Caps. 14 y 15 "Las Sombras del Valle de la Luz"

Hola a todos, no suelo retrasarme en publicar los capítulos pero he tenido problemas técnicos (en otras palabras, mi ordenador está para el arrastre) :( . He logrado postear estos dos capítulos desde otro ordenador e intentaré seguir mi ritmo de publicación, si no... espero vuestra comprensión.


[b][u]CAPÍTULO 14

[/u][/b]Tander observaba el horizonte mientras el alba comenzaba a despuntar. Veía la cumbre del Kirsel, la montaña más alta que conocían las gentes del valle, iluminada por los primeros rayos de sol de la mañana. La quietud del lugar era absoluta; se encontraba fuera de Somper, a la orilla de uno de tantos caminos que discurrían entre sembrados y arroyos.
Un sonido de pasos ligeros llegó a Tander, giró la cabeza y divisó a Daniel a lo lejos quien al verlo, apresuró aún más su paso.

- ¡Ashla ha despertado! –exclamó Daniel, en cuyo rostro se denotaba la excitación propia de un momento importante. Tander comenzó a andar con paso apresurado dirigiéndose a Somper. Daniel marchó a su lado.
- ¿Dijo algo al despertar? –preguntó Tander nervioso.
- Sólo que le dolían los ojos, lo mismo que me dijo Kimal cuando la encontré anoche. El doctor me dijo que era aconsejable dejarla descansar; eso fue hace ya unas tres horas. Yo salí a buscarte, pero como ves no te he podido encontrar antes.

Tander llamó con fuerza a la casa del doctor, la puerta se abrió a los pocos segundos.
- La dejé descansando, ha dormido un rato, creo que ya ha recobrado algunas fuerzas –le dijo el doctor inmediatamente.
- Gracias –dijo Tander–. ¿Hay algún inconveniente en que la vea ahora?
- Pase y véala.

Tander abrió la puerta de la habitación sin hacer ruido y entró. Ashla lo miraba con ojos cansados.
- ¿Cómo te encuentras? –le preguntó él sentándose en una silla que se encontraba junto a la cama.
- Débil –contestó Ashla con voz apagada–. Esas criaturas no eran hombres, no podían serlo, despedían energía. Los ojos aún me duelen del brillo cegador que emanaba de ellos. Preguntaron por Shela, yo me negué a decirles nada, uno de ellos me tocó y perdí el conocimiento. Cuando me tocó fue como si una energía sobrenatural pasara a mi cuerpo, y parecía que mi cuerpo no podía albergar todo eso. Durante los dos o tres segundos que me tocaron sentí que moría. ¿Cómo están nuestras pequeñas?
- Kimal sufrió un golpe, pero el doctor dijo que solo tiene una pequeña brecha.
- ¿Y Shela? La buscaban a ella, ¿le ha ocurrido algo malo? –preguntó Ashla mirando con ojos inquietos a Tander.
- Se la llevaron –respondió Tander bajando la cabeza.
- ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué eran esas cosas? –preguntó Ashla mientras el pánico comenzaba a adueñarse de ella.
- Descansa ahora, han sucedido muchas cosas. Trata de recuperarte, haremos todo lo posible por recuperar a Shela sana –dijo Tander tratando de tranquilizar a su esposa, mientras tomaba su mano.

Daniel daba vueltas nerviosamente en la calle, las largas ropas oscuras que llevaba no eran demasiado gruesas y, a pesar de que las nubes habían ocultado al sol y la temperatura bajaba continuamente, seguía ahogado. Se sentía culpable y no paraba de recordar unas de las últimas palabras que Shela, ya casi con lágrimas en los ojos, le dirigió antes de que se la llevaran: ‘mi padre sabrá que te has convertido en alguien muy especial para mi y quiero que estés protegido’. Las palabras resonaban una y otra vez en la cabeza de Daniel y mientras lo hacían parecía sentir puñaladas en su corazón. Era demasiado dolor, sentía que debía hacer algo. Tander salió a la calle y vio a Daniel, quien se dirigió hacia él.

- Tengo que hacer algo, por mi culpa se llevaron a Shela. No puedo vivir con este peso en mi conciencia, dime qué he de hacer o a donde he de ir y lo haré –le confesó Daniel angustiado.
- No fue culpa tuya Daniel, el libro sagrado ya predecía que se produciría esta gran pérdida. Aunque sí hay algo que puedes hacer; los mendhires fueron quienes se llevaron a Shela; así que además de destruir la piedra plateada deberás rescatarla sana del lugar donde esté. Sé que no será fácil pero confió en que tú nos la devolverás –dijo Tander mientras apoyaba su mano sobre el hombro de Daniel mostrándole así su plena confianza en él–. Quiero darte algo, acompáñame.

Daniel acompañó a Tander hasta su casa. Fue a una habitación y abrió un baúl que se encontraba cubierto de ropa. Daniel reconoció la habitación, era la misma a la que le llevó Shela cuando le dio la espada. Tander sacó un escudo y unas viejas ropas de color verde oscuro junto con un gorro picudo del mismo color y unas botas de color marrón oscuro.

- Estas ropas son muy resistentes y cómodas, llévalas durante tu viaje. El escudo te será útil, seguro que te encontrarás con fieras salvajes y otros enemigos.
- Nunca he manejado espada ni escudo –le confesó Daniel.
- Aprenderás igual que aprendiste el lenguaje de la mente –dijo Tander guiñándole.

Daniel se cambió de ropa, se echó la espada junto con su vaina a la espalda, al igual que el escudo y salió a la calle donde esperaba Tander. Ambos se dirigieron hacia el Keshtal mientras la lluvia comenzaba a caer sobre Somper.

Un rato más tarde Tander y Daniel entraban al Keshtal; el edificio estaba vacío. Llegaron hasta la habitación donde se encontraba el libro sagrado y donde también estaba el más anciano de los sabios.
- Todo está dispuesto para la partida –anunció Tander.
- Muy bien, joven Daniel, recuerda siempre lo que significa esta misión. Nunca olvides que, aunque no será fácil, podrás acometerla con éxito con la debida humildad y fortaleza que se hayan en tu corazón. Para hallar el camino hasta la fortaleza de las tinieblas necesitarás ayuda de otras criaturas; si tu corazón es bueno para con todos los seres el de ellos también lo será para contigo. Sé valiente y fuerte. Hasta la vista Daniel.

Daniel salió del Kesthal, no sin antes agradecer al anciano sus consejos. Llegó a una de las entradas de Somper acompañado de Tander, la misma entrada por la que días atrás había pasado con Shela. Ambos se detuvieron, Tander observó a Daniel, se le veía repleto de energía y fuerza a pesar de ser un joven de constitución delgada; el pelo que no tapaba el gorro le caía por ambos lados de la cara y en su rostro se reflejaba la gran responsabilidad que había tomado.
- Confío en que puedas devolverme a Shela, pero en caso de que tengas que elegir entre salvarla y destruir la piedra plateada debes saber que el futuro del valle de la luz debe prevalecer sobre el de una persona en particular –dijo Tander mientras bajaba la mirada, incapaz de mirar a los ojos a Daniel mientras le otorgaba prioridad a otro asunto antes que a la vida de su hija.
Daniel escuchó con rostro serio las palabras de Tander y comenzó a andar. La lluvia comenzó a caer fuertemente sobre Somper. Poco después de cinco minutos Daniel llegó a una encrucijada, siguió en dirección hacia las Tierras Desconocidas siguiendo un camino llano que se veía subir al fondo y dirigirse hacia arriba de una de las montañas que delimitaban el valle.

Aún faltaba para la hora de comer.


CAPÍTULO 15


Daniel anduvo sin descanso durante unas dos horas y media. Durante la primera hora de camino atravesó varios campos cultivados, tras lo cual se apreciaba un cambio en el paisaje que revelaba que la mano del hombre apenas había tocado allí. Daniel vio multitud de praderas verdes, ríos que las atravesaban así como pequeños bosques que quedaban a la izquierda o derecha del camino. A pesar de la quietud de los lugares por los que pasaba había intranquilidad en su interior, tenía la sensación de que no conocía los peligros de esa tierra y que esos peligros podían aparecer sin previo aviso.

Daniel se detuvo media hora después. Se sentó al borde del camino y se dispuso a tomar algo. Llevaba una especie de cilindro a la espalda, que se cerraba con cremallera en la parte superior. Lo abrió para ver que contenía, ya que desde que el doctor se lo dio antes de salir de Somper no lo había abierto. Contenía bastantes piezas de pan, así como algunas longanizas caseras, un par de manzanas y una pequeña petaca llena de agua. «Aquí no tengo ni para dos días» se dijo Daniel, tras lo que cayó en la cuenta de que se tendría que buscar la comida en su viaje. Después de comer algo y descansar unos diez minutos retomó el camino, que ya comenzaba a ascender.
Daniel observó la trayectoria del camino, este seguía recto durante cierta distancia, con pequeñas subidas, tras lo que pasaba junto a una vieja cabaña de madera que a lo lejos no acertaba a discernir si estaría o no habitada; después entraba en un bosque y a partir de ahí los árboles no dejaban ver hacia donde se dirigía pero daba la sensación que continuaría hasta sobrepasar una de las montañas que delimitaban el valle de la luz.

Daniel reanudó el camino, estaba resuelto a descansar lo mínimo hasta llegar a su destino. El sol comenzaba a brillar en el cielo y Daniel agradecía el gorro; siendo como era él un amante de la naturaleza no paraba de maravillarse con el paisaje. ¿Qué calificación de espacio protegido recibiría aquella zona en su país? Después de pensarlo llegó a la conclusión de que ese paisaje simplemente no podría sostenerse en su país; ya se habría explotado y deteriorado.

Daniel llegó a la casa al cabo de unas dos horas, una vez allí pudo apreciar que era mayor de lo que le había parecido de lejos. Era una casa de una planta, no simplemente una pequeña cabaña. Estaba toda entera hecha de madera de un color marrón claro, tenía también un par de ventanucos no hechos con cristal, sino también de madera, de un tono más oscura esta. Daniel llamó a la puerta pero no obtuvo ninguna respuesta, la casa parecía estar habitada porque incluso salía humo de la chimenea. También había huellas frescas junto a la casa, las huellas eran similares a la de un pie de hombre, un pie grande pero tampoco algo fuera de lo común.
Daniel se asomó a la entrada del bosque, el camino continuaba en su interior aunque se difuminaba un poco entre las ramas y barro del suelo. Se adentró en el bosque sin pensárselo, el aire era frío y húmedo; hubo un sonido, Daniel desenvainó la espada con la mano derecha y sujetó el escudo con la izquierda. Avanzó lentamente entre los altos árboles que parecían guarecerse unos a otros; a pesar de que el sol estaba sobre el cielo la luz y el calor eran incapaces de penetrar entre los frondosos árboles y llegar al suelo. Daniel volvió a escuchar otro ruido, miró nerviosamente hacia la derecha e izquierda; no vio nada. Miró hacia arriba, sólo vio las ramas de los árboles que se elevaban, majestuosas, hasta las alturas. Bajó de nuevo la mirada y frente a él se encontraba un hombre, un hombre curtido y fornido que en ningún caso pasaría de los cuarenta y cinco años. La apariencia de este era la de alguien que ha permanecido mucho tiempo solo; tenía pelo largo y una larga barba negra, estaba cubierto por unas pieles y andaba descalzo. Portaba un hacha y llevaba un arco a la espalda, su gesto era serio y desconfiado.

- ¿Quién eres? –preguntó desde su posición el desconocido con voz fuerte.
- Me llamo Daniel y voy rumbo hacia las Tierras Desconocidas –dijo este con voz temblorosa y sin bajar la espada.

El desconocido se le acercó.
- Mi nombre es Jesré–aser. ¿Eres un aventurero? ¿No te han dicho que quien va hacía allí ya no regresa?
Daniel bajó la espada y el escudo.
- Es algo que debo hacer –le contestó con una expresión en su cara que evidenciaba que no bromeaba.
Jesré–aser se echó a reír.
- De acuerdo hijo, pero ven y descansa. Está anocheciendo y si alguien puede ayudarte a encontrar el camino hacia las Tierras Desconocidas soy yo.
Ambos salieron del bosque y entraron en la casa.

- Seguramente no esperabas encontrar a nadie en esta dirección ¿verdad? –le preguntó Jesré–aser mientras lo miraba con ojos inquisitivos.
- Sí, lo cierto es que pensaba que todo el mundo vivía en alguna de las poblaciones del valle.
- Antaño acudían a mí las gentes de Somper y Ralen, algunos incluso venían desde Tudmin –decía Jesré–aser con la mirada perdida–. Yo les vendía leña que cortaba de los árboles del bosque con mi hacha. Pero un temor se adueñó de ellos desde hace ya algún tiempo. Algunos de ellos querían explorar, decían que se sentían aventureros y se marcharon hacia las Tierras Desconocidas; todos pasaron por aquí. Yo les mostré el camino del bosque hasta el paso de montaña del Endter pero les desaconsejé que siguieran. A partir de ahí uno ya no sabe con lo que se puede encontrar; mi padre me habló de los orcires, pequeños hombres que no nos llegan ni a los tobillos. A pesar de su tamaño son muy poderosos y habitan cerca de esa zona; son muy avariciosos y de seguro que no dudan en emplear todo su poder para conseguir lo que quieren. Apuesto a que querrán tu espada y tu escudo y que no cejarán en su empeño hasta tenerlos y tú puede que salgas mal parado.

Jesré–aser hizo un alto en el relato para tomar un vaso de agua. Daniel le observaba atento.- No sé qué ocurrió con esos aventureros, pero ninguno volvió nunca. Quizás se encontraron con los orcires y se resistieron a darles lo que pedían, eso no creo que lo sepamos nunca. Pero lo que está claro es que se conocieron las desapariciones y todo el mundo comenzó a tenerle miedo a abandonar las poblaciones. Muchos de los que tenían casas en los campos cerca de aquí se mudaron a Ralen o a Somper y solo quedaron los que tenían casas cerca de las poblaciones. Nadie se atreve ya a llegar hasta aquí para comprar madera. Yo tengo que apañármelas cazando ciervos en el bosque y pescando en el río. Yo conozco los límites que no debo pasar, sé que a veces los orcines bajan al bosque, siento que están presentes porque emiten ruidos que no hacen los animales. Cuando pasa eso me retiro, no me gustaría encontrarme con ellos y creo que había algunos por el bosque cuando te encontré. Es por eso hijo que deberías pensártelo dos veces antes de tomar esa dirección.

- Tengo un deber que cumplir y es preciso que me dirija hacia las Tierras Desconocidas –dijo Daniel mirándole fijamente a los ojos.
- De acuerdo hijo, no soy un entrometido. Te llevaré hasta el paso de montaña del Endter, es el último punto del valle; a partir de allí tendrás que bajar la ladera del Endter y dirigirte hacia donde te plazca. Ya ha anochecido, quédate si quieres esta noche en mi casa. Hay una habitación libre y te conviene descansar.
- No tengo dinero con el que pagarte.
- No te preocupes, me conformaré con que me cuentes qué hay mas allá de este valle si vuelves.
Ambos cenaron carne de ciervo cazado por Jesré–aser y también tomaron algunos frutos silvestres que había recogido él mismo. A Daniel le recordaban las moras, por su tamaño y color parecido. Sin embargo, estos tenían un sabor agridulce.
- ¿Te gustan los fristers? –le preguntó Jesré–aser mientras señalaba a los frutos.
- Sí, tienen un sabor peculiar pero están buenos.
- Puedes comerlos siempre que tengan ese color oscuro, pero evita cogerlos cuando se presentan verdes porque son venenosos; aunque supongo que ya sabrás eso.
- La verdad es que no lo sabía, no soy del valle, vengo de otro lugar.
La confesión de Daniel desconcertó a Jesré–aser.
- ¿De donde procedes entonces? –le preguntó lleno de curiosidad.
- De un lugar muy lejano, tanto que desconozco hacia que dirección se encuentra o como volver hasta allí.

Jesré–aser no comprendía muy bien como podía ocurrir eso, pero tampoco le dedico mucho tiempo a intentar averiguarlo. Él, al igual que Daniel estaba cansado y no tardaron mucho en dirigirse a sus respectivas habitaciones.

Daniel se tumbó en una vieja cama, si es que se le podía llamar cama a esa tabla cubierta de un montón de paja que se encontraba en medio de la habitación. Daniel sin embargo se durmió pronto debido al cansancio que tenía. Un viento gélido corría fuera de la cabaña e invadía el cercano bosque, las cimas de las montañas y, en general, todo el valle de la luz; una vez dormido Daniel comenzó a llover.
No te preocupes Peter Anderson, esperaremos a que puedas poner los capítulos ^^ Estos dos me han gustado en especial, esto de que Dani empiece a moverse ¡¡me emociona!! xD
Si Wang-mu escribió:No te preocupes Peter Anderson, esperaremos a que puedas poner los capítulos ^^ Estos dos me han gustado en especial, esto de que Dani empiece a moverse ¡¡me emociona!! XD


Me alegro de que te gustara Si Wang-mu, en principio no creo que tenga problemas para ir posteando aunque seguramente hasta dentro de 2 o 3 semanas no tendré el problema resuelto del todo pero me las apañaré.

PD: Llamamé Peter si quieres, así me llaman mis amigos ;)

2º PD: Mañana más capítulos. :-)
Peter Anderson escribió:

2º PD: Mañana más capítulos. :-)


Ya tengo ganas de leerlos ^_^
Qué bien, ya empieza el movimiento. En verdad pobre Daniel, quién le mandaría caerse por el barraco :Ð

Espero que se solucione pronto lo de tu ordenador y no te preocupes que estamos esperando los próximos capítulos.

Un saludo!
darzia escribió:Qué bien, ya empieza el movimiento. En verdad pobre Daniel, quién le mandaría caerse por el barraco :Ð

Pues si, jejeje. La que se le viene encima es buena...

Ahí va el capítulo 16.
5 respuestas