Breves sentimientos (Recopilatorio)

Bueno, aqui voy a incluir una serie de textos con esos pequeños momentos que nos pueden alegrar un día.

Esas pequeñas cosas en las que casi nadie se fija, pero, que cuando lo hace, le parece el mejor sentimiento del mundo.

^^

(o el peor... :P)
Breves sentimientos (I)
Es temprano.

El sol se mece en el horizonte, bostezándole al nuevo día, y saludando a los coches tempraneros que circulan por la autovía que pasa detrás de mi casa, una ligera brisa que atraviesa la ventana acaricia mis párpados, invitándome a despertarme.

La cama desecha ha quedado atrás, y ahora tan solo un cúmulo de lágrimas resecas, pelo alborotado y sudor es lo que queda del sueño. Los rayos de luz atraviesan las líneas que dibujan la persiana entreabierta, flotando en la cortina blanca como manchas doradas del oro fundido de Dios.

Abro la persiana, y, ante mi, toda la ciudad, despertando. Y, al fondo ese sol, que tan acostumbrado estoy de ver.

Una pequeña sonrisa atraviesa mi cara, y un leve escalofrió eriza los pelos de mis brazos. Me arqueo y bostezo con todas mis fuerzas.

Ha empezado otro día.
Breves sentimientos (II)

El reloj pasa mas despacio que nunca, en la tele no ponen nada que consiga tranquilizarme.


"Joder!... dijo que me llamaría"

Mi alma anda tras el hilo telefónico, imaginando lo que ella estará haciendo en ese mismo momento... Habrá llegado de tomar cafe con sus amigas ahora mismo... estará dejando el abrigo en la percha...

Poco a poco comienzo a sonreír... es tan bella... ahora seguro que ha cogido un zumo del frigorifico... y se dirige hacia su habitación... va a ponerse cómoda...

Paso unos segundos mirando al suelo, con una entrecortada sonrisa. El tic tac del reloj sigue su curso.

Ahora... ahora quizas se haya acordado de mí... quizas le apetezca llamarme y... quedar... Ahora quizas este dirigiendose al telefono, con mi número de telefono en aquella servilleta de papél manchada de café...
Por un momento dejo dibujar en mi cabeza su imagen, cogiendo el telefono y marcando mi número...
Pocos segundos después, sonó el teléfono.

¿Será ella?
Todo permanecía callado. Las sombras habían girado respecto a sus dueños un par de centímetros, el sol brillaba en lo alto...


Bonito día... pero con intención triste.


Todos permanecíamos de píe... todos los amigos de la infancia... en silencio. Contemplando como la nostalgia en forma de ataúd se introducía en la lápida... a la vez que nos invadían unas gotas de cristal en los ojos.

Todos callados, diciendole adiós con nuestras almas.

Silencio... y solo una frase que lo cortaba:

"Jesus, nacido el 5-11-1984, muerto el 8-6-2002. Sonríe... alla donde estés..."
Breves sentimientos (IV)

La noche se ha fundido en mis ojos. Mi mente todavía sigue despierta.

La habitación oscura, iluminada por nuestras almas, que reposan abrazadas encima de la cama.
EL reloj sigue tic-taqueando.
El viento sigue soplando, golpeando mi ventana. El frío se adivina a traves del cristal.

Pero yo estoy abrazado a ella...
...y nuestra ropa duerme en un rincón
La luz de día batallaba con las tinieblas en compañía del murmullo de las farolas que acababan de despertar.
Mi abuelo permanecía sentado en su sillón, con una sonrisa arrugada por la vida que había recorrido, al calor del brasero.
Su frente doblaba los recuerdos que en ella encerraban. Los ojos cristalinos reflejaban la llama de su alma, que, día tras día, se iba apagando más.

- Hoy es mi cumpleaños - Mi abuelo me dijo, con una sonrisa inusitada.

Yo permanecí callado, inmovil, mientras el dirigía de nuevo la mirada hacia el televisor. Una breve lagrima corrió hasta mi barbilla, pereciendo en mi camiseta.

La luz perdía su batalla con las tinieblas, como cada día. Las farolas se alzaban en un coro magestuoso de la ciudad, con los peatones como letra.

El ruido contradecía el silencio que se había formado en mi mente.

Mi abuelo tiene cancer.
Breves sentimientos (VI)

El timbre de la puerta rompió el silencio que la luz del monitor extendía sobre el humo de tabaco.

Bajé apresurado a abrir.
Era ella, llamemosla Amelie.

Entre café, tiempo y cigarros mal apagados, la tarde transcurre.
¿Cuanto tiempo hacía que no veía sus rizos brillantes caer en sus hombros de porcelana?

Pasaron los minutos, que quizas fueron horas.
Ella se fué.

Y a traves de la ventana, pude ver su rostro, iluminado por farolas imitadoras de lunas que flotaban el la calle.

Te echo de menos, Amelie.
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