Brasil prepara una ley de descargas opuesta a la española
Brasil va en serio y quiere que todo el mundo se entere: no criminalizará al internauta, no seguirá a pies juntillas lo que diga ninguna sociedad de autores y creadores y pretende atraer la inversión mundial como el paraíso del software abierto en su nueva ley de derechos de autor.
"Internet no puede ser objeto de una regulación que la constriña y lo someta a la censura", proclama la candidata del Partido de Lula da Silva, Dilma Rouseff, ante una sala de prensa improvisada -y abarrotada- junto al espacio de la innovación de la Campus.
"En un país como Brasil, Internet tiene que ser un derecho", recalca mientras blogueros y campuseiros se agolpan en los extremos de la sala.
Rouseff habla de la importancia de que la banda ancha llegue a todos, incluso a los más pobres del Amazonas, aunque no sea rentable. Elogia a los blogueros, el papel de Twitter como herramienta inmediata de información. Le gusta la Campus y el sentimiento parece mutuo.
Ella pone la poesía y el ministro en funciones de Cultura de su Gobierno. Alfredo Marevy, ha añadido la prosa.
Una ley a contracorriente
Pretende llevar al parlamento un proyecto de ley el próximo mes de marzo que incluya como puntos fuertes que se considere la copia privada un derecho básico, que se compense a los autores por los derechos de autor en Internet con los beneficios económicos que genera a las empresas este área de negocio y que se libere el material descatalogado para el uso público.
"Durante el Gobierno de Lula, 40 millones de personas pasaron a la clase media y están deseando consumir películas, música, literatura. Con la ley actual se pueden considerar piratas pero si fuera así, tendríamos el mayor número de piratas del mundo, ¿no?", ironiza Marevy.
La ley brasileña actual proteger los derechos de autor más tiempo aún que el establecido por los tratados internacionales. Además, contempla que se puedan tomar acciones judiciales por bajarse películas o música, e incluso impide que los estudiantes se hagan copias de obras de referencia en la Universidad, según el Gobierno brasileño.
"Ni siquiera nos dejan hacer copias de los ejemplares antiguos que están en mal estado en las bibliotecas", subraya el ministro.
Enfrentamiento con la SGAE brasileña
Ante ese modelo, el que propone el Gobierno de Lula no opta ni por canon digital ni por el cierre rápido de webs que compartan contenidos protegidos. Más al contrario, quiere una fiscalización de los beneficios que logran los actores implicados en el negocio, incluida la SGAE brasileña,con la que tiene un enfrentamiento abierto.
"La asociación de músicos se ha transformado en una institución con poca transparencia, tiene un poder de restricción de los derechos muy fuerte. Es casi una Policía, recuerda a los antiguos estados estalinistas", denuncia.
Por un lado, el ejecutivo brasileño subraya que es una medida necesaria para impulsar a la propia industria cultural patria. "El 90% de las personas en Brasil no va al cine, se imprimen libros que no tienen más de 5.000 ejemplares de tirada", señala el ministro.
La balanza comercial de las industrias culturales brasileñas es deficitaria y con la generalización de Internet sin trabas legales, el ejecutivo de Lula espera revertir esta situación.
Por eso, considera que, a medio y largo plazo, a las 'telecos' les conviene dar una parte de sus beneficios -se habla de un canon a proveedores y distribuidores del servicio que vaya a parar a los creadores.
Respaldo de Creative Commons
Sin embargo, por otro lado la medida tiene un mensaje internacional claro: Brasil quiere colocarse a la vanguardia en legislación de derechos de autor para atraer todo un mercado de empresas tecnológicas extranjeras.
"Será la ley más progresista en materia de derechos de autor", ha reconocido Larry Lessig, uno de los fundadores de Creative Commons, profesor de Harvard y conferenciante estrella del día.
"Estamos deseando que los gobiernos del siglo XXI se den cuenta de que la gente del siglo XXI quiere ser capaz de compartir sus contenidos", subraya Lessig, que ha mantenido un breve encuentro con Marevy y Rouseff.
Pasarela política
Y es que en el quinto día de Campus Party Brasil, este escenario también ha tomado consciencia de hasta qué punto se le toma en serio. La posible sucesora de Lula la utiliza para difundir sus mensajes políticos -el presidente se encuentra bien, dice- pero no es la única.
Media hora antes,en el otro extremo, Marina Silva, la candidata de la izquierda que no quiso conformarse con la elección de Rouseff habla de cómo los medios de comunicación fueron fundamentales cuando no tenía ningún contacto con el mundo, en su juventud en el Amazonas.
Por los mentideros se rumorea la llegada del gobernador de Sao Paulo, y principal rival de Roseff, José Serra, mientras los campuseiros se sienten cómodos como centro del debate político.
Algunos, hasta participan en él, como un chico que muestra un mensaje en su portátil en el que acusa a la candidata Rouseff de no respetar los derechos humanos. Mientras, otra chica la replica y un representante del partido pirata les acerca el megáfono.
A su lado, un señor bajito con una gorra trata de hacer una foto con su iPhone a la que podría ser la próxima presidenta de Brasil. Es Scott Goodstein, el asesor de Obama que dió la conferencia el pasado miércoles. Él también quiere ser campuseiro por un día.