Y no sólo el asesinato, que ya sería suficientemente grave, sino insultos y amenazas a la familia de Guillem por parte del asesino (que se pudo presentar libremente a las elecciones municipales de 2007) y su entorno sin que aquí haya pasado absolutamente nada.
Es para que los de fuera os podáis hacer algún tipo de aproximación al nivel de podredumbre moral que ha tenido la política valenciana prácticamente desde la Transición, donde simplemente no ha sido posible disentir ya que ha habido un enorme aparato de coacción ya sea por la fuerza directa (como este caso) o por otros medios menos directos pero mucho más efectivos.