Bastardo fue un pez desgraciado. Nació en un bonito mes de julio, uno cualquiera de los muchos que tiene. Su madre era un barco que decoraba la pecera de su padre, un pez de marca comprado en la sección de "animales" de Pryca. Tuvo una infancia poco habitual, nunca aprendió a leer como sus amigos. Cuando sus amigos fueron a la universidad, él se metió a trabajar en una bombonería, porque ya sabéis lo que dicen de las cajas de bombones, nunca se olvida.
Pues bien, siguiendo el viejo refrán de quién todo lo engatusa poco coco compra, se dedicó a viajar por tierras de mala muerte. Bastado lamentaba no saber nadar como los demás peces, así que vagaba solitario por los bajos de Arguelles, donde dos son poco y tres ni te cuento. Y poca cosa más, entró en una mafia de ratas de metro, y acabó en lavapiés, donde no es mucho lo que se oye, sino mucho más lo que se dice de lo que no se ve en lo que dicen cuando lo cuentan. Y así, de la mañana a la noche, pasando por la tarde y unas siestas que te cagas, se encontró con Carmen, el que sería su mejor amigo, novio de la que sería su amante, hijo de la que sería su amiga, e hijo del que sería una brillante bailarina. Bastardo odiaba nadar, su sueño era ser su mejor cliente, y ponerse los precios muy baratos y vender cosas geniales de esas que tienen unas cosas bonitas...
A Bastardo le ha sonreído la vida. Es un pez feliz.