La calle estaba desierta. El suelo mojado, habían caido unas gotas de lluvia hacía ya unas horas. Era temprano, las 6 o las 6.30 de la tarde, pero ya estaba anocheciendo.
Llevaba puesto el discman, escuchando algo de música, probablemente música clasica. No me acuerdo muy bien.
Los últimos rayos de sol adornaban aquel paisaje urbano. De vez en cuando, algun alma perdida volaba por aquel lugar, preguntandose donde diablos había ido a parar. O algun guiri despistado, haciendose fotos con las cabinas de teléfono.
No tenía rumbo fijo. Ni tampoco quería tenerlo. Sabía perfectamente que si iba hacia el "cromo" iban a estar ellos, esperandome, o quizas esperando a que llegara la noche para emborracharse. Si iba a mi casa, iba a estar mi hermano, probablemente con la novia, o viendo la tele.
Sabía que si iba a su casa... ella iba a estar... y que si la invitaba a tomar un café, ella iba a aceptar, a regañadientes, porque tendría mucho que estudiar para el día siguiente. Probablemente se pondría aquel jersey que le regalé por su cumpleaños, y esos vaqueros que tan bien le quedan. Iríamos a cualquier cafetería, da igual el nombre, y nos sentaríamos cerca de la ventana, para ver como pasan las parejas, abrazadas a la luz de las bombillas de navidad.
Pero mientras mi cabeza volaba, yo seguía andando por aquella calle. El sol ya se había ido, y ahora solo me iluminaba un sucedaneo de luz nacido de los árboles de navidad y de alguna farola tempranera.
Sabía perfectamente que fuera donde fuera, estaría acompañado.
Pero aquella soledad me gustaba.