CAPÍTULO 1
Poco a poco el caos fue apoderándose de nuestras vidas. Por un lado era el miedo que se iba apoderando de todos y por el otro lado la desinformación. Eso era lo mas terrible, no saber lo que realmente estaba pasando. A una hora decían que era una enfermedad luego otra y así todo el rato, pero lo mas importante era lo que no se sabia el modo de contagio y si tenia cura. Por culpa de este detalle fue por el cual llego el fin de la civilización humana tal y como se conocía hasta ese momento.
En aquellos últimos días de civilización me fui dando cuenta que cada vez iba menos gente a trabajar, pero cada vez se veían mas soldados, policías y guardias civiles por la calle. Todos iban armados, el ejercito y la guardia civil mas, pero la policía, autonómica, nacional y local, menos. Estos últimos se les notaba bastantes asustados sobre todo los locales. Yo trabajaba en una fábrica de componentes para el sector del automóvil que estaba situado en Porriño, a unos 40 Km de A Guarda que es de donde soy yo. En cada turno éramos unos 150 trabajadores. El ultimo día que fui a trabajar solo éramos 15. Nos juntamos todos al lado de las máquinas de café y bocatas. El ambiente estaba bastante cargado. Ojeras, malas caras y preocupación, sobre todo preocupación.
De los quince solo uno era un encargado, Pedro. La verdad es que era uno de los pocos encargados que había que se pudiese decir que fuera buena persona, por eso el estaba allí y el resto de sus compañeros no habían aparecido. Este nos dijo que no tenia noticias de los jefes desde hacía dos días y que además el suministro de piezas de montaje definitivamente estaba fuera de servicio. El pobre hombre llevaba tres días intentando contactar con alguna de las empresas de los países del este que nos las suministraba, pero no obtuvo ninguna respuesta, al principio simplemente nadie le cogía el teléfono pero al final no había conexión telefónica con ninguna de ellas. Nos quedamos un poco extrañados y sobre todo asustados, después de hablarlo un rato decidimos irnos cada uno para su casa.
La verdad es que no me extrañaba que la gente no acudiera a trabajar, ya hacía una semana que empezaran los primeros brotes de la enfermedad en aquellos lugares a los que habían llevado a los efectivos que regresaron de Daguestán. Poco a poco se había ido extendiendo por los alrededores de esos lugares y ahora muchos ya estaban fuera de control. Supongo que la gente estaba asustada y prefirió quedarse con sus familias y los lobos solitarios como yo acudimos a trabajar.
CAPÍTULO 2
Según iba de regreso a casa me fui fijando en ciertos detalles que hasta ese momento no me había dado cuenta. En algunas casas había gente atrancando las ventanas con tablones, y en otras estaban cargando sus cosas en los coches y furgonetas para irse a sabe dios donde.
Cuando llegue a la rotonda que da acceso al puente internacional que une Goian con Portugal me encontré con el primer control de los muchos que habría posteriormente. En el se encontraban cuatro guardias civiles y dos soldados. Me pararon y me preguntaron a donde me dirigía, yo les dije que me iba a mi casa que estaba en La Guardia. Una vez comprobada mi documentación me permitieron continuar la marcha pero no sin antes decirme que lo mejor era que me fuera para el punto seguro que estaban montando en la zona del puerto en La Guardia. Debí de poner una cara muy rara porque nada mas decirme esto pasaron a explicarme que el punto seguro era para que nos pudiéramos refugiar de los infectados.
Cundo llegue al puerto y comprobé que era eso del punto seguro me quede totalmente pasmado. Aquello era un fuerte en toda regla. Con unos contenedores de carga habían tapado todas las calles que daban al puerto, excepto la calle Concepción Arenal, que es la calle de acceso principal al puerto. En esta calle es en donde habían colocado unas vallas haciendo una puerta.
Como estaba bastante agotado ya que esa semana me tocaba turno de mañana lo implicaba que me había levantado a las cuatro de la mañana, decidí irme a casa y aprovechar para darme un merecido descanso, ya me preocuparía al día siguiente de que coño estaba pasando en este mundo de locos.
CAPÍTULO 3
Pun pun pun. ¿Petardos? ¿Quién coño anda a tirar petardos? Fue lo que pensé al despertarme por culpa de esas detonaciones. Al mirar el reloj me di cuenta después de mirarlo detenidamente durante un rato, que había dormido ¡¡20 horas seguidas!! En mi vida me había pasado semejante cosa. Pun pun. Otra vez esas detonaciones. Me subí a la terraza de casa a ver lo que pasaba. Nada no se veía nada fuera de lo común. No espera si que había algo raro. Mi casa está en las afueras del núcleo urbano y además es una de las primeras casas de Salcidos. Desde allí de puede ver la entrada a La Guardia y lo que se veía era una gran cola de coches. Tanto en el pequeño trozo de la carretera general que se podía ver desde allí como por la carretera que venía de Camposancos y del ferry que cruza a Portugal.
En ese momento empezaron a pasar coches por al lado de mi casa procedentes de salcidos, lo cual provoco que en un par de minutos la cola llegara hasta allí. Muchos coches iban cargados con todos los bártulos de la gente, colchones, maletas y algunos muebles. La gente empezó a tocar el claxon de sus coches, el estruendo era tal que decidí irme para dentro. De repente se volvieron a escuchar aquellas extrañas detonaciones, pero esta vez fueron mucho mas cerca. Tan cerca que me di cuenta de que no eran petardos si no que eran disparos. Nunca antes había escuchado un disparo a parte de los de las películas pero eran inconfundiblemente disparos.
Volví a subir a la terraza y lo que vi fue algo dantesco. Parece mentira que en simplemente cinco minutos se formara tal espectáculo. La gente corría despavorida supongo que hacia el punto seguro. Menuda ratonera debía de ser, con solo una puerta de acceso y en una calle de no mucho mas de siete u ocho metros de ancho. Poco a poco el volumen de personas que pasaban por mi casa fue descendiendo. Al cabo de media hora de formarse aquel desastre ya no pasaba nadie pero el volumen de disparos no paraba de crecer. No del lado del que huía la gente sino del punto seguro. No quería ni pensarlo pero creo que le estaban disparando a la gente que iba para allí.
De repente escuche un disparo a unos cincuenta metros de casa. Me agache detrás del balaustre, me quede quieto y me puse a observar. Pude ver como de detrás de la curva salían tres soldados corriendo. No hacían mas que mirar hacia atrás como si esperaran ver aparecer algo o a alguien. Se pararon detrás de unos de los coches abandonados y se pusieron en formación defensiva, con sus armas apuntando hacia el camino por donde habían venido. Esas cosas no tardaron mucho en llegar. Al principio se oía como si alguien estuviera arrastrando un cartón por el suelo, después gemidos y al final ellos.
La primera vez que ves a esas cosas es una experiencia inenarrable. Yo me cagué y no de miedo si no de verdad, la visión fue tan horrible que hasta se me soltó el esfínter. Me quede petrificado, incluso cuando de repente los soldados comenzaron a disparar a escasos metros de mí ni me inmute. Las balas empezaron a dar en su objetivo, el cuerpo de esas cosas. Ni se inmutaban, a una de ellas se le desprendió un brazo, a otra le destrozaron una pierna y cayo al suelo pero siguió adelante arrastrándose. Nada parecía hacer efecto hasta que una de aquellas balas acertó en la cabeza de aquellas cosas, entonces se desplomo al suelo le dieron unos temblores y se quedo quieta. En ese momento en mi cuerpo algo me hizo reaccionar, hasta ese momento no me diera cuenta deque solo estaba oyendo los disparos y que el resto de sonidos del mundo habían desaparecido para mí. Los gritos del que parecía el jefe se hicieron audibles para mí en ese mismo instante, a la cabeza disparar a la cabeza, eso era lo que llegaba a mis oídos. Los disparos no cesaban igual que no cesaban de llegar de esas cosas, mas y mas iban llegando. Lentamente avanzaban entre el escaso sitio que quedaba entre los coches abandonados. En ese punto la calle apenas tenía tres metros de ancho y los No Muertos formaban una fila india a cada lado de los coches. Según se acercaban a los soldados estos conseguían acertarles en la cabeza mas fácilmente, pero claro como cuando uno caía rápidamente era sustituido por el que venía detrás. Los No Muertos seguían avanzando, los pobres soldados cada vez estaban mas asustados y las balas comenzaron a escasear, en ese momento el jefe mandó retirada y me quede solo. Bueno solo no también estaban los No Muertos.