Anochecía en Junio, Arquímedes de Siracusa volvía todo morado de pasarse la tarde en el garito de los estoicos. Les habían comprado una yerba excelente a unos mercaderes muy colgados que venían de Tartessos. La yerba era buena y el joven Arquimedes llevaba un colocón de cojones. Al llegar a casa la cantina de siempre, que si eres un vago, que si tus amigos son unos drogas, que si os pasais el día bebiendo el vino que venden los asquerosos fachas romanos. Pasando de todo el notas se va a dar un baño para relajar la neurona. Ya en la bañera pega un salto y grita: EUREKA!!! Recordó que aún le quedaba una vasija mediada de licor de ambrosía, la cual iva a liquidar a lingotazos. Finalmente se quedó sopa mientras pensaba, que le den al Pappus de Alejandría, la palanca y la catapulta son inventos cojonudos! Cojones ya!