Un sencillo juego indie que esconde una bonita experiencia. En su día ganó premios importantes, y pienso que son merecidos. Sin diálogos (si no recuerdo mal) y sin una jugabilidad envidiable, es un pequeño clásico atemporal, que todo el mundo debería jugar. Yo guardo un muy bonito recuerdo de él, que además lo jugué, precisamente, con mi hermano.
Hay que acercarse a él sin expectativas y dejarse llevar. Aunque es un juego de un jugador, vale la pena compartir el mando con otra persona y jugar dos. Son poquitas horas, y puedo garantizar que habéis perdido más preciosas horas en juegos de mucha peor calidad.