A veces, y no se porque, me siento sola y vacia. Sola, sin alma, con pena profunda, inservible, como una muñeca de porcelana rota. A veces me recupero de mis heridas y sigo caminando con pies cansados, hasta que desfallezco y vuelvo a caer. Entonces despierto llena de barro, sucia y con la boca seca bajo un Sol abrasador. Aún asi sigo caminando. Busco una senda sin rocas, pero contra más buscas más zarzas encuentras. Me siento y veo pasar a caras sin nombre, gente que no me mira o no me ve. Cuando ya estoy mejor sigo el camino hasta que tropiezo de nuevo. De vez en cuando encuentro un indicador de caminos y me oriento un poco, pero suelo perderme de nuevo. Soy tan cafre. Ya no se que camino escoger, pues he recorrido muchos y todos me parecen iguales. Me parece que te he perdido el rastro.
No se porque intente seguirte, pues caminas mucho más deprisa que yo. Pero aún conservo la estupida esperanza que pares a descansar, y asi te des cuenta, que alguien iba detras tuyo. El problema es... que tú jamas descansas.