A ver, yo estuve en BQ desde 2013 a 2017 en el área de postventa, y sin desvelar temas internos, comento mi opinión.
Primero, NO eran teléfonos rebrandeados, salvo que nos engañaran a todos y los ingenieros que contrataban se dedicaran a jugar al solitario todo el rato. SÍ eran rebrandeados la primera gama (ahora no recuerdo todos, el Aquaris 4.5, por ejemplo). Pero no había que ser un lumbreras, era vox pópuli en cualquier foro con fotos y todo. Eran Malatas rebrandeados, pero con soporte y garantía española. El Malata si te daba un fallo si era importado, te lo comías con patatas. Hay que entender que cuando empezaron no les daría para diseñar sus propios dispositivos. Pero comparar a Zeta, tapando Xiaomis con pegatas, con un rebranding legal como BQ...
Segundo, y aunque a toro pasado todos somos Manolete, creo que un gran agujero fue ser demasiado buenos en la postventa (innunerables técnicos online, en teléfono, en RRSS, un SAT inmenso, recogidas y envíos urgentes, reparaciones en 2/3 días, cambios de móvil al menor lloro...). Siempre me dio la sensación de que era un agujero de dinero y que a las primeras que las ventas no acompañaran, afectaría. Al final la gente dice que le importa la postventa, pero la de Xiaomí cuando entraron en España oficialmente me parecía simplista y a la gente se la sudó, eran móviles baratos, que es lo que cuenta.
Tercero, yo viví un par de momentos tumultuosos y la empresa intentó siempre reinventarse, aunque por el camino hubiera un par de meses de desgobierno en postventa. Cuando se reestructuró la postventa, mi sensación es que era igual de eficiente y bastante más económica... pero también creo que ahí la herida estaba sangrando irremediablemente por temas que no comentaré. Son públicas las ventas de cada año y creo que fue a partir de 2015/2016 cuando empezó la bajada.
En resumen, pese a sus fallos como creo que tienen el 100% de empresas, yo me llevé un gran recuerdo de esa aventura que casi todos vivimos como nuestra, también seguramente porque abandoné el barco 1 año antes de que empezaran los problemas serios de verdad y me fui hasta con pena. Y lejos de la chorrada de que decir que un producto es nacional es política, no dejó de ser un sello que nos hacía sentirnos más identificados que si hubíeramos estado trabajando para otra marca.