Hacia siglos que no pasaba por aqui. Aprovecho para mandar un abrazo a todos aquellos que me conocen y me aprecian (osea, que la lista es corta)
Para amenizaros la mañana os voy a contar un cuento antiguo que yo escuche una vez de niño y que, probablemente, sea el mejor que oi nunca. Siento si me salto algunas cosas, mis neuronas no dan para mas...
Hace muchos, muchos años un joven soldado volvía a su casa despues de una larga y cruenta guerra. El regreso había sido largo y el cansancio producido por el camino y por los sufrimientos que había visto era mucho, su destino aun estaba lejano y sin embargo el pan que llevaba en el zurrón apenas daba para dos raciones.
Caminando de esta suerte que se encontro con un anciano que pedía limosna al pie del camino tocando una liviana y ennegrecida flauta. Su aspecto era insignificante, delgado y en extremo arrugado y envejecido.
Cuando el joven soldado le vió tomó un pedazo de pan y, apiadandose del anciano, se lo ofreció. Este le miró agradecido y le dijo:
-has demostrado tener un gran corazón en estos tiempos de miseria.
Seguidamente se saco un pequeño paquete del bolsillo y le dijo:
-esta es una baraja de naipes que tengo hace mucho tiempo, con ella no se puede perder...
Se la entregó y siguió tocando, ensimismado, su pequeña flauta.
Aquel soldado siguió su camino aun confundido por aquel extraño hombrecillo, pero guardo aquel presente en su zurrón y no volvió a pensar en ello.
Seguia andando y se dispuso a almorzar la ultima de sus mugrientas raciones de pan. En ello estaba cuando divisó a una pobre anciana que portaba un pesado alfanje de paja...
Acercandose a ella se ofreció a llevarsela. Ella aceptó agradecida y, llegados a la humilde casa donde vivia, le dijo:
-En pago de su ayuda, apuesto joven, he de darle algo que le será util en su camino.
Y sacando de entre sus ropas un saco de tela negra añadió:
-es un saco mágico que un hada dejo caer hace mucho tiempo, todo aquello a lo que ordenes hacerlo, se meterá dentro de él sin rechistar...
Seguidamente se despidió y entró en su choza.
llegada la noche y ya agotado llegó a un pequeño pueblo y decidió que debia parar a descansar. Como no tenía dinero no podía dormir en una buena cama ni lavarse o comer un plato caliente. Asi que pensó que era el momento de probar el saco de aquella anciana.
A la orilla del rio vióo dos gansos que dormitaban ajenos a todo y, acercandose con cuidado abrió el saco y entonces les espeto a las aves... - 'meteos en el saco'
Los dos gansos revolotearon y corretearon hasta que, ellos solos, se metieron dentro de aquel saco formidable.
llegado a la posada pidio alojamiento dando uno de los gansos como pago al tiempo que pidió le cocinaran el otro para darse una gran cena.
Degustando aquel ave se encontraba cuando se interesó por el castillo que se divisaba en lo alto de una colina.
-Tenebroso parece en la bruma-, dijo él
-y lo es, buen señor- , le espetó el posadero.
-Segun dicen el castillo esta tomado por demonios, y hay una gran recompensa para aquel que logre expulsarlos de dentro de sus muros.
Ante esto el soldado , curtido en mil batallas, penso que quizá el fuera capaz de cobrar esa recompensa.
La luna estaba alta y la bruma espesa cuando llegó al pie de las almenas. Valerosamente, el soldado entró empujando las grandes puertas que se erguian ante él.
Apenas se veia dentro unas luces mortecinas, signo de los habitantes que moraban alli. pero se dirigió decidido hacia las estancias interiores.
Lo que encontró alli apenas se puede describir con palabras. En el salon principal se amontonaban alrededor de diversos manjares un grupo de maleficos seres con afilados cuernecillos, pómulos rasgados, garras y cola puntiaguda
Sorprendidos de tener visita se quedaron inmoviles un momento...
-asi que vosotros sois los demonios-, dijo
estos se irritaron ante su osadia de tal forma que se armaron de candelabros, sillas y demas objetos y se lanzaron hacia él.
Este les dijo, -un momento, os propongo un trato- Ante lo cual los pequeños demonios vacilaron.
-¿Os gusta jugar a las cartas?
-Si, si -, repitieron a coro aquellos seres lujuriosos.
-muy bien, juguemos (mientras sacaba de su bolsillo una baraja) Si yo gano os marchareis de aqui para no volver jamás.
-¿y si ganamos nosotros?-, dijo el mayor de ellos.
-Entonces podreis devorarme...
Se pusieron a jugar y el soldado ganaba mano tras mano. No importaba las trampas que los demonios pudieran hacer, él siempre ganaba.
Uno a uno fueron cayendo hasta que el ultimo perdio su mano. A su pesar los demonios se alzaron sobre sus alas para marcharse de alli entre insultos e improperios.
Pero entonces el soldado cogió a uno por una de sus negras pezuñas y arrancandosela dijo:
-asi me aseguraré de que no volveis
-devuelvemela
-No, el dia que necesite de algo tuyo te la devolveré, entonces estaremos en paz.
El demonio se enfadóo y apunto estubo de matar al joven soldado, pero este le dijo ' métete en el saco' y el demonio acabo dentro, como no podía ser de otro modo.
Todos los demas huyeron al ver las habilidades de su rival y este volvio a preguntar.
El demonio, aterrorizado dentro del saco, suplico y suplico hasta que no tuvo mas remedio que aceptar.
El soldado abrio su saco y aquel demonio salio volando. sin una de sus pezuñas...
Habia pasado el tiempo y aquel joven soldado vivía en el castillo que tiempo atras habia conseguido en una partida de cartas.
Se casó y vivio feliz y tranquilo durante un tiempo hasta que un día su esposa enfermó gravemente.
Ningun medico hallaba cura para ella, asi que él se dispuso a saldar una vieja deuda. Sacó de una pequeña mesilla un trapo y en él envuelto descubrió una pequeña pezuña.
Asomandose a la ventana gritó llamando a aquel demonio. No tardó en acudir del inframundo para recuperar lo que era suyo...
-Tienes que salvar a mi mujer-, dijo el soldado.
Entonces aquel demonio malefico saco un vaso y lo lleno de agua, mirando a traves del vaso al enfermo durante unos instantes. Entonces la muerte se hizo visible a los pies de la cama. Era pequeña, con un rotro bondadoso, desprovisto de todo tipo de vello y cubierta por una tunica negra.
El demonio entonces le dio de beber a la mujer de aquel vaso y la muerte desapareció.
-se pondrá bien. ahora dame lo que es mio,-, dijo el demonio.
El soldado, atónito respondió:
-No. Quiero el vaso, por si recae.
-Ese no era el trato
-Lo he cambiado , ¿o prefieres volver al saco?
A regañadientes , aquel demonio acepto y le cedio el vaso mágico al soldado. No sin antes advertirle que el dia que la muerte se apareciese no a los pies si no en la cabecera de la cama, nada se podría hacer por el moribundo.
Durante mucho tiempo el soldado se dedico a recorrer el pais curando enfermos, aunque a veces no pudiese evitar lo peor.
Tal fama cogió que un dia fue llamado por el rey.
El Rey le pidio ayuda. Su unico heredero estaba muy enfermo y pagaría lo que fuese por recuperarlo.
El soldado hizo lo que tantas veces antes, pero esta vez aquella pequeña figura de la muerte se apareció a la cabecera de la cama.
El Rey no aceptó el diagnostico y amenazó al soldado con las mas terribles venganzas y bajezas si no usaba su poder en bien de su hijo.
Asi fué como el soldado volvio a convocar a la muerte y le dijo:
-métete en el saco !
El heredero del rey se recuperó y el pobre soldado emprendió un largo viaje al confín del mundo, donde depositar a la muerte para que no volviese a aparecer jamás.
Durante un largo tiempo todos agradecieron sinceramente a aquel heroico soldado que les librara de la muerte. Pero con el tiempo algunos, cansados, viejos y doloridos ancianos empezaron a pedirle que les dejara morir en paz y asi aliviar sus sufrimientos.
Primero por docenas, luego por centenares, se concentraban a las puertas de su castillo pidiendo una muerte digna.
Asi fue como el soldado volvió a los confines del mundo y descolgó del viejo arbol muerto donde lo habia puesto , aquel saco que albergaba a la muerte. Lo abrió y la liberó.
Esta, al verse libre, miró aterrorizada al soldado y huyo precipitadamente.
Todo volvio a la normalidad. Los años pasaron y aquel soldado envejecia mas y mas. Enviudó de su mujer y , uno a uno, sus hijos tambien murieron de viejos. Y él, cargado de dolores y pesar, se dió cuenta de que la muerte nunca vendria a buscarle, pues le tenía miedo.
Asi decidió irse de aquel lugar donde ya no le quedaba nada y seguir su camino, sabe dios a donde.
Desde entonces ha pasado mucho , mucho tiempo. Pero , que yo sepa, aquel soldado sigue caminando por ahi......