CaraCorteza

1


Antes de que yo pensase en escribir este cuento cada letra que lo compone conocía cual iba a ser su lugar, igualmente cada uno de los personajes sabía que todos los eventos se alineaban empujándolos a lo inevitable.


¿Por qué me siento ante el folio en blanco y creo este mundo irreal?, ¿Por qué he incluso inventado una enfermedad?.
Porque yo soy el primero que me he visto empujado a lo inevitable, pero dime ¿Qué buscas lector en estos folios que, afortunadamente, no se te presentan en blanco?, llegar al momento al que te han empujado una cadena de acontecimientos.
Digamos que la elección es una ficción a base de hilos de seda, que lo que llamamos libertad es un fuerza que nos empuja hacia un objeto, que hace mucho, cada uno eligió involuntariamente.


Estas elecciones te han forzado a que ahora sepas que en tu imaginación hay un niño, cabello rubio y piel pálida, ¿Qué edad dirías que tiene?, digamos que seis, ¿Y tiene nombre?, evidentemente sí. El niño que corre y levanta el albero del parque donde todas las tardes juega se llama Carlos Cortaran, hoy lo hace especialmente rápido, hace sol y calor, sin embargo no es necesario que te encariñes mucho con él, en unos pocos renglones estará muerto.

Si este parque concreto sobre el que Carlos esta corriendo, levantando una humareda amarilla es circular no podemos dudar que Anita está sentada en una esquina, ¿Desafía a la geometría?, mas bien a la óptica y es que todo viandante, mendigo, muchacho, borracho, padre o mujer no puede evitar que su mirada vaya a esa niña de 8 años, de pelo denso y negro que cubre su cabeza, ojos verdes, aún inocentes, y cuerpecito que grita flexibilidad, tantas miradas tan dirigidas deforman el parque, su recuerdo, haciendo que Anita Mateus permaneciera eternamente en la misma esquina, estática en la infantil gracia.


Carlos estaba enamorado, como lo hacen los niños, de vez en cuando su carita se trastornaba, se llenaba de pena. Un pensamiento le asaltaba. Hola Anita ¿Quieres jugar conmigo?, claro Carlos, tengo un cubito rojo donde cabe muchísima arena, ¿Puedo verlo?, ¡Claro Anita!, ¿Me lo vas a regalar?, Sí Anita, como no…
Ese 7 de Septiembre el maldito dialogo se repitió 12 veces en la cabeza de Carlitos, era un buen día, el 5 sonó 34 veces en la mente del niño, con una voz monótona, percutora, con imágenes llenas de contento.
Cuando unos meses antes la idea había nacido en su cabeza el cubito era amarillo, pero de tanto uso que le dio acabo deformándose, tornando a rojo.



Un día, era 10 de Octubre, acabó ocurriendo la escena mental, nada mas finalizado sabed que Carlos habrá muerto. Nadie sabe exactamente como la pelota de tenis fue a parar al regazo de Anita, quizás la pobre esferita estaba enamorada también, tampoco se conoce el misterio encerrado en cada pasito de la niña, el motivo que la indujo a plantarse ante Carlos Cortaran, extender el brazo moreno, y ofrecer la pelota, creyéndole su dueño.

Hola Anita ¿Quieres jugar conmigo?.

No, eres un niño chico. Adiós. Anita Mateus se giro, corriendo hacia su esquina.

Ana da pasos largos, y todos ven que es verde, Ana se sienta, la pelotita cae de la mano de Carlos y es verde, Ana toma su muñeca, de la frente de Carlos nace la hoja lanceolada y es verde, Ana es feliz, la madre de Carlos llora cuando le toma, es verde, Ana sonríe, Carlos Cortaran ha muerto, Caracorteza, Caraárbol… Nombres que no conocen bautizo nacen, teñidos de verde.
La Dermatitis verdilis surgió en el niño, ahora es un enfermo, el niñito está muerto, es un cadáver con una hoja en la cabeza.

La elección del niño enamorándose, tu decisión de leer este cuento, mi iniciativa al escribirlo… infinitos eventos se han coaligado para condenarlo a la infelicidad.
No entiendo la muerte del niño ¿Anita le transmite una enfermedad que le transforma a él en algo parecido un árbol al darle la pelota?
Bueno, en todo caso, absolutamente todo lo que está a nuetro alrededor es fruto de una serie de acciones concatenadas en las que puede o no intervenir la voluntad humana. ¿No?
Curioso estilo, rozando lo metaliterario. Gracias por compartirlo porque ha sido una grata experiencia leer este texto. Y esa muerte no sorprendente porque el narrador explicitamente la ha anticipado (creando la conveniente gana de seguir leyendo para saber el cómo) pero sí que resulta absolutamente desconcertante por surrealista.

Yo repasaría la ortografía, atención a que no tiene por qué ser mayúscula la letra con la que comienza una pregunta. El símbolo de apertura de interrogación no es como un punto, ni tampoco como el símbolo de cierre de interrogación.
Visto que alguien lo lee me animo a seguir colgando capitulos :) :

2


“Cuando vengas yo no voy a estar” “Cuando vengas yo no voy a estar” “Cuando vengas yo no voy a estar”, hasta mil cuatrocientas quince veces esta escrito en el cuaderno azul, en el amarillo treinta y ocho mas, en el naranja catorce menos que en el primero, con trazos groseros, negros, indefinidos.
En la pared norte esta treinta y ocho veces, dos mas que en la sur, tanto la este como la oeste son enormes ventanales, y Carlos prefirió no ensuciarlos con el rotulador negro con el que ya ha pintarraqueado el pequeño cuarto al que llama casa.

La cubierta del cubo es de vidrio, una casa tan luminosa le permite a sus hojas que sean grandes, muy verdes, robustas.
Para que las raíces brotantes de sus pies tuvieran donde asirse dispuso que el suelo fuera terroso pero firme, para caminar con comodidad, no había mobiliario, excepto un grifo que ha estado goteando durante cuarenta y ocho párrafos, inundando la pagina… hace aguas, la tinta donde se describen los frutales que rodean la construcción se ha disuelto, ya no conoceremos a los vegetales, quedarán olvidados, Carlos no volverá a llamarlos hermanos.

Sin embargo si quieres ver un árbol te basta con mirar al señorito Cortaran, con sus 33 años es casi un olivo, su torso esta retorcido y áspero, sus manos verdes por las capas de hojas, su pelo perdido entre la maraña de flores que hacen las veces de corona, camina ahora muy lento por tu cabeza, las raíces van arrastrándose y fuertemente hacen un movimiento casi hidráulico para atarse a la tierra y condenar a su amo a la inmovilidad, a levantar los brazos y dar fruto.

Su voz es verde, “Cuando vengas yo no voy a estar”, “te has muerto”, “Cuando vengas no voy a estar”
, repite una y otra vez.
Mientras repetía la cantinela camina sobre el camino que llega hasta el cubo, en torno a él una alfombra verde de césped comienza a invadir el cuadrado y casi llega ya hasta el grifo.

Por las noches no caminaba, sino que se sentaba en la puerta, y escuchaba, tanto había repetido la frase por el día, que cuando el sol caía el mundo le repetía “Cuando venga no vas a estar”, eso le llenaba de felicidad.

A las 11 de la mañana de hoy, después de haber hundido los pies en un barreño a rebosar de agua fría, bebiendo a través de sus raíces, no ha salido al patio y dicho cincuenta y nueve veces “ Cuando vengas no voy a estar” alrededor de casa. Ella no iba a ir, estaba muerta.
Sí intentó salir 7 horas después, aunque lo consiguió a la novena, tras vencer el ritual que suponía ponerse la ropa de una persona, forzar a las raíces a entrar en los zapatos, torcer sus propias ramas para que no rompiese la camiseta amarilla que tampoco usaba, con un cepillo, que todas las hojas y flores estuvieran bien alineadas…



Estos cuidados aunque son muy dolorosos al principio, después, se dulcifican, la presión que genera la ropa le hace sentirse cómodo, robusto, no es por lo tanto el sentido del tacto el que consigue que Carlos esté frunciendo el ceño, se levante y rompa uno de los pequeños cristales cuadrangulares que forman el ventanal oeste, es el sentido de la vista el que le atormenta, desde la última gran depresión, cuando al olmo de la colina le cayó un rayo, su retina esta verdeada con clorofila, mirar para Carlos es un dialogo desagradable, cada pregunta que hacen sus ojos tiene como respuesta: “eres un árbol”.

¿Qué camino tomará para encontrarse con ese hombre que tanto se parece a Woody Allen?, debéis saber que desde su cubo hasta al bar donde quedaron hay dos posibles caminos, campo a través o cruzando la plaza mayor, los que penséis que tomara la primera ruta sabed que llegará tarde, irá diciendo a cada planta, tomándola, Sí… Cuando venga ya no estaré…Ella ya no va a venir, te comprendo, dice el vegetal, sin embargo, si prefieres que tome el otro camino va a llegar a tiempo, pero la corteza que cubre su cara estará magullada, una acera demasiado resbaladiza para algo que no sabe bien si es persona o vegetal.


Ya tome el primero o el segundo el resultado es el mismo, el placer que siente al entrar , cuando el aroma a café penetra todo en él, no puede beberlo, sin embargo le gusta y es que definitivamente ese local le hace sentir bien, adora ver como sus hojillas son de color similar a las barandas que rodean el patio, una, dos, cinco, siete mesas, sobre un suelo de piedra negra, bastante gastada, muchos pisotones. Ahora mismo del desgaste del suelo se encarga un grupo de camareras, la que causa más curiosidad al espectador se llama Vicky, es Soriana, y fue a parar a esta historia buscando un poco de aventuras, encontró por el contrario 79 centímetros cuadrados de tatuaje que adornan su cuello y mejillas, impuestos por necesidades del guión…
Sería de gran gusto decorativo por parte del dueño hacer que sus empleadas ejercitaran su fuerza y resistencia física, ocupando el lugar que ahora toman las columnas verdes, son seis, que largas, suaves, unen la planta volcánica con la claraboya que hay por techo, maravillosas cariátides serían.



Bastó que Carlos se sentase en la mesa 7 para que rápidamente la Soriana fuera a llevarle la botella de agua mineral fría, que era una constante cada tarde, no no , hoy tráeme café, Vicky mira muy extrañada: Alfredo, Caracorteza quiere café ¿ Se lo pongo?, allá él dice, con cara de curiosidad.

Pocos lo saben, pero lo beben a diario, y es que la espumosa corona del café no es más que caramelo.
A cierta Presión y Temperatura el azúcar del café por procesos Físico-Químicos llega a esa textura, curioso, ¿verdad?

Hablemos de un café en concreto, se lo acaban de llevar a el hombre árbol y es el tercer ocupante de la mesa 7, está caliente, me quemo las neuronas solo de imaginarlo y ese vaporcillo que le sale me empaña las gafas, contenido dentro de un vasito que tiene forma de seno femenino sin pezón, sobre un plato blanco de porcelana lacada, que se apoya en una mesa de mármol veteada, sin embargo esa esencia amarga no sabe que tantos objetos se han puesto de acuerdo para que el exista cómodamente. Solo puede sacar los ojillos que son las pompas en la espuma y ver a su derecha un hombre raro y verde y por otro a Álvaro Fanjul , Psiquiatra, pequeño, descompensado, medio calvo, atiende a Carlos desde su último intento de suicidio, tragó pesticida.





-Al fin –Dijo el enfermo.
-Tráfico.
-Vivimos en un pueblo Alvaro…
-Vengo de la ciudad, del psiquiátrico.
-Odio ese sitio.
-Yo ya me acostumbré hace tiempo, quiero ayudar a los internos.
-Es más fácil para el doctor que para el interno.
-Sí, pero es menos necesario para el sano que para el enfermo. ¿Cómo estás?
-Mi padre era un árbol que sabía escalar paredes, mi madre vivía en un primero, ecuación sencilla…, además, ella me lo confeso, estoy mejor.
-Bromeas -una sonrisa llena la cara redonda del doctor- hace mucho que no te oía, me alegro de que sigas la medicación.
-Bueno, en parte quiero hablarle de eso.
-Cuéntamelo de tú, Carlos.
-Está bien, hablarte… He dejado la medicación, mira la sorprendida cara de su interlocutor, y no voy a volver a tomarla nunca mas, sonríe.
-¿Y cómo te sientes?
-Bien…, Pasó algo hace dos semanas, ¿Quieres un café?
-Sí, ¿Qué pasó hace dos semanas?.
-Bueno…antes de contarlo me gustaría decirle… decirte algo, sabe que aunque Santiago me visita y me llama estoy bastante solo, quizás lo haya oído muchas veces, pero, mas allá de ser solo un terapeuta se porta tan bien conmigo…
-¡Ya, ya!, Carlos, soy tu médico aunque tome café esta tarde contigo.
-Si, déjeme acabar, no es mi amigo. Es mi doctor, el que me atiende, pero es la única persona que me escucha, los niños en vez de tirar piedras me huyen, ríe, se acaricia nervioso una rama que tiene en el pulgar.



-Un segundo, camarera, ¿Me trae un café?, cortado por favor- Vicky se dirige a la máquina y compacta el polvo negro, el café está en el aire, Ernesto lo huele.-Sigue, Sigue.
-Pues eso, que me ha pasado algo maravilloso que necesito contar pero me hace sentir culpable.
-No es la primera vez que te sientes culpable, le mira fijamente esperando que continue mientras recibe el café, gracias. Vierte el azúcar sobre la crema, la cuchara metálica tintinea en el vidrio.
-Ya… pero me siento culpable porque estoy mejor, eso es lo raro.-Álvaro calla y mira las ramas.
-Mira… escucharé todo lo que me quieras decir a condición de que vuelvas a tomar la medicación.
-Me estoy curando.
-Que rías no es que te estés curando.
-No…es que… me está saliendo nueva piel y tengo menos ramas.
-¿Sí?, ¿Seguro?, aunque el doctor intentaba sonar convincente sólo llegaba a conveniente.
-Sí, el corcho de sus pómulos se resquebrajaba, era la sonrisa mas plena que se veía a Carlos… la boca llena de contento, y me apetece contarlo, pero…

Carlos calla un instante, suficiente para que Álvaro se trasladara mentalmente al número 6 de la calle Nómada. Su amante le espera ahí, y aunque la historia de Carlos le intriga prefiere las piernas de Patricia, en realidad, aún no se ha creído su mejoría, aún es temprano, podré llegar a tiempo.




-Doctor…¿está bien alegrarse de una muerte?.
-Dudando, los científicos no discutimos sobre bien y mal, para, bebe, si se lo preguntas a tu psiquiatra, si es una pregunta personal te diré que depende.
-¿De qué?.
-Carlos… ¿A quién has matado?, ríen juntos.
-¡A nadie aún¡…en serio ¿está muy mal?, es decir, puede tener relación con la enfermedad
-Alegrarse por eso…depende, por ejemplo de si se ha participado o no en el acto, o si se saca beneficio o es solo por puro morbo… no lo sé, no soy filósofo. Además lo tuyo es un trastorno de tipo depresivo, no tienes que ser un psicópata para que intente curarte.
-Habría que fusilarlos a todos.
-¿A los filósofos?
-¡Claro!, solo complican la vida.


Álvaro Fanjul es un feo sin encanto… Ahora mismo os está engañando, como suele engañar a su mujer.
Aunque se ríe no se divierte con Carlos, está asustado, ¿Había hecho una locura?, Debería tomar la medicación, ¿Por qué no puedo ayudarlo?

-Bueno, cuéntame ya que te pasó, ¿no?.
-Me dieron una noticia, alguien ha muerto, y me produjo alegría, liberación. ¡Me estoy curando!
-¿Quién murió?.
-Carlos cierra los ojos y aprieta los dientes, lleva la vida y ni muerta y fría va a entrar en mi casa, Ríe, “yo ya no estoy”.
-Carlos ¿Qué has hecho?.
-Se murió, grita, todos los clientes le miran, se jodio, la jodida Anita Mateus, se ha muerto, ya no tendrás mi cubito, ríe a carcajadas, no se asusten ustedes, sólo hablo con mi amigo, sonríe nervioso


Aunque lo que dice no tiene sentido, y grita, y se pone en pie para decirlo y todas sus ramas están en tensión, las hojillas encrespadas, los ojos rojos, inyectados, los puños apretados, las uñas casi haciendo sangran las palmas, las piernas bien clavada con las rodillas duras. Aún todo lo anterior, es frío cada vez que repite que se joda, bajando su tono, acercándole al Psiquiatra, me curo, le dice bajando su tono de voz, ella se muere y yo me curo, cuando sonríe lascas de madera saltan de sus mejillas.

-Cálmate Carlos, me estás asustando.
-¿Calmarme?, llevo la vida calmado.
Mmmm.... me ha sorprendido gratamente, la verdad. Tienes un estilo extraño, lioso, enrevesado, pero me gusta y me hace leer más atentamente y creando en mi cabeza imágenes como poco surrealistas.

¿Tendremos próximas entregas, Spartiata? :)
3


Si los niños son crueles y a la vez susceptibles debemos interpretar ese fenómeno como una paradoja.
Si tomamos como premisa que no existen paradojas, sino observadores Miopes pueden darse tres casos, que los niños no sean crueles, que no sean susceptibles o que sean y no sean niños a la vez.

Antes que nada digamos qué es un niño, y sobretodo qué es él con relación al mundo en el que vive.
Se podría decir que la realidad es una matrona que corre con un vestido ajado tras unos pequeños individuos que se ríen de su seriedad, ¿Qué diría tu mundo, si en vez de aviones de papel vieras cazas de combate, si en una nube tigres, leones y dragones, escupiendo fuego en forma de confeti?
Los niños, si por la matrona fuera, serían condenados, nada mas nacer a pena de vejez, sin conocer el juego , el marearse por puro gusto, las ilusiones… los niños no respetan a la realidad, asaltándola con su imaginación.
Podemos comprobar este hecho con una simple observación, el niño es la más libre de las criaturas, porque aunque su cuerpo es débil y puede ser sometido con facilidad su mente es una pasta sin molde fijo que tiende a desparramarse, a manchar cada rincón de la cocina, cuando el niño se hace hombre adquiere conocimiento y experiencia, y cada nuevo dato es una cadena que le ata, le une, y hace que entienda la realidad, y en consecuencia mata la opción de superar su propio horizonte, la masa se mete en su molde de cristal, se hornea y se obtiene un adulto bien formado, aunque pocas veces son esponjosos.
¿Me preguntarás ahora si para ser libre hay que se ignorante?, sí, vas a hacerlo, y yo te responderé que no, para ser libre hay que desparramarse, que nada escape a tu mirada, a tu curiosidad, juega con la realidad, se un artista.

“Sin Embargo”, curiosa expresión que viene a decir que no hay perdida, cuando iba a escribir la frase “Sin embargo en esta clase de niños de 11 años todos han madurado rápido” me di cuenta de la mentira, si han madurado todos han perdido su niñez, la verdadera frase debería ser.
Con enorme embargo cada uno de los niños de 11 años de la clase de Carlos han madurado con prontitud, sus madres le han aleccionado bien en el miedo a los distintos, como bien creen saber las madres lo de Carlos es malo malo de verdad, contagioso, se pega, te mata y deja sin nietos, no sirvió que los medicos las desdijesen, el maldito se sienta al fondo de la clase, y ser su amigo se paga con la muerte.
El maldito aun es rubio, y aunque la hoja lanceolada solo tapa un poco su cabello él se siente totalmente eclipsado, así que prudentemente no se relaciona con ninguno de las 15 niños,y menos con las 7 niñas, que por añadidura son feas, tontas y no juegan al fútbol en gimnasia, en realidad él tampoco, su madre tiene miedo de que pueda hacerse “mas daño del que ya tiene en la frente”.



Santiago por su parte es un gordo cabrón, puede que parezca vulgar, pero a ojos de sus compañeros es lo que es, una inmensa bola de grasa, blanquecina, pelirroja, que sigue viendo los ultrachoperman, serie de animación infantil, que no sabe jugar al fútbol y siempre suspende matemáticas.
Quizás por pena, por misericordia caminaba hacia Carlos para hablarle, quizás le daba pena verle solo, quizás… quizás es solo lo que uno piensa, yo que soy el escritor te diré el porque Santiago se acerco a Caraarbol, y no eran buenos sus sentimientos.



-Carlos, ¿Por qué miras al techo todo el día?

Le mira, ¿me interroga?, sin duda viene a reírse de mi, ¿Qué tengo para des… , mejor no responder, pero pareceré un loco, están jugando conmigo ¡Qué culpa tengo yo!

-Problemas de cuello. ¿Por?

-Te veo todo el día mirando hacia arriba y pensé que podía tener que ver con tu otro problema.

Mi problema dice el cabrón, y son ellos los que no pueden para de mirarme la hojita, ¿Por qué saldrá siempre de nuevo?, parece que a mi papa no le gusta tampoco, en realidad siempre…

-No, no tiene que ver.

-Tengo que volver a mi sitio, a acabar la tarea.

Vete con tu puñetera madre y no vuelvas, todos me queréis para lo mismo, para reíros de mí, ¡que ganas! De largarme de este pueblucho donde solo hay basura…

-Bueno… te veo en el recreo, sonríe Carlos.

-Vale

No se había alejado esa espalda magra de Santiago mas de 3 metros cuando ya Carlos estaba hundido en las infinitas capas de cal del techo, de esta forma no se daría cuenta de cómo todos le miraban y se reían de él. No sería apedreado, escupido, humillado en su imaginación.
No había Santiago caminado dos metros cuando ya sabía que Carlos miraba el techo, lo que no sabía era el motivo que le agarraba el cogote y dirigía su mirada hacia algo tan aburrido, quizás por eso se acerco a él. Si te encuentras a Santiago por la calle dile que Carlos temía las risas y los insultos de los otros niños, que mirando hacia arriba, el pensaba que la hoja se le notaba menos, a lo que te responderá que hacía mucho que ya nadie se mofaba de él, estaban demasiado asustados, te dirá que si el Cortaransito con sus 11 años hubiera dicho dadme vuestro amor, todos se hubieran sometido, asustado de que pudiera escupirles y matarlos inevitablemente.

Santiago se acerco porque no tenía nada mejor, ¿Qué opción le queda a los gordos, sino los amigos que otros desechan?, ¿Qué opción a las feas sino los hombres que nadie quiere?, ¿Qué opción a las feos sino las mujeres que cobran?, y si eres feo y pobre… las sidosas cobran barato.


Aunque una amistad sea por necesidad, y porque no tengas nada mejor todas siguen un proceso mas o menos similar entre los niños, una sonrisa, un apretón, una broma, un diálogo que no dice nada, un día, pegarle a otro niño mas pequeño, mirarle las bragas a la profesora…
¿A Carlos también le movía no tener nada mejor?, no, le movía la curiosidad, no sabía que era eso de alguien que le hablaba, le escuchaba, le contaba lo último de los ultrachoperman… Todos hemos estado solos alguna vez…

Te he dejado que leas esto gratis, no tienes derecho a mirarme con extrañeza, sí, querido lector, sé que ya sabes que el pequeño Cortaran está condenado a la infelicidad, pero no todo fue malo siempre.



A la salida de la escuela, cada día, Santiago era acompañado por el niño de la hoja en la frente, obtuvo cierta celebridad en el barrio, Carlos, para estar con su amigo recorría 248 metros mas de lo habitual y disfrutaba del almuerzo siempre frío, sin embargo gozaba del catalogo completo de mentiras infantiles masculinas, que iban desde “le bi las tetas a mi prima la pechugona”, hasta “conducí la moto de mi ermano”.
El oyente sabía que todo era engaño, sin embargo no podía parar de fingir que gozaba con los sórdidas juveniles mentiras, conseguía erecciones que le dolían cuando pensaba en lo que le decía, pero mas se excitaba, aunque no sexualmente cuando pensaba en que alguien le hablaba a él.

La tragedia es algo así como un chiste mal contado, ponlo en el momento que quieras ponerlo ninguno de los presentes reirá, desafortunadamente se abusa de la palabra tragedia, todo es trágico, el niño que se muere, la mujer a la que pegan, la patera que se hunde, cuando verdaderamente las situaciones sin pizca de gracia se le presentan a los mas vivos, los sufridores están de ante mano un poco muertos, sin embargo si eres vital, activo, y te quitan una brizna de aire… eso si es un tragedia.

En esencia cualquier cosa que le ocurra a nuestro protagonista no es trágico .Cuando se agarro a Santiago gimiendo la situación resultaba a los niños muy graciosa.

¿Qué haces Carlos?, ¿lloras?, dime ¿Qué te paso?, tío que me llenas el hombro de babas, vale, te abrazo, te han pegado, perdona, raspas un poco, joder, te noto la cara rara, no te tapes, así no podemos hablar, anda, sabes que puedes contar conmigo, tío, te estas poniendo marrón, llamaré a mi madre, no me agarres, bueno está bien, pero tienes que contarme que te paso, … , en serio me preocupas… tienes como corcho en la cara…

Cuando la dermatitis dervilis paso de ser una hojita para convertirse en toda una piel a base de corcho unas palabras salieron de su boca.

Santiago, mi padre ha muerto y tengo la culpa.

Tardo muchos años en comprender que los niños no causan infartos en borrachos fumadores, tardo menos tiempo en saber que antes que su enfermedad comenzase su padre no bebía y no fumaba.





A Talita:

Si a la gente le interesa sí :P
Los dos primeros párrafos son extraordinarios, Spartiata.
Hay por ahí un par de faltas que se pueden corregir, tilde en algún "sé" que se te escapó. Me ha gustado también el recurso que usas en la conversación entre Santiago y Carlos, imitando en cierto modo el lenguaje de los niños con esas faltas de ortografía.
4

Suponer es una ejercicio de vanidad, es poner un intento de verdad en el lugar de la ignorancia, si quieres contar buenas historias miente, como un condenado, ¿A quién no le gustan los vanidosos?
Decir que el sol se hunde es una suposición, para escribir verdades diremos que el calor dejo de entrar por las ventanas de ese bar que ya conoces y donde Carlos se ha calmado.
Cuando la temperatura baja, por falta de luz, las cucarachas buscan un sitio cómodo y aclimatado, ya sea cerca del condensador del refrigerador, ya entorno a la maquinaria industrial del artesano café.
Detrás de la barra el juego es el mismo, no son artrópodos pero también dan asco, los habituales alcohólicos, los locos, los pseudo intelectuales…La barra es negra, sucia, y en ella se apoya una gorda mujer-cucaracha de 110 kilos, siempre empapada en whisky, mira a Carlos, todos le conocen en el pueblo, de pie riendo, a su lado un hombre mínimo… ¿Qué serán ellos dos, ratas o escarabajos?, ¿Dónde perdiste tu dignidad, mujer cucaracha?


-No puedes culparla a ella, ¿ Qué tal si vas a la consulta el lunes?, creo que otra medicación…
-No, estoy bien.
-Se acerca,- baja el módulo de su voz- ¿Te estás viendo?, necesitas medicina.
-¿Las que te atontan?, esas medicinas me hacen sentir mas vegetal que la enfermedad.
-Por favor Carlos…
-Por favor, escúcheme.
-Bien, esta bien.
-Rápidamente: acepto el riesgo que venga, pero es que me siento mejor.
-¡Y me alegro!, pero no quiero que te hagas falsas esperanzas, conozco un dermatólogo, el doctor Sánchez, ¿Lo conoces?.
-Conozco muchos médicos…
-Es especialista en casos raros, ve y que te haga una progresión.
-Si el lo acredita…¿Me creerá?.
-Le creeré a él, sonríe.
-Entonces vale.
-Carlos, tengo un poco de prisa… Me termino el café y me marcho.
-Sin problemas, ¿Qué hacemos con lo del dermatólogo?
-Sigues sin teléfono, ¿no?
-Sí… pero en cuanto este más sano me compraré uno.
-No sabía que tuvieses problemas auditivos.
-No lo tengo, pero me dan vergüenza… mis manos, me intimida usarlas como las personas “normales”.
-En cuanto puedo telefonearé a Sánchez y en cuanto sepa algo me paso por tu casa y te digo, ¿ Te parece?
-Sí, doctor sí.
-Ya me paso entonces, cuídate, pago yo.
-No se preocupe, nunca me cobran, atraigo a curiosos.
-Cabrones…pagaré de todas formas, cuídate,
-Si…cabrones…pero a mi me sale gratis, sonríe.
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