El
coche autónomo de Apple sigue adelante, y no solo eso, sino que ha encontrado un socio industrial. Múltiples fuentes consultadas por el
New York Times señalan que la firma de la manzana ha firmado un acuerdo de colaboración con Volkswagen para fabricar varios monovolúmenes con capacidad de circulación automatizada, llevando su iniciativa un paso más allá del simple diseño de sensores.
El artículo, extenso y trufado de detalles sobre un proyecto lleno de bandazos, señala que Volkswagen no era la primera elección de Apple, pero puesto que el resto de los fabricantes no quisieron aceptar sus exigencias o terminaron asociándose con compañías rivales para desarrollar sus sistemas de conducción autónoma, terminó por sellar un pacto con los de Wolfsburgo.
Según el New York Times, el desarrollo técnico de estos vehículos corre a manos de Italdesign, filial del grupo germano especializado en labores de diseño, carrozados y series muy limitadas. La base escogida para el primer vehículo autónomo con la tecnología de Apple será un monovolumen basado en el
T6 eléctrico de Volkswagen, aunque el parecido con el modelo original será limitado. Apple habría sustituido el salpicadero, pero también habría una batería de mayor capacidad y una panoplia de sensores.
Como sucedió en su momento con
Waymo, el laboratorio de conducción autónoma engendrado en el seno de Google, Apple pretende utilizar estos primeros vehículos de forma interna. Su cometido inicial será facilitar los desplazamientos entre las oficinas de la empresa en Silicon Valley, usando un conductor de reserva como medida de seguridad. Un copiloto se encargará de tomar mediciones relacionadas con el rendimiento del automóvil.
Varios ejecutivos habrían asegurado a Tim Cook que el proyecto estará completado antes de que finalice 2018, aunque parece bastante probable que este hito no llegue a cumplirse.
Volkswagen no era la primera opción de Apple (ni la segunda)Aunque el interés de Apple en la industria automovilística data de la era de Steve Jobs, la compañía no decidió implicarse en el desarrollo de tecnologías de conducción autónoma hasta 2014, cuando dio inicio al conocido como Proyecto Titán o T172.
Se trataba de una iniciativa sumamente ambiciosa. En su momento Apple llegó a contemplar el uso de pantallas holográficas con realidad aumentada en el parabrisas y las ventanas para proyectar información a los ocupantes de un habitáculo descrito como más parecido a un salón que al interior de un coche. Un prototipo construido por el equipo de diseño, de hecho, adoptaba la forma de un
crossover con asientos enfrentados, aprovechando la ausencia de un conductor al uso para mejorar comunicación y habitabilidad.
Apple no tardaría en descubrir que fabricar un coche es mucho más complicado que diseñar ordenadores o teléfonos móviles. La necesidad de crear sus propios componentes y el trabajo de coordinar un equipo de desarrollo que en su punto álgido llegó a estar formado por más de 1.000 empleados terminó superando a una empresa por otro lado sin relación alguna con una industria con unos márgenes de beneficios en ocasiones de un solo dígito.
Según el New York Times, durante estos años Apple ha intentado estrechar asociaciones con firmas como BMW (la opción favorita), Mercedes-Benz, Nissan, McLaren y hasta el gigante chino BYD, pero todos ellos rechazaron las propuestas de Apple. Nadie quería dar a Apple potestad sobre el diseño de sus vehículos o el control de los datos y la experiencia de conducción. La falta de experiencia de la firma estadounidense fue otro factor en su contra.
Así las cosas, Apple habría llegado a Volkswagen por puro descarte. Aunque tampoco es que Volkswagen estuviera persiguiendo esta alianza. Aparentemente el constructor alemán aceptó ante su propio retraso en el desarrollo de tecnologías de conducción autónoma y la necesidad de mejorar su imagen tras el escándalo por el maquillaje de las emisiones de sus vehículos diésel. Dadas las circunstancias, está por verse si su asociación con Apple continuará una vez finalizado el desarrollo de los primeros vehículos o si por el contrario se trata de una colaboración puntual.
Fuente: The New York Times