CAPITULO 12
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La asamblea proseguía en el Keshtal.
- Yo creo que ahora lo propio sería buscar la identidad del rey –propuso uno.
- Sí, el libro sagrado indicaba que una vez determinado el elegido se debía revelar su identidad –dijo Tander.
- Sigamos la línea genealógica de los primogénitos revelada en el libro –concluyó el más anciano.
Un rato después ya iban por las generaciones más cercanas a su época. Tander se estaba poniendo más y más nervioso tras cada nombre que se confirmaba. El sabio más anciano lo notó y le preguntó que le ocurría.
- Creo que los nombres que se están citando son los de mis antepasados –contestó Tander inquieto.
- Si es así debes estar dispuesto a aceptar la función que te asigne el libro sagrado.
Los sabios se apresuraron a terminar de encontrar al descendiente legítimo del rey, todos estaban ansiosos por conocer si sería Tander. Finalmente llegaron al último nombre del registro: Tander hijo de Zalner. Sin duda era él, un incómodo silencio se adueñó de la sala. Al instante Tander recordó las palabras del libro sagrado:
El descendiente legítimo del último rey del valle de la luz no deberá ser hallado hasta después de ser conocida la identidad del elegido, los acontecimientos entonces se precipitarán como la inexorable lluvia de una fuerte tormenta sobre el vasto campo. Deberá estar preparado para lo peor, pues tiempos no gratos le aguardan.
Tander también recordó que había que Daniel llevaba una espada en su vaina durante su comparecencia ante la asamblea, intuyendo de donde la había sacado corrió hacia la calle.
Daniel se encontraba de pie, echado ligeramente sobre los muros exteriores del Keshtal, Tander llegó con gesto de urgencia.
- ¿Ocurre algo malo? –preguntó Daniel.
- Muéstrame la espada que llevas –le ordenó Tander nervioso.
- Es la tuya, Shela me hizo traerla conmigo –dijo Daniel mientras desenvainaba la espada, tratando de disculparse.
- ¿Shela te la dio? –preguntó Tander con gesto de incredulidad.
- Sí, el caso es que… –contestó Daniel tratando de explicar la situación.
- ¿Qué ocurrió? –preguntó Tander cada vez más nervioso.
- Shela se ha convertido en una persona muy importante para mí –dijo Daniel sacando valor–, la amo y ella comparte mis sentimientos. Le dije que tenía que venir aquí porque sentía que era mi deber; ella trató de impedírmelo porque decía que tenía un mal presentimiento. Pero cuando vio que iba a venir me hizo traer esta espada, me dijo que quería que estuviera protegido.
Casi no había acabado de decir la frase cuando un gran resplandor iluminó el cielo. El resplandor fue acompañado de una especie de tornado, que procedía de la zona del pueblo en donde se encontraba la casa de Tander y se alejó rápidamente.
- ¡Aprisa! –exhortó Tander a Daniel–. ¡Corre, ve a ver qué ha sido eso!
Daniel salió corriendo en dirección a casa de Tander, corría todo lo que podía mientras un mal presentimiento invadía su mente. Llegó en apenas tres minutos. La puerta de la casa estaba rota y tirada en el suelo. La casa estaba a oscuras, Daniel penetró en la casa portando la espada, anduvo con cuidado en la oscuridad, sintiendo que había multitud de objetos desparramados por el suelo. Daniel comenzó a escuchar sollozos ahogados en el fondo del comedor, encendió una cerilla que tenía a mano y, al hacerlo, sintió como esos sollozos se ahogaban un poco más, como tratando de no llamar la atención hacia ese lugar. Daniel prendió una vela y distinguió la figura de Kimal, que lloraba en un rincón. La niña se asustó aun más al ver la luz de la vela, pero no se movió del sitio. Daniel fue a donde estaba y al distinguirlo Kimal dejó de ahogar sus llantos. Daniel le preguntó que había pasado pero la niña apenas atinaba a hablar, tenía una brecha en la sien, que aun no siendo muy profunda, sangraba.
- Ellos se la llevaron –dijo con una voz ahogada.
- ¿Quiénes? –preguntó Daniel nervioso.
- Los hombres fuertes y malos, su luz cegaba, me duelen los ojos –contestó Kimal tras lo que echó a llorar.
Tander entró por la puerta, en su respiración se intuía el esfuerzo físico que había hecho y la agitación que le causaba ver su casa en aquel estado. Kimal corrió hacia su padre al que abrazó dando rienda suelta a su llanto.
- ¿Dónde está mamá? –le preguntó él.
- Estaba arriba cuando ellos llegaron.
- ¿Y Shela? –inquirió Daniel, sabiendo la respuesta a la pregunta pero negándose a aceptarla.
- Ellos se la llevaron, yo me puse por medio pero me golpearon y me echaron al suelo. Me dolió mucho –contestó Kimal refugiándose en los brazos de su padre.
Daniel y Tander se miraron, en la mirada de Tander no había ningún reproche pero Daniel no pudo mantener la mirada y la bajó. No soportaba la idea de que solo un rato antes Shela estaba en sus brazos y que a pesar de haberle pedido que se quedara se fue, dejándola sola y aterrada.
- Quédate con Daniel –ordenó Tander a Kimal–. Yo voy a buscar a mamá.
Tander tomó una vela y subió las escaleras; se dirigió hacia su habitación y allí se encontró a Ashla tirada en el suelo. Su piel estaba muy pálida y parecía carecer de vida. Tander corrió asustado hacia ella y se echó al suelo, cogió su muñeca y comprobó que tenía pulso. La cogió en brazos y bajó las escaleras. Kimal corrió hacia él cuando vio a su madre.
- ¿Qué le pasa a mamá? –preguntó Kimal con gesto aterrado.
- No te preocupes nena, se pondrá bien. Vamos a llevarla al médico y a ti también. Acompáñanos Daniel.
Los cuatro se dirigieron hacia la parte central del pueblo, Ashla permanecía inconsciente. Llegaron a una casa muy grande, enfrente del Keshtal. Daniel llamó a la puerta y después de casi un minuto de espera apareció un hombre de unos sesenta años con gesto de sueño, evidentemente se había despertado con el ruido de la puerta.
- ¿Qué le ha pasado? –preguntó dirigiendo su mirada a Ashla y mientras hacía el gesto de que pasaran.
- No lo sabemos –respondió Tander ausente–. Sólo la pequeña estaba en casa cuando ocurrió el incidente, pero es más que probable que haya algo fuera de lo normal en enfermedad.
- En ese caso no podré hacer nada –respondió el doctor–. Trataré de sanarla con los conocimientos que tengo.
El doctor examinó a Ashla, exteriormente no presentaba gestos de haber sufrido violencia, sin embargo su pulso era débil y su piel preocupantemente más pálida de lo normal.
- Con respecto a ella sólo podemos esperar.
Posteriormente examinó a Kimal, a quien administró alcohol para limpiar su herida y le aplicó un vendaje compresivo. Sin embargo no dio mucha importancia a las heridas de esta.
- Se pondrá bien pronto –afirmó respecto a Kimal.
El doctor les ofreció camas a Daniel y Tander al enterarse del estado en el que había quedado su casa. Tander rechazó el ofrecimiento pero le pidió a Daniel que se quedara allí a fin de descansar y de estar cerca de Kimal y también para que se enterara pronto de cualquier novedad que surgiera con respecto al estado de Ashla. Daniel sabía que no podría dormir pero aceptó obedientemente.
[align=center]CAPITULO 13
La noche estaba ya muy avanzada cuando Tander volvió al Kehstal. Entró en el pasillo y llegó hasta la habitación donde seguía la asamblea de los sabios. Tander entró en la habitación y sintió las miradas de la entera asamblea, algunas acusadoras, otras curiosas, otras indecisas.
- Siento haberme ido así, sé que no actúe de la forma más correcta pero sentí que algo grave estaba a punto de pasar y así fue –dijo Tander a medida que el corazón se le entristecía al darse cuenta de la magnitud que había tomado la situación. Estaba seguro de que su hija había sido secuestrada por los mendhires y ante el poder de esos seres cabían pocas esperanzas, especialmente cuando tenían en su poder a su hija de veinte años; para él ella aún era una niña y ahora estaba a merced de esos seres malvados. ¿Quién podía saber qué le estarían haciendo ahora?
Los sabios volvieron a acudir al libro sagrado. En esta ocasión se dirigieron al siguiente capítulo: La gran pérdida.
Una vez conocido el legítimo rey él mismo sufrirá la desdicha en su propia piel. Su descendencia le será tomada y no se le devolverá a menos que el elegido cumpla su comisión correctamente. Tiempos angustiosos y difíciles serán para él, pero deberá ejercer su papel. El trono debe volver y él debe reinar; no será fácil porque se extenderá una gran maldad, superior a la conocida hasta el momento. Tendrá que ejercer su autoridad con equidad y justicia.
El capítulo continuaba con los principios que el rey debía encargarse de legislar y hacer que se cumplieran. También explicaba cómo debía ser su coronación y otros aspectos de orden y prioridades. Autorizaba también a leer el siguiente capítulo llamado
El viaje.
Antes de que la identidad del rey se eleve a las gentes del valle deberá tener lugar ‘El viaje’. El elegido marchará hacia las tierras lejanas; su cometido será destruir a los mendhires y recuperar la descendencia real arrebatada. No deberá conocer la identidad del rey, pues de ser así se podría corromper por el orgullo propio de los humanos. Otros querrán la recompensa, pero mientras la motivación de estos otros será egoísta el elegido deberá probar la motivación pura y sincera de su corazón.
- Bien Tander, parece que a partir de ahora serás nuestro rey. Permíteme que te trate esta última noche como a un amigo cercano –exclamó el más anciano de los sabios mientras los otros terminaban de leer el capítulo.
- No sé si seré capaz de acometer esta responsabilidad de forma honrada, honorable y justa –le confesó Tander.
- Seguro que lo harás; esas cualidades, al igual que la sangre real, corren por tus venas. Y Ashla estará a tu lado para ayudarte –concluyó con una sonrisa tranquilizadora.
Las nubes comenzaban a extenderse por todo el valle de la luz, ocultando la luna y las estrellas.
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