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avisté con el catalejo una isla a lo lejos, y un santuario cercano. Me dispuese a ir a la isla, y tras varios intentos en Paravela me quede agotado y caí al mar inexorablemente. Desperté, y dije, tiene que haber alguna forma de pisar aquella tierra- que a priori- parece interesante y mística. No podría rendirme. Entones, calenté un caldero,y me dispuse a cocinar. Hice varios elixires extraídos de ranas que encontré en el bosque, y unas ricas setas al vapor, ambos consumibles tenían la capacidad de rellenar mi resistencia, ¿sería capaz de llegar a aquella tierra inhóspita? Pensé.
Brillaba el sol, los pájaros bailaban al son del viento, es entonces cuando, tras consumir ciertos tónicos de resistencia me decidí a lanzarme al vacío, con un único objetivo: llegar a esa lejana tierra.
Por fin lo había conseguido, había llegado a una isla en la que me esperaba una prueba, era como una especie de trampa. Una misteriosa voz me susurraba, y un escalofrío me recorría el cuerpo al escucharla. Esa voz me propuso un trato, me dijo: te propongo un reto, aventurero, déjame desposeerte de todos tus enseres, y enfréntate al secreto de la isla salvaje. Sobrevive y ofrece los obsequios esféricos a los dioses, ¿eres capaz de afrontarlo?
Como no podía ser de otro modo, acepté el reto, tras muchas horas perdido, sediento y apunto de morir por inanición, pude escalar la barriga de un enorme cíclope, cada paso que daba escuchaba su estruendoso ronquido, me dolían los tímpanos y el miedo me acechaba. No podría despertar a ese enorme titán si quería llegar de una pieza al final de la prueba. Roncaba, se rascaba, respiraba, gruñía... pero tenía un punto débil en su maniático sueño, subía su brazo hasta su cuello: ahí estaba la clave, subirme a su mano para ascender a su cuello y robarle todo lo que llevaba encima. Me hice con su enorme porra, y por supuesto, su esfera divina. Tras esto, me preparé para atacar los campamentos de los enemigos cercanos, para hacerme con las Dos esferas restantes, y ofrecérselas a los Dioses, ... continurá
goku593 escribió:Pues estaba yo paseando por las montañas de Lanayru -creo que era- mientras arreciaba una tormenta enorme, de repente...avisté con el catalejo una isla a lo lejos, y un santuario cercano. Me dispuese a ir a la isla, y tras varios intentos en Paravela me quede agotado y caí al mar inexorablemente. Desperté, y dije, tiene que haber alguna forma de pisar aquella tierra- que a priori- parece interesante y mística. No podría rendirme. Entones, calenté un caldero,y me dispuse a cocinar. Hice varios elixires extraídos de ranas que encontré en el bosque, y unas ricas setas al vapor, ambos consumibles tenían la capacidad de rellenar mi resistencia, ¿sería capaz de llegar a aquella tierra inhóspita? Pensé.
Brillaba el sol, los pájaros bailaban al son del viento, es entonces cuando, tras consumir ciertos tónicos de resistencia me decidí a lanzarme al vacío, con un único objetivo: llegar a esa lejana tierra.
Por fin lo había conseguido, había llegado a una isla en la que me esperaba una prueba, era como una especie de trampa. Una misteriosa voz me susurraba, y un escalofrío me recorría el cuerpo al escucharla. Esa voz me propuso un trato, me dijo: te propongo un reto, aventurero, déjame desposeerte de todos tus enseres, y enfréntate al secreto de la isla salvaje. Sobrevive y ofrece los obsequios esféricos a los dioses, ¿eres capaz de afrontarlo?
Como no podía ser de otro modo, acepté el reto, tras muchas horas perdido, sediento y apunto de morir por inanición, pude escalar la barriga de un enorme cíclope, cada paso que daba escuchaba su estruendoso ronquido, me dolían los tímpanos y el miedo me acechaba. No podría despertar a ese enorme titán si quería llegar de una pieza al final de la prueba. Roncaba, se rascaba, respiraba, gruñía... pero tenía un punto débil en su maniático sueño, subía su brazo hasta su cuello: ahí estaba la clave, subirme a su mano para ascender a su cuello y robarle todo lo que llevaba encima. Me hice con su enorme porra, y por supuesto, su esfera divina. Tras esto, me preparé para atacar los campamentos de los enemigos cercanos, para hacerme con las Dos esferas restantes, y ofrecérselas a los Dioses, ... continurá
Esto, señores, es Zelda. Aventura hasta en lo más nimio.
El gigante dormido lo reventé a golpes con las armas que encontré de los otros campamentos hasta que me quede sin armas (se rompieron todas) y utilizé las bombas y mi paciencia para poder vencerle y por fin arrebatarle el preciado tesoro que tenia en el cuello una odisea ya que me mataron muchas veces tuve que consumir todos los recursos que encontré en la isla xD
Mele87 escribió:goku593 escribió:Pues estaba yo paseando por las montañas de Lanayru -creo que era- mientras arreciaba una tormenta enorme, de repente...avisté con el catalejo una isla a lo lejos, y un santuario cercano. Me dispuese a ir a la isla, y tras varios intentos en Paravela me quede agotado y caí al mar inexorablemente. Desperté, y dije, tiene que haber alguna forma de pisar aquella tierra- que a priori- parece interesante y mística. No podría rendirme. Entones, calenté un caldero,y me dispuse a cocinar. Hice varios elixires extraídos de ranas que encontré en el bosque, y unas ricas setas al vapor, ambos consumibles tenían la capacidad de rellenar mi resistencia, ¿sería capaz de llegar a aquella tierra inhóspita? Pensé.
Brillaba el sol, los pájaros bailaban al son del viento, es entonces cuando, tras consumir ciertos tónicos de resistencia me decidí a lanzarme al vacío, con un único objetivo: llegar a esa lejana tierra.
Por fin lo había conseguido, había llegado a una isla en la que me esperaba una prueba, era como una especie de trampa. Una misteriosa voz me susurraba, y un escalofrío me recorría el cuerpo al escucharla. Esa voz me propuso un trato, me dijo: te propongo un reto, aventurero, déjame desposeerte de todos tus enseres, y enfréntate al secreto de la isla salvaje. Sobrevive y ofrece los obsequios esféricos a los dioses, ¿eres capaz de afrontarlo?
Como no podía ser de otro modo, acepté el reto, tras muchas horas perdido, sediento y apunto de morir por inanición, pude escalar la barriga de un enorme cíclope, cada paso que daba escuchaba su estruendoso ronquido, me dolían los tímpanos y el miedo me acechaba. No podría despertar a ese enorme titán si quería llegar de una pieza al final de la prueba. Roncaba, se rascaba, respiraba, gruñía... pero tenía un punto débil en su maniático sueño, subía su brazo hasta su cuello: ahí estaba la clave, subirme a su mano para ascender a su cuello y robarle todo lo que llevaba encima. Me hice con su enorme porra, y por supuesto, su esfera divina. Tras esto, me preparé para atacar los campamentos de los enemigos cercanos, para hacerme con las Dos esferas restantes, y ofrecérselas a los Dioses, ... continurá
Esto, señores, es Zelda. Aventura hasta en lo más nimio.
Pues mi aventura fue parecida solo que...El gigante dormido lo reventé a golpes con las armas que encontré de los otros campamentos hasta que me quede sin armas (se rompieron todas) y utilizé las bombas y mi paciencia para poder vencerle y por fin arrebatarle el preciado tesoro que tenia en el cuello una odisea ya que me mataron muchas veces tuve que consumir todos los recursos que encontré en la isla xD
hay una barca en la otra orilla, cerca del santuario que hay en una isla cercana