Queridos Reyes magos:
Supongo que ya soy mayor para estas cosas... Hace ya muchos años descubrí la verdad sobre vosotros, pero supongo que siempre queda un resto de ilusión en todo, no?
Aún recuerdo mis noches de Reyes, cuando era pequeña, que intentaba mantenerme despierta, pero acababa siempre arrojando la toalla... Y a la mañana siguiente, con la certeza de sentir aún vuestra presencia, corría hasta los vasos de leche que os dejábamos cada año, para que pudierais reponer fuerzas durante el largo viaje.
"¡Se lo han bebido todo!" Decía yo admirando absorta el vaso vacío. Y tras este ritual, me disponía a desempaquetar los regalos prometidos.
El hecho de saber que todo aquello no era más que un bellísimo cuento me entristeció, y sin embargo, incluso hoy pienso que gracias a esa ilusión de los niños, que se refleja en sus rostros al comprobar que os habías bebido toda la leche, la navidad tiene otro significado menos superficial; el hecho de hacer regalos o felicitarse por ser el día que es tiene menos importancia.
Por eso quería daros las gracias, aunque sé que tan sólo sois una historia, me gustaría volver a tener la seguridad de que leereís esta carta...
FELIZ AÑO
