Busco opinión sobre mi prologo y primer cap, acepto consejos, es más los suplico, siento que hago algo mal y no sé qué es y porfi no copien mi trabajo :3
El libro es el primero de una saga llamada Querida Escuela en donde la porta Thanya tiene que enfrentarse a un monton de seres sobrenaturales mientras se desarrolla como persona y lidia con sus emociones, creo que lo que hace especial a la historia esque es facil identificarse con la protagonista ya que muchos de sus problemas incluyendo los mounstruos son metaforas de la vida real.
Prólogo
Thanya
Había una vez una niña cuya vida desde su nacimiento había carecido de magia y aventuras, hasta que un día al crecer su mundo cambiaría para siempre. La chica de cabellos largos y castaños se ocultaba del mundo en su torre, más pronto se daría cuenta que la torre estaba más en su mente que en las paredes de aquella tan peculiar escuela…
Yo no quería ser una líder.
No quería cargar con esta responsabilidad.
Pero me tocó hacerlo, era mi destino, y nada se interpondría entre salvar a mis amigos y yo.
Nada ni Nadie.
7:00 am Patio de la escuela, Hora del homenaje
Otro lunes más, lo cual significaba otro homenaje, rendir honores a la bandera y por sobre todo estar parada bajo el sol durante mucho, mucho tiempo, por supuesto si le preguntabas a cualquier maestro te dirían que exageraba, pero enserio ¿a qué clase de genio se le podría ocurrir que era sensato hacer esto? Me refiero a que ningún niño de tercero de primaria es capaz de quedarse quieto tanto tiempo, bueno al menos yo no lo haría. Aunque si era sincera esa no era la mayor de mis preocupaciones.
Resignándome a lo que sería otro largo e insoportable momento de mantener el brazo alzado en un extraño saludo a una bandera, intenté distraer mi mente en alguna otra cosa, miré los árboles que rodeaban el patio, los juegos y los columpios que esperaban la hora del receso para que alguien los usara y finalmente el edificio de mi escuela, alto e imponente como siempre lo había sido, cubriendo gran parte del cielo y cualquier vista de todo lo que había más allá de la puerta de entrada.
Instituto Arcarius.
Un nombre un tanto peculiar aunque no era tan extraño dado que era una escuela peculiar, a simple vista podría decirse que era un edificio intimidante, contaba con tres pisos y una torre de reloj en la parte superior con un balcón rodeado por un barandal, en lo personal nunca me había agradado ese reloj, incluso hasta me daba cierto miedo, como si algo malo pasara si algún día llegaba a subir, razón por la cual solía ignorar que existía. El resto de la escuela era mayormente paredes color gris ceniza con algunos bordes en rojo, azul y amarillo que deberían hacerlo ver más alegre pero solo le daban un aire más oscuro, el lugar estaba rodeado por una reja digna de una prisión internacional, era lo suficientemente alta como para que cualquier estudiante que siquiera le pasara por la mente darse una escapada se lo pensara dos veces por la caída. El edificio estaba dividido en tres secciones, la parte central era la de estudios donde se encontraban los salones, la de la derecha eran los dormitorios de los alumnos de primaria y el de la izquierda los dormitorios para los de secundaria. El lugar era más grande que cualquier otra escuela que hubiera visto. Como dije, intimidante, intimidante y peculiar.
Repasar con la mirada los detalles de la escuela no me hizo sentir mejor, es más me hizo sentir mareada, quizá por mirar tanto tiempo hacia arriba. Parpadeé intentando alejar aquella sensación de náuseas de mí, pero se reusaba a dejarme, me sentí tentada a abandonar mi posición en la fila, conocía aquella sensación, sabía lo que venía pero una vez más intenté controlarlo. Dirigí mi atención hacia el centro del patio donde la escolta desfilaba con la bandera, en un instante me di cuenta de una ligera brisa que rozaba mis mejillas, con este calor debería haber sido refrescante pero se tornó escalofriante cuando unos susurros se pasearon por mis oídos, giré mi cabeza hacia mis compañeros pero no parecían haberlo oído, haberlo sentido, ¿acaso me estaba volviendo loca?, los susurros continuaban tan bajos como para apenas percibirlos pero lo bastante alto para que me inquietaran, no dejé de preocuparme por lo que escuchaba hasta que mi visión empezó a tornarse borrosa, y las náuseas volvieron más fuertes que nunca, empecé a sentir como si fuera incapaz de mover cualquier parte de mi cuerpo y en especial, como mis piernas no podían sostenerme, el nudo en mi estómago se apretaba contra mí, hasta que llegó el momento en el que no pude más y caí de espaldas.
Los siguientes momentos son borrosos en mi mente, imágenes confusas, sonidos, olores, recuerdo sentir mis parpados revolotear sobre mis ojos y el cuerpo rígido como piedra, las exclamaciones de asombro y preocupación de quienes me rodeaban, el extraño y de nuevo familiar olor eléctrico rozando mis fosas nasales, sin mencionar los susurros persistentes que atacaban mis pensamientos.
7:09 am Enfermería, cama 03, segundo piso
Cuando desperté mis parpados se sentían pesados, aun había rastros de las náuseas pero sabía que pasarían, siempre pasaban, a lo mucho tendría dolor de cabeza un par de días al levantarme. Cuando logré enfocar la habitación no me sorprendió estar en la enfermería y mucho menos ver al Dr. Ty ahí, el hombre tan alto incluso como para costarle pasar por las puertas y con una barba oscura y gruesa que contrastaba con su piel morena. En general el Dr. Ty era una persona agradable, de pocas palabras en su mayoría, quizá por eso me agradaba, hablar mucho con los adultos solía ponerme muy incómoda.
El doctor prosiguió con el procedimiento de rutina, me hizo una serie de preguntas sencillas como si había comido algo hoy, o como me sentía ahora, preguntas con las que estaba bastante familiarizada.
El Dr. Ty nunca preguntaría acerca de los susurros, nadie lo haría, porque nadie lo sabía, no quería que encima de que las personas pensaran que ya era una niña débil, también pensaran que estaba alucinando, los susurros era algo que estaba empeñada en manejar yo sola, a pesar del miedo que me causaban, estos me intrigaban, mientras estaba inconsciente las palabras eran tan claras, podía entenderlas, sabía lo que decían, lo que querían, pero en el momento que despertaba toda esa información se vaciaba de mi mente y los susurros volvían a ser solo eso. Era estresante.
En las horas siguientes el doctor llamó a mis padres para avisarles de mi estado, yo sabía que normalmente mis padres hubieran corrido a verme pero la escuela estaba bastante lejos de nuestra casa, además no era necesario, yo ya estaba mejor, que se preocuparan solo era una pérdida de su tiempo. En algún momento, las primeras veces que sucedía llegaron a ser importantes, era algo preocupante, algo anormal, sin embargo después de un tiempo y de que el Dr. Ty les diera un billón de razones por las que un niño podría desmayarse, como que siempre que pasaba yo había estado mucho tiempo bajo el sol, o no había comido nada, mis desmayos se volvieron más una costumbre. Odiaba que todos se preocuparan de mi por nada.
7:41 am Enfermería, cama 03, segundo piso
Después de un buen rato de pasar recostada en la cama para “reponer fuerzas” y de haber recibido un par de visitas de maestros y la directora Verum estaba lista para irme a mi dormitorio, hasta que mi última visita llegó, no me sorprendía, pero si me alegraba, se trataba de Morelia Bear, mi mejor amiga. En apariencia era bastante más bajita que yo, debía sacarle por lo menos una cabeza, tenía una tez morena clara, un cabello café rojizo recogido en dos trencitas y unos ojos marrones brillantes.
Se acercó a mí ya desde lejos estudiando si tenía algún malestar evidente, ella parecía tener cierto conocimiento de enfermedades, y yo le confiaría mi vida, aunque no me atrevía a contarle de los susurros.
-Que tal Tousle -me saludó Morelia mientras se sentaba en el borde de la cama.
“Tousle” era un apodo de un juego que Morelia y yo habíamos inventado de cuando estábamos en primero, este había surgido ya que en el juego yo era una especie de bola de pelos, mientras que el apodo de Morelia era “Tiny” por su altura, a pesar de que también jugaba a ser una bola de pelos.
-Ya sabes, lo de siempre, en realidad llega hasta ser cómodo, una pequeña siestecita en medio de todo -bromeé.
-Chistosa -gruñó Morelia, sabía que no le gustaba que bromeara con eso pero nunca me había dicho nada al respecto- y bueno ¿ya te dieron de alta?
-No es un hospital, pero si, puedo ir al cuarto.
-Genial, iré contigo, igual no es como que vayamos a hacer mucho en clase después de tu escena allá abajo.
Puse los ojos en blanco, a pesar de que mi rostro lucía una sonrisa al tiempo que Morelia me seguía de vuelta a la habitación que compartíamos, yo sabía que si quisiera podría convencerla de volver a clases, pero aunque fuera algo egoísta, no tenía deseos de estar sola en ese momento, aunque nunca lo admitiría.
-¿Y cómo fue esta vez? -quiso saber Morelia.
- Igual, siempre despierto algo desorientada, una vez incluso creí que el Dr. Ty tenía un solo ojo como un cíclope, y otra pensé que la directora Verum hacia levitar una taza de té.
-¿Segura que no es solo que estas loca naturalmente? -dijo de forma burlona.
-Puede ser -admití, después le di un empujón y salí disparada hacia el dormitorio, con Morelia persiguiéndome, ambas envueltas en risas.
Querida Escuela
Capítulo 1
“Pan de muerto y humo de muerto”
Thanya
2 años después…
9:30 am salón “E” quinto y sexto de primaria
El día de hoy era de lo más normal, excepto que no tenía nada de normal, en Arcarius cada viernes independientemente del salón se celebraban los cumpleaños de los alumnos, claro siempre y cuando la fecha se acercara, y este día era mi turno, además no podía pensar en otra forma mejor de celebrar, claro que mi cumpleaños real había sido hace un par de semanas durante las vacaciones, pero me encantaba celebrarlo en la escuela, es donde tenía a mis amigos, además mis padres habían podido enviarme en vez de un pastel, mi pan favorito.
Pan de muerto.
Bien, talvez no era ni lo más tradicional, ni lo más común pero debía admitir que era lo más delicioso que había comido en toda mi vida, el pan de muerto tenia de todo, la esponjosidad natural de un pan, los decorados encima que aparte de hacerlo ver delicioso lo podías disfrutar más comiendo parte por parte, ¡oh y el azúcar!, mucho azúcar espolvoreado encima del pan, ¿Qué más podía pedir?
El salón estaba repleto de caras sonrientes y risas cuando la maestra, Victoria Frank nos animó a posar para la foto del recuerdo. Como era costumbre sobre la mesa estaba el pan de muerto con la pequeña flama de la vela que se sacudía levemente por mi respiración, a mis costados se encontraban Morelia que a pesar de los años nunca dejó de ser mi mejor amiga y Everis Jones que de hecho era mi prima, al fin nos había tocado en el mismo salón después de años, lo cual era más buena suerte de lo que solía tener.
Una vez tomada la foto todos volvimos a nuestras mesas, mientras la Srta. Frank terminaba de cortar el pan en trozos para cada uno. En una escuela normal uno pensaría que al ser la cumpleañera tendría la prioridad y recibiría el primer pedazo, pero de nuevo el peculiar Arcarius tenía otros planes, mientras mi estómago rugía más por el deseo de probar tan suculento postre que por el hambre, la maestra iba enunciando los nombres de mis compañeros uno a uno de acuerdo a la lista, que para mí desgracia no estaba en orden alfabético, de lo contrario sería de las primeras en pasar ya que mi apellido era Cecyl.
-Lia Watanabe.
Escuché que decía la Srta. Frank, mientras que en un rincón del salón se paraba la chica nombrada, Lia tenía el pelo corto rozándole los hombros con un mechón pintado de rosa pastel y ojos rasgados color miel, ella en particular siempre me había agradado y la consideraba una buena amiga desde que se había unido a la escuela en segundo grado, aunque nunca habíamos sido tan cercanas como con Morelia. Lia pasó alado mío y nuestras miradas se cruzaron, me sonrió con amabilidad y tarde un poco, quizá demasiado en devolver el gesto que me preocupaba que pensara que estaba siendo grosera.
Después de miserables minutos en los que veía como pasaban compañero tras compañero, rezando mientras se me hacía agua a la boca con el pan, que no tuviera que esperar a que los otros 10 alumnos de mi salón tuvieran su trozo para que yo pudiera obtener el mío, escuché mi nombre y jamás pensé sentirme tan feliz por oírlo.
Si, puede que me emocionara de más por un pan, pero es mi postre favorito ¿Qué más se podía esperar de mí?
Justo en el momento en el que estaba por tomar mi plato, un sonido extraño llamó mi atención y la del resto del grupo, todos miramos en dirección al techo de donde parecía venir el sonido, o al menos de algún lugar lejano del piso de arriba, alcancé a vislumbrar polvo del cemento que se desprendía del techo, sin darme cuenta mi expresión ya era de sospecha con los ojos entornados y la mandíbula apretada, así como mi mente trabajando en los posibles motivos de aquel ruido, hasta que de pronto todo fue silencio, un silencio demasiado perfecto para ser normal, parecía como si toda la escuela aguantara la respiración a la espera de que algo pasara, pero ¿qué cosa podría…
¡¡BOOM!!
Una sacudida enorme derribo a todos, del techo caía aún más polvo aunque no parecía que hubiera grietas en la estructura, miré a mi alrededor, tenía todo el cabello en la cara, casi asfixiándome y tapándome la vista, algunos de mis compañeros se habían caído al piso como yo, mientras que otros habían logrado agarrarse de algún mueble, aunque era claro que nada estaba bien, sentía que había algo extraño con la explosión, no parecía que hubiera sido cerca, o al menos no demasiado, aunque si había sido tan fuerte como para hacer temblar el piso, sin embargo aún había muchas, bastantes por decir menos, preguntas por responder, como el motivo de la explosión, o el por qué no se activaron las alarmas de sismos o incendios, ¿no debería haber humo?, o gente gritando, o talvez maestros evacuando a todos.
Bueno al menos una de mis dudas se respondió.
Un humo verdoso empezó a asomarse por las ventanas, no pude evitar pensar en la suerte que teníamos porque estaban cerradas evitando que entrara. A mi alrededor varios de mis compañeros comenzaban a entrar en pánico, el ambiente se estaba cargando no solo del polvo producido por la explosión, si no por el miedo, por las preguntas, “¿Qué es ese humo?”, “¿Qué está pasando?”, “¿Acaso vamos a morir?”, preguntas totalmente válidas que compartía. De repente a mis espaldas la Srta. Frank habló interrumpiendo la conmoción.
-Chicos, debo salir a ver qué pasa -anunció- quédense aquí, Gea, ¿me harías el favor de asegurarse que todos se queden adentro?
Gea Martin se levantó del suelo sacudiendo su ropa y su cabello rizado, supongo que en un intento de limpiarse un poco, aunque con sus manos igual de sucias no le vi el sentido, sin embargo asintió, su rostro reflejaba todo el miedo contenido que sentía.
Sin importarle cuan pobre podría llegar a ser la capacidad de Gea para asegurarse que todos cumplieran aquella orden, la Srta. Frank se dirigió al baño, después de unos segundos salió con un pañuelo mojado, no tenía ni idea de lo que haría con eso, pero era la Srta. Frank, seguro sabía lo que hacía, después se dirigió a la puerta, la abrió y salió rápidamente cerrándola de forma que el humo ni siquiera tuvo la oportunidad de entrar, luego se colocó el pañuelo sobre la boca y la nariz como si fuera un cubrebocas y le dirigió una mirada melancólica al grupo, como si de alguna manera supiera que no volvería a vernos, o que algo terriblemente malo iba a pasarle a ella, eso no ayudo a que ninguno de nosotros se calmara. Después se marchó corriendo.
En cuanto se fue, Gea se paró en frente de todos y habló intentando controlar el temblor en su voz.
-Chicos mantengan la calma, seguro la Srta. Frank volverá pronto con ayuda.
-Es fácil decirlo -le espetó Emil Oak cruzándose de brazos- pero no sabemos qué pasa, ni que tan grave es.
-Podría ser peor- argumenté, intentando subir la moral- digo, podríamos estar heridos.
-Bien dicho Cecyl, ¿no has oído de la ironía dramática?-me regaño Nike Wacker con las manos en la cintura creyéndose un completo sabelotodo- ahora de la nada todo empeorara por tu culpa.
-¿Mi culpa?, ¿estas bromeando Nike? ¡no es una película!
-¡Bueno basta! -interrumpió Morelia- ya es suficiente chicos, esto no resolverá nada.
-Entonces, ¿qué propones que hagamos? -preguntó Eve, su voz era si acaso podía ser posible, más temblorosa que la de Gea- estamos atrapados en el salón.
-Yo sé que hacer -alegó Nahuel Davis.
-Por supuesto que si -murmuré con sarcasmo más para mis adentros que para los demás, pero si alguien me escuchó no comentó nada.
Solo podía pensar en que lo siguiente que saliera de la boca de Nahuel sería una tontería, el chico se creía un sabelotodo igual que Nike, la diferencia era que al menos Nike tenía algo de sentido común, además de que Nahuel mentía hasta por los codos y todo lo que hacía era un vago intento por llamar la atención, en algún momento todos sentimos compasión por él, quizá hasta lástima, incluso intentamos mostrarle las formas correctas de relacionarse, pero como parecía empeñado en ofenderse con nuestra ayuda, empezó a ser increíblemente fastidioso y engreído.
Todos los ojos estaban sobre el chico, había conseguido la atención que quería, así que ahora solo faltaba su maravillosa “idea”. Nahuel se acercó a la ventana, a pesar de que era bajito, tenía la estatura justa para alcanzar el borde, Morelia me dirigió una mirada de inquietud, como diciendo <<¿deberíamos detenerlo?>>, yo no estaba segura, en este punto, de verdad ¿Qué tanto daño podría hacer?, Nahuel se inclinó un poco más sobre la ventana, me di cuenta demasiado tarde lo que planeaba, solo pude gritar un “¡NO!”, aunque fue inútil, él ya lo había hecho, había abierto la ventana.
El humo entró como si supiera que había victimas frescas dentro, y le dió de lleno en la cara a Nahuel, este se echó hacia atrás tosiendo, e intentando alejar el humo con sus manos, me apresuré a correr a la ventana y empujé uno de los lados, mientras Ryan Thompson la empujaba del otro, por suerte logramos cerrarla antes de que entrara demasiado humo, en cuanto al poco que se había filtrado, se deshizo en el aire como si nunca hubiera estado ahí.
Antes de que siquiera pudiera notarlo la rabia se había apoderado de mí y pude sentir el calor subiendo por mi cuello hasta mis mejillas, enseguida me acerqué a Nahuel, e incapaz de modular mi voz comencé a gritarle.
-¡¿En que estabas pensando?! -le reprendí- ¡Pudiste matarnos a todos!
-¡Thanya cálmate!, ¡míralo! -me ordenó Marie Anderson.
-¿Qué me calme? Yo... -me quedé atónita, Nahuel estaba en el suelo con las piernas recogidas, sosteniéndose la cabeza con ambas manos, parecía… aterrado- ¿Nahuel?
Nada me hubiera preparado, ni a ninguno de mis compañeros para lo que estábamos a punto de ver, Nahuel se levantó lentamente del suelo con la cabeza agachada, sus movimientos parecían rígidos, como espasmos, entonces alzó el rostro, todos en la habitación contuvieron un grito, mi mente estaba pasmada, mis ojos y mi boca abiertos en círculos casi perfectos, lo que teníamos en frente no se parecía a nada que hubiera visto antes, la piel olivácea de Nahuel había adoptado un tono verdoso nauseabundo idéntico al humo, sus ojos estaban inyectados en sangre, con una mirada errática, demente, perdida, su cuerpo regordete había adquirido una textura flácida, como si estuviera a punto de derretirse y desprenderse de sus huesos, el sudor caía a chorros por sus mejillas y sus rizos oscuros se le pegaban a la frente y…Dioses, en su rostro tenía cicatrices, pero no cicatrices normales, estas tenian un tono morado brillante, daban la apariencia de moverse bajo su piel, parecían millones de rayos atravesando una tormenta de verdes. De forma inconsciente todos habíamos retrocedido, independientemente de las teorías, del miedo, podía estar absolutamente segura de que todos pensábamos que esto no era normal, yo ya no sabía si referirme a él como cosa o como persona, no sabía si siquiera se parecía a alguno.
Emil fue el primero en acercarse, sabía que era una mala idea pero no tuve el valor para detenerlo, estaba congelada.
-Nahuel, amigo, ¿estas bien?- Emil se acercó con cautela sus manos extendidas quizá en un intento de apaciguar al chico o quizá para poder usarlas para protegerse, Nahuel dirigió su mirada en su dirección, pero ni siquiera parecía reconocerlo, era como si viera a través de él. podía ver como los propios ojos marrones de Emil brillaban de duda y su piel oscura empalidecía.
En un parpadeo Nahuel extendió sus brazos con un crujido que me revolvió el estómago dejando a la vista unas garras de un tamaño y filo inhumanos, ahora todo él era inhumano, Emil retrocedió un paso, luego dos, tres, Nahuel solo lo observaba, como un depredador cazando a su presa, esperando el momento justo para atacar, no sabía con exactitud lo que sentían los demás en ese momento, solo sabía que por mi parte era físicamente incapaz de arrancar mi vista de él, era aterrador de una forma que no pensé posible, entre más veía más deseaba poder olvidar, cada arruga de su piel se escurría como fango y en este punto parecía que su camiseta no era más que una segunda piel, todo su cuerpo desprendía un olor repugnante, no podía identificarlo, no era algo que hubiera olido jamás. Nahuel caminaba dando pasos lentos y cada uno acompañado de otro crujido estremecedor, me reusaba a pensar en si eran sus huesos los que crujían. Mi respiración se aceleraba con cada segundo que pasaba, nos encontrábamos envueltos en un silencio únicamente quebrantado por nuestra propia respiración agitada, y en menos de lo que pensamos Nahuel saltó hacia nosotros rugiendo cual fiera. Pronto tanto Emil, como el resto de nosotros corríamos por todo el salón intentando poner la mayor distancia entre nosotros y lo que claramente ya no era nuestro compañero. No había muchos lugares para escapar, el espacio era demasiado pequeño, necesitábamos un plan, pero no se me ocurría nada, mi mente estaba en blanco, el miedo se había apoderado de mí. Desde mi “escondite” detrás de un librero, pude ver como Lia salía cautelosamente de donde sea que se había resguardado, no alcanzaba a entender que pretendía hasta que comenzó a hablar.
-¡Hey! Nahuel, ven por mí- exclamó, miraba con determinación en dirección hacia el chico, haciendo caso omiso de los gritos de los demás sobre que estaba loca, incluso cuando Nike le gritó que era suicida.
Se encontraba parada frente la puerta del salón, la cual estaba abierta, iba a advertirle del humo, pero entonces noté que usaba un trapo sobre la cara como la Srta. Frank, en ese momento comprendí cuál era su idea. planeaba sacarlo del salón. Lia continuó gritando hasta que Nahuel puso toda su atención en ella, casi al instante el chico comenzó a correr en su dirección, Lia permanecía quieta, el humo empezaba a rodearla, podía ver en su expresión, en sus ojos, que no estaba segura si su plan funcionaria, pero estaba dispuestas a arriesgarse, y yo decidí que debía ayudarla, ya había sido lo suficientemente cobarde el día de hoy, no me escondería más. Cuando Nahuel se lanzó sobre Lia, ella saltó hacia un lado rodando lejos, Nahuel se estrelló contra la pared fuera del salón y yo corrí hacia la puerta, la cerré lo más rápido que pude y coloqué el seguro, Lia me miró atónita.
-Gracias -dijo ella jadeando en un intento por recuperar el aliento.
Asentí incapaz de formular alguna frase ya que al igual que ella le faltaba aire a mis pulmones y mi corazón latía tan rápido que temí sufrir otro desmayo.
Nuestros demás compañeros se acercaron precavidos hacia nosotras, sus expresiones iban desde el miedo hasta un terror a carne viva, algunos se habían subido a libreros o escondido debajo de las mesas, Eve salió del baño empuñando el destapa caños como si fuera un bate de beisbol, con Dante Willson detrás de ella, fue entonces que me di cuenta que todos inteligentemente habían ido a esconderse, o tomado cosas para protegerse, lo cual me hizo preguntarme porque yo no y porque Lia tampoco, ¿Qué nos había impulsado a hacer una tontería así?
Dentro del pequeño momento de calma después de nuestra hazaña, unos fuertes golpes en la puerta causaron que todos brincáramos del susto, incluso tropecé con mi tobillo y estuve a punto de caerme, era evidente que Nahuel aun intentaba entrar, fuera lo que fuera que le paso lo había convertido en algo diferente, ya no era el mismo chico, era… algo más.
-¿Ven?, se los dije, ¡ironía dramática! -reclamó Nike, señalando la puerta.
-CALLATE -gritamos todos al unísono.