Aunque nunca llegue...

Querido xxxxx:

Hace algún tiempo que quería decirte todo lo que siento, pero a día de hoy aún no sé como hacerlo, porque todo el amor y el odio que tengo dentro de mí no me dejan expresarme. Nunca había sentido esto, y tengo la impresión de que ese odio ganará la batalla al intentar explicarlo.

Cuando tengo un momento de tranquilidad me acuerdo de ti, y pienso en qué habría pasado si aquella tarde nunca hubiese existido, si todo fuese como antes, cuando te miraba y sentía un hormigueo que me recorría todo el cuerpo, porque a pesar de todo el tiempo que estuvimos juntos, hasta el último día lo sentía, sólo con oír tu voz al otro lado del teléfono me alegraba, y se me olvidaban todos los malos rollos que pudiera tener.

Recuerdo perfectamente tu olor, y aún cuando cierro los ojos puedo ver tu cara con todo detalle, y recordar el tacto de tu piel, y es cuando vuelvo a llorar y sufrir por todo lo que nos ha pasado.

Aún sigo sin comprender lo que pasó…, bueno lo que te pasó por la cabeza aquel día, en el que echaste casi cinco años por tierra, y destrozaste parte de mi vida. Rompiste todas las promesas que me hiciste, así como mi corazón.

Después de recordar todo esto, es cuando un odio recorre mi cuerpo, y me siento engañada y utilizada, no he sido más que un juguete en tus manos durante este último año, he vivido totalmente engañada, y pensando que me estaba volviendo loca, que veía fantasmas donde no los había y que todos los problemas los estaba causando yo, pero no fue así, tengo todo el derecho a decir que la culpa fue solo tuya.

Te diste el gusto de cambiarme (y sé que ahí la culpa la tengo yo), y no puedes hacer eso cuando tú no estás dispuesto a cambiar por los demás, pero eres demasiado egoísta como para eso.

Ahora, después del tiempo que ha pasado, y pensando fríamente, he decidido pensar en mí, algo que olvidé hacer desde hace mucho. He vuelto a ser yo y a relacionarme con gente que no pretende que sea diferente, y empiezo a ser feliz.

Por todo eso, sé que nunca volverá a ser lo que fue, por mucho que insistas, todo se acabó y tendrás razón cuando dices que no sé perdonar, pero necesito respetarme a mí misma antes de hacerlo con los demás, y a tu lado bajándome la autoestima nunca lo conseguiré, ya no estoy tan ciega como antes, y sé lo que quiero ver.

Ya tengo claro que nunca voy a dejar que vuelvas a arrasar mi vida, y mucho menos que juzgues a la gente que está conmigo, porque no eres nadie para dar clases de moralidad, cuando tú ni la conoces, ellos están a mi lado y solo te puedo pedir que me respetes ahora lo que no me respetaste en su momento.

Puedes pensar que todo esto lo digo en un momento de ira y rabia, y lo mismo tienes razón, pero no puedo hacer otra cosa, échale la culpa a mi edad o a que según tu soy una niñata, pero tengo que decirte que ya te gustaría a ti ser la mitad de madura que la niñata y lo sabes. La edad no es nada y en tu caso menos.

Sé que nunca leerás esta carta, porque soy tan tonta que no la enviaré por no hacerte daño, pero tenía que decirlo todo, y quizás un día la encuentres por casualidad y sepas que va dirigida a ti.

Te he querido como a nadie en mi vida, y eso siempre estará ahí, pero por ti he aprendido a odiar como nunca, espero que jamás te vuelva a echar de menos, y que en tu búsqueda de lo que realmente quieres, si es que lo sabes, no hagas más daño, porque sabes lo que puede pasar.

Un beso “mi vida”.
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