Cuando llega una nueva persona a tu vida, se genera una especie de imagen borrosa en tu mente. Todo queda en una nebulosa comparable al intento de dibujar tu rostro en un lienzo con siete trazos simples. Difícilmente llegarías a reconocerte.
A medida que pasa el tiempo, va mejorando el “boceto” o terminas por romperlo. He de reconocer, que llevo varios cuadros en mi vida, algunos en blanco y negro. Algo ha cambiado desde hace unos meses, ya que estoy perfilando la creación más bonita que jamás he visto. Lo que podría ser la obra póstuma de cualquier gran pintor.
Aunque pasen mil años, jamás podría olvidar la primera vez que la vi. A pesar de haberlo hecho inconscientemente en una ocasión, en la oscuridad de aquella noche apareció ella para iluminarlo todo a su paso. Sinceramente, todavía no he logrado salir de mi asombro.
Hiciste trizas la teoría del boceto. Fue como si mi lienzo, aquel que estaba reservado para ti tomase vida propia, dando paso a la mayor obra de arte que jamás había imaginado, TU.
Que no se equivoque nadie, no estamos hablando de belleza física, sino de algo mucho más importante e impactante, la interior.
Gracias por iluminar un mundo de nebulosas y oscuridad melancólica.