Bueno, comento el desenlace. Triste desenlace.
Hemos estado dos semanas alimentándolo y cuidándolo, con ejercicios para que fortaleciese las alas, poniéndole una manta eléctrica para caldear parte de su caja y un espejo para poder reconocer a los de su especie, etc...
No llegamos a conseguir que comiera por sí mismo, pero sí que bebiera agua. Estaba rebosante de energía y con ganas de volar.
Esta misma tarde, con bastante ilusión, bajamos a un residencial a las afueras, con bastante cesped y espacio para alzar el vuelo.
El desenlace ha sido triste. O al menos lo suficiente como para llevar atormentándome varias horas. Tras soltarlo y ver como va alzando, al final se posa en el suelo a unos 50 metros y... un gato lo coge con la boca y se lo lleva. Intentamos perseguirlo, pero cruza sin problemas la verja. Yo salí del residencial y lo estuve persiguiendo por la parte de fuera, junto al río, atravesando matorrales y espinos hasta que le perdí la pista.
Maldita la suerte... sólo 10 segundos y me hubiese dado tiempo a cogerlo. Quizás algunos días más para que pudiera tomar aire con facilidad hubiesen bastado... pero ya es demasiado tarde, y me siento fatal después de todos estos días cuidándolo.
A pesar de haber evitado tener contacto con él para que no se acostumbrara demasiado a la presencia humana, sus gestos, su ritual para comer, su aleteo... se han quedado grabados y han conseguido hacerse un hueco en el corazón.
Me cuesta mucho no pensar en el sufrimiento que ha debido pasar o que está pasando ahora mismo, que ya no volverá a piar, ni a saltar, ni a mirarme ni a mi ni a nada, ...
Y sé que es estúpido ponerse así, porque la naturaleza es imparcial y aunque no lo viva de cerca, estas situaciones se dan en todo momento y es lo... natural. Pero no puedo dejar de sentirte muy triste.
En fin... Simplemente quería compartirlo con los que se interesaron en el tema.
Un saludo.