él". Es decir, el rey nombra a los embajadores españoles, y reconoce oficialmente a los embajadores de otras naciones cuando se presentan ante él.
En el art. 63.2 dice que "Al Rey corresponde manifestar el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente por medio de tratados, de conformidad con la Constitución y las leyes". Es decir el rey, como más alto representante del Estado español, es quien firma un convenio o tratado internacional, en nombre de España. Y también, conforme al art. 63.3, el Rey, previa autorización de las Cortes Generales, sería quien declarase la guerra, o hiciese la paz.
En el caso del rey de España, Felipe VI, antes de ser nombrado rey tras la abdicación de su padre Juan Carlos I, perfectamente habría podido entrar en la carrera diplomática y haber ejercido como embajador o cónsul, porque para ejercer esta profesión se exige tener un título superior universitario, y Felipe VI tiene estudios universitarios. Podría haber pasado por la Escuela Diplomática al igual que pasó por las tres Academias del Ejército, y haber trabajado como diplomático. Eso habría podido ocurrir.