Castillos en la arena

Recuerdo aquél día en que la brisa corria fria por la playa. Paseabas despreocupada y jugueteabas con las crestas espumosas de unas olas que rompian enfurecidas sin poder alcanzarte. Las manos refugiadas en las mangas de un cálido jersey de lana virgen y un tibio rubor en tus mejillas. Batallando con el persistente mechón de pelo que intentaba alcanzar tus labios.
Aquel día yo hice un castillo sobre la arena. Con altas almenas , que protegieran mi tesoro de la furia del destino incierto. Y un foso de agua salobre lo rodeaba para impedir que el abismo del mundo agreste entrara a perturbar la paz, que dentro, buscaba un poderoso caballero curtido en mil batallas.
Pero aquel señor, desde lo alto de su torre, veia como el mar le amenazaba. Y se sentia sin fuerzas para salir de su refugio y presentar batalla. Tales eran las heridas que , aun abiertas, a su templo lo aprisionaban.
Pero a la noche la súbita subida de la marea acabó con el sueño moldeado en la arena. Fragil y pretencioso, que un dia pretendió desafiar al mar y este lo enguyó sin dejar rastro.
Y tú, sin embargo... explicame, mujer, como puedes juguetear con las olas sin mojarte los pies.
¿porque lleva sandalias?
Perdoooon.. pero me lo has puesto a huevo.
Solo puedo decirte que me ha llegado, me siento identificado con la fragilidad del "caballero". Como a todos, más de una vez me han derrumbado las olas.
No me disgusta en absoluto, aunque le pondría un único pero: el uso de tantos adjetivos descriptivos en un texto tan pequeño. Saludos!
Ya te he dicho que me encanta como escribes, pero que prefiero tu poesía a la prosa :p :p :)
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