Lo cierto es que podía ganar cualquiera porque nunca hubo una construcción previa de los sentimientos románticos del protagonista. Quien lo merecía más sin duda, aunque no fuera mi favorita, era Fumino porque ejercía un rol (consejera) que las demás no hacían. Ella no se limitaba a ser ayudada por Nariyuki. En cualquier caso, no me importa mucho el final porque partiendo de esta construcción inexistente, creada con el fin de mantener el misterio de quien sería la afortunada, el autor podía elegir a quien gustara. Agradezco, en cambio, que pese a no proponer nada nuevo y rozar los clichés, supiera proporcionarnos tanta diversión. Algunos capítulos son hilarantes con tantas buenas ocurrencias por parte del autor.