Bueno antes de nada quería decir a todo el que lea mi relato, que nunca había colgado nada de lo que tengo escrito, pero el señor voz de los muertos me animó anoche a que lo hiciese.... asi que....aquí esta..... CUALQUIER critica y opinión será de mucha ayuda, pero...tampoco me masacreis!!!!
aqui va la historia.
Hacía un día nublado, con un viento fuerte y húmedo que lo único que hace es obligarte a maldecirlo, así que Juan no tuvo más remedio que quedarse en su apartamento. Se sentó a ver la tele y, para variar, no había nada interesante, con lo cual la apagó y buscó entre sus vinilos de música clásica.
Tras descartar unos cuantos encontró el que andaba buscando, Concierto para piano y orquesta nº 14 del grandioso Mozart.
Al rato, recordó que hacía mucho que no llamaba a Isabel. La verdad no sabía muy bien como llevar esa relación, ¿sría posible que lo único que los uniera ya fuera el sexo?, ¿cuánto duraría aquello? lo que dura una cerveza pensó, e inmediatamente fue a la nevera a por una.
De vuelta al salón, con su cerveza y sus correspondientes pistachos, que no podían faltar en su dieta, sonó el teléfono, ¿sería Isabel? ¿Querría quedar? Últimamente su vida giraba en torno a ella, pero no porque sintiese algo por ella. Descolgó el teléfono y su cara cambió al escuchar la voz de Pablo, no es que no se alegrara de que le llamara, simplemente no era quien él deseaba que fuese. Pablo le propuso una cena con unos amigos en su casa de campo, Juan le preguntó que si iban a ir amigas, estaba obsesionado con el sexo femenino, aunque sus relaciones sexuales no fueran precisamente normales. Pablo le contestó que efectivamente habría mujeres, ¿se lo iba a perder? por su puesto que no.
Apagó el equipo de música con el concierto de Mozart a medias, una pena, ya habría otro momento para acabar de escucharle, se bebió la cerveza de un trago, la dejó junto al intacto bol de pistachos y cogió las llaves y el abrigo pensando en si no habría otro día más alegre para hacer una fiesta, en fin, una fiesta es una fiesta y él sabía que no podía rechazar ninguna.
Al llegar a la casa de Pablo todo era silencio, le gustaba llegar pronto para poder echar una mano en los preparativos y, para que negarlo, así sería de los primeros en ver a las nuevas amigas. Pablo se alegró de verle, y como ya le conocía le dijo que fuese encendiendo la chimenea, para que hiciese algo básicamente, hacía frío en aquella casa tan grande… ya se calentaría el ambiente mientras ponía a punto la chimenea, llena de ceniza de hogueras anteriores.
Fueron llegando los invitados, en total serían unas 30 personas, lo cual no estaba mal, lo malo era que todo el mundo iba a hacer noche allí y sólo había 4 habitaciones, con una cama de matrimonio cada una, y en alguna que otra algún colchón tirado en el suelo, así que quien quisiera dormir medianamente cómodo, ya podría darse prisa en colgar el cinturón del pomo de alguna de las habitaciones.
Rápidamente se pusieron las cartas sobre la mesa, todos bebían, Juan ya había tanteado a dos o tres mujeres, sin demasiado éxito, pero no se rendía, estaba hablando con un tipo grande, parecía sacado del anuncio de michelín, le estaba contando no se qué rollo de las ruedas de su coche. Juan le miraba pero en realidad, entre trago y trago, pensaba, ¿Qué me estás contando? cuando Pablo le llamó desde la cocina.
Al entrar en la cocina Juan vió que aquello era un micromundo, apartado de la fiesta del salón, allí estaban Pablo, tres chicas y él, el negocio estaba claro, se entretuvo con una rubia de voluminosos pechos, sin duda operados, a lo que Juan sólo pudo decir, ¡bonitos 3000 euros llevas rubia! La otra como era de esperar soltó una carcajada de quinceañera, la cosa pintaba bien, por el rabillo del ojo pudo ver como Pablo iba preparando 5 rallas, la verdadera fiesta había comenzado, si le viera Isabel en aquella situación, se avergonzaría de él. Pensó en salir de la cocina e ir al porche para llamarla, pero en lugar de ello apagó el móvil.
A la mañana siguiente toda su existencia se basaba en intentar recordar lo que había pasado: podía hacerse a la idea, puesto que se había despertado en una cama acompañado por la rubia de los 3000 euros en silicona, dos morenas y Pablo, esperaba que al menos Pablo hubiese respetado las fronteras. Eran las 12.30, se vistió, encendió el móvil y tenía un mensaje de Isabel, en él le decía que le había llamado para decirle que si comían juntos .Juan no sabía qué hacer, le dolía demasiado la cabeza como para pensar en su vida, pero ya tenía 29 años, seguía sin pareja estable, y su vida giraba en torno a las fiestas y a las mujeres, ¿era aquello vida? Sin duda eran preguntas que le llevaría tiempo responder.