Para fans y no tan fans (aunque mejor si eres fan, claro) llevo 9 años gestando una historia que ha pasado todo este tiempo forjándose en ésta, mi humilde perola.
Se trata de un fanfic largo, ojo, los 20 capis (Sin contar prólogo e interludio) que llevo escritos no son más que el principio, de modo que podeis haceros una idea
Disfrutad de la lectura de los 3 primeros episodios
Prologo: Amargo Amanecer
Tras una larga noche de espera, al fin los rayos del sol iluminaron los viejos muros de piedra de la hermandad; practicamente todos los residentes estaban despiertos, esperando el regreso de los 3 hombres y tres mujeres que, dos días antes, había partido a CastleVania buscando acabar definitivamente con el horror que asolaba Europa cada siglo. Por fin, cuando el sol iluminaba ya el patio exterior, sonó una voz en la radio que, entre interferencias, anunciaba su regreso, sobresaltando a todos los presentes en el salon principal.
- Se acabó, hemos destruido al principe de las tinieblas.
Un hombre, de complexión fuerte, pelo marrón despeinado y bastante ojeroso, se abalanzó sobre la radio, cogió el micro y empezó a hacer preguntas.
- ¡Helicoptero! ¡Aquí Marcus! ¿Me ois?
- Perfectamente
- ¿Ha acabado ya? ¿Se ha terminado de verdad?
- Ya lo he dicho líder ¿está usted sordo?
- ¿Ha habido bajas? ¿heridos? ¿como están todos? ¿Y Julius?
Se hizo el silencio por unos segundos, una pareja joven, él de pelo castaño largo y alborotado y ella rubia, se había acercado también a donde se encontraban la radio y Marcus; la preocupación de él era palpable.
- Helicoptero ¡RESPONDA! - gritó Marcus -
- Estamos llegando - contestó el hombre al otro lado con voz queda - será mejor que lo compruebe usted mismo, líder.
Aquello no era buena señal, la tensión aumentó tanto en la sala que era palpable, en apenas unos segundos se oyó por fin aterrizar al helicóptero no lejos de allí, y tras unos minutos que se hicieron eternos aparecieron por fin los miembros de la misión.
El panorama era sencillamente desolador.
Entre tres miembros y el piloto sujetaban dos camillas que portaban cuerpos completamente cubiertos por sabanas y que no hacían movimiento alguno, de hecho nisiquiera respiraban. Tras dejarlos en el suelo el más alto y corpulento de los cuatro, de pelo corto y barba rubios y que parecía dirigir el grupo, hizo una seña a los demás, que fueron a por la otra camilla.
Despues de que éstos se fueran empezaron a oirse sollozos en el gran salón; Marcus, completamente pálido, se acercó al hombre corpulento y a la mujer que se quedaron allí.
Pasaron diez segundos antes de que pudiera articular palabra.
- Kraus... Agueda... ¿Qué demonios ha pasado?
Kraus apartó sus ojos de los de Marcus, unas tímidas lágrimas resbalaron por sus mejillas y se perdieron en su barba. Agueda, de piel morena, pelo ondulado y ataviada con una armadura plateada que apenas se mantenía sobre su cuerpo, se tapó la boca y sollozó.
- ¿QUE HA PASADO? - Repitió Marcus -
No dió tiempo a que Kraus respondiera cuando llegaron los otros dos compañeros, una chica y un chico de pelo negro y ojos marrones, idénticos como dos gotas de agua, portando una camilla con otro cuerpo, dormido pero vivo, con el torso lleno de cicatrices y quemaduras.
- ¡¡JULIUS!!
Marcus y la pareja que estuvo junto a el en la mesa de la radio se abalanzaron sobre el cuerpo de Julius.
- ¡Julius! ¡Despierta! ¡Despierta! - gritaban los tres al unísono -
- No os esforceis, aunque despierte no os reconocerá - interrumpió Agueda -
- ¿Que? - preguntó el chico de pelo castaño sobresaltado - ¿y eso por qué?
Kraus dió un paso al frente
- Schneider, tu hermano ha perdido la memoria.
Fue como si ambos, Marcus y Schneider, hubieran recibido un mazazo en la cara, Marcus quedó paralizado, con cara de tonto, completamente aturdido, y Schneider pareció perder la fuerza en las piernas, siendo sujetado por su compañera.
- Y en cuanto a Victoria y Brian - continuó Kraus - fueron asesinados por Drácula durante la batalla.
Aquellas palabras pesaron más que cualquier otra mala noticia, hubiera dado igual que Drácula no hubiera podido ser sellado, hubiera dado igual que ni siquiera hubieran podido derrotalo, cualquier cosa, menos la pérdida de algún miembro del equipo.
- Pero... Julius... mi hijo... - contestó Marcus tras recuperarse de la impresión - cómo... ¿cómo ha podido perder la memoria?
- No lo sabemos - respondió Kraus - cayó inconsciente tras realizar el sello... tuve que sacarlo a rastras - dió un profundo suspiro - al despertar no recordaba ni su nombre.
- Ya veo - contestó la compañera de Schneider, que había mantenido la compostura hasta entonces - Si es una pérdida de memoria tal vez pueda arreglarlo.
Los rostros de Marcus y Schneider se iluminaron.
- Selene - contestó Agueda con voz quebrada - si Drácula ha tenido algo que ver, dudo que puedas, eres muy buena hechicera, pero no se puede luchar contra ese tipo de magia.
- Debo intentarlo - contestó sencillamente la muchacha.
Las siguientes horas pasaron arrastrandose agónicamente. Para Marcus, la tarea de comunicar la muerte de los difuntos a sus familias fue una experiencia terrible; Schneider simplemente se limitaba a pasear cabizbajo, mientras en la enfermería Kraus y Agueda se recuperaban de sus heridas gracias a los hechiceros blancos de la hermandad y, en una sala habilitada especialmente para ello, Selene ponía todas sus fuerzas en intentar restablecer la memoria de Julius.
Finalmente Selene y Schneider se reunieron en el patio interior, el muchacho no tardó en preguntar por su hermano, pero la respuesta de ella fue tan tajante como desalentadora.
- No puedes colocar un arbol que has arrancado si no lo tienes en las manos, la memoria de Julius no ha sido sellada... parece arrancada de cuajo.
Schneider no tuvo tiempo de deprimirse aún más, ya que casi inmediatamente Kraus apareció por la puerta del patio.
- Pareja, siento interrumpir, pero el líder quiere veros.
Schneider frunció el ceño ¿como podía Marcus llamarlos en un momento así?
No tardaron mucho en aparecer por su despacho, la expresión de Marcus hizo al muchacho comprender que aquella no iba a ser una charla de líder a subordinado, sino de padre a hijo.
- ¿Pasa algo?
- Verás... - Marcus se aclaró la garganta antes de seguir - Selene me ha comunicado la situación de Julius
- A mí tambien.
- He estado pensando... - titubeó - Schneider, yo ya no puedo usar el Vampire killer, ni siquiera puedo casi salir de aquí, mis deberes me lo impiden...
- Al grano - Schneider sonaba seco, su tristeza había devenido en enfado y no tenía ganas de conversar.
- He decidido que, en vista de que Julius no puede seguir, seas tú el portador del Vampire Killer.
Era lo que faltaba, Schneider se quedó callado mientras su mirada, clavada en su padre, se llenaba cada vez más de odio
- ¿PERO COMO DEMONIOS PUEDES PENSAR EN ESO AHORA? ¡¡¡TIENES DOS MUERTOS AHÍ Y TU HIJO, MI HERMANO, ESTÁ AMNESICO!!! ¿COMO DEMONIOS PUEDES SER TAN FRÍO?
- Es algo que tengo que hacer Schneider - contestó Marcus completamente impasible - no me gusta hacerlo ahora pero es necesario.
- ¡¡¡PERO SERÁS!!! - Schneider levantó el puño para atacar a su padre, en vista de la situación Selene no tardó en interponerse entre ambos.
- Ya basta - Interrumpió ella mientras se colocaba entre los dos - Schneider, él tiene razón, alguien debe llevar el Vampire Killer y sólo un Belmont puede hacerlo - Más relajada, lo cogió de los hombros y lo empujó ligeramente hacia atrás - Calmate por favor...
Sus palabras parecieron tranquilizarlo, ya que se separó un par de metros y empezó a dar vueltas por el despacho, tras un par de minutos se detuvo.
- Pero el Vampire Killer lo ha usado Julius para sellar a Drácula ¿Qué sentido tiene que yo pueda usarlo si no está?
Marcus sonrió, metió las manos en un cajón de su escritorio y sacó un látigo que despedía un brillo muy particular, la pareja se quedó anonadada.
- Este látigo - contestó Marcus a su hijo mientras lo empuñaba - es uno de los mayores secretos de la iglesia, existen tres, uno pertenecía a nosotros, el clan Belmont, otro al clan Morris y el último es propiedad de la hermandad - Marcus extendió el brazo hacia Schneider, ofreciéndole el arma - y ahora es tuyo.
Schneider aceptó el látigo, miró a su padre y asintió, tras salir de la sala y alejarse un poco, miró a Selene y, con voz apesumbrada, espetó.
- Yo quería ser el portador del Vampire Killer, pero no a cambio de mi hermano...
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Episodio 0: Decisiones
Habían pasado ya varios meses desde que Dracula fuera destruido. Julius, que sólo recordaba que la inicial de su nombre era J, fue ingresado en un hospital a fin de que pudiera hacera hacerse algo por su maltrecha memoria.
Kraus Van Helsing dedicó el dinero que recibió como recompensa a viajar alrededor del mundo, dispuesto a adquirir poder y conocimientos que le fortalecieran, en cuanto a Agueda y los gemelos, se retiraron y vivieron una vida tranquila, dispuestos a olvidar el horror de aquella batalla.
Por su parte, Schneider y Selene volvieron a su rutina habitual, criando y entrenando a sus hijos Simon y Erik en la Villa Belmondo de Veros mientras cobraban su sueldo estipulado por las cazas nocturnas de vampiros que llevaban a cabo diariamente.
Sólo una cosa había cambiado en sus vidas: El Vampire Killer.
Cada vez que Schneider miraba el látigo sagrado su rostro se hundía de pesar, pensando que lo tenía a cambio de perder a su hermano.
Era una carga demasiado pesada...
Pero aquella noche algo le causaba aún más tristeza, sabía que debía abandonar a su familia.
Tal vez para siempre.
Exactamente tres meses y tres días despues de la batalla de 1999 un castillo, diferente a CastleVania en aspecto externo, coronó la isla del lago neblinoso, rodeado por el Bosque del Silencio, y el terror se volvió a apoderar de los habitantes de Veros, Varaquia y Cordova.
Aquello supuso un duro golpe para todos los que confiaban en que la dura batalla que Julius libró hubiera servido para terminar de una vez con todo aquello; la hermandad, comandada por un Marcus exhausto, se puso manos a la obra en sus investigaciones sin sacar nada en claro, finalmente se llegó a la conclusión de que, si nadie entraba en ese castillo, jamás se sabría nada sobre él.
Un inesperado voluntario se ofreció a hacerlo, su nombre, Schneider Belmont.
Aquella noche era mucho más oscura y fría de lo habitual, los negros nubarrones tapaban una luna llena que relucía a duras penas y la lluvia golpeteaba los cristales de las casas de las cuales sólo una mantenía sus luces encendidas.
- Por última vez Schneider ¿Estás seguro?
La voz al otro lado del teléfono sonaba temblorosa e insegura, destilaba miedo.
- Completamente, alguien ha de entrar ahí - Contestó el joven Belmont con seguridad.
- No, ni hablar, no quiero perder a otro hijo por una mala decisión, jamás me lo perdonaría...
- Tú no has decidido nada, he sido yo.
- Pero ¿Cuales son exactamente tus intenciones?
- Destruir y sellar ese maldito castillo.
- Dios... - Marcus respiró hondo, su voz se quebró - Por qué demonios...?
- Lo sabes tan bien como yo, mientras haya un castillo ocupando ESE lugar no seremos capaces de dormir tranquilos, ni tu, ni yo, ni Selene ni nadie en el mundo. Sabes lo que significa que haya un castillo ahí.
- CastleVania
- Si...
Se hizo el silencio por unos momentos, era patente que ni el padre ni el hijo deseaban seguir adelante con aquello, pero como Schneider había manifestado, alguien debía entrar.
- Bien - prosiguió Marcus algo más calmado - redactaré y haré efectiva la orden enseguida.
- Muchas gracias papá - Contestó Schneider con una ligera sonrisa.
- ¿Que pasará con Simon y Erik?
- Los Fernandez se harán cargo de ellos hasta que volvamos, llegarán mañana por la mañana.
- Una cosa más, hijo
- Que
- Tienes que volver de una pieza, y es una orden prioritaria ¿comprendido?
A Schneider se le saltaron las lágrimas, asintió y colgó.
Tras relajarse un poco y terminar de colocarse la armadura subió al piso superior de la casa, en éste habían varias puertas, una de ellas estaba aun abierta y de ella salía una tenue luz, Schneider se acercó en silencio, dentro se encontró a Selene, sentada en un taburete y con una expresión de ternura en la cara, contemplando a un niño pelirrojo de ocho años que dormía tranquilamente en su cama.
- ¿Se ha dormido ya? -preguntó Schneider en voz baja.
- Hace rato - contestó ella - le ha costado dejar de leer - su sonrisa se acentuó.
Schneider sonrió, le encantaban aquellas peculiaridades de sus hijos, mientras que otros niños prefería juguetes o videoconsolas el pequeño Erik ya a tan corta edad era un ávido lector, no era una afición que el compartiera pero sin duda eso le hacía... especial.
Selene se inclinó y besó al pequeño en la frente, al hacerlo éste esbozó una pequeña sonrisa en sueños.
- ¿Vamos a ver a Simon? - sugirió.
Schneider asintió con la cabeza y ambos se encaminaron a la habitación de al lado, abriendo con sigilo la puerta. En la cama yacía pacíficamente dormido un niño de no más de 6 años y pelo negro abrazado a un peluche, una amplia sorisa se dibujó en la cara de ambos al verlo.
- Fíjate, parece un angelito...
- Si, cuando duerme - contestó ella riendo por lo bajo.
Tras unos minutos salieron de la habitación cerrando la puerta tras de sí, Selene se apoyó sobre la puerta, cabizbaja y con una triste sonrisa en los labios.
- ¿Estás segura de que quieres venir? - Preguntó él.
- Será lo mejor
- ¿Lo mejor por qué? - Estalló Schneider - ¡ya lo hemos hablado! ¡Aunque a mí me suceda algo tu podrás seguir... con ellos, podrás forjar otra vida!
Selene elevó la vista, unas lágrimas cristalinas caían por sus pálidas mejillas.
- No sin tí.
Schneider abrió la boca para decir algo pero no le salían las palabras, nunca era capaz de manejar esas situaciones.
- Quiero que nuestros hijos crezcan con su padre y su madre y sin ningún peligro que les aceche - continuó - y si ha de caer alguien en esta batalla seré yo... o los dos.
- ¿Por qué? ¿Por qué tú?
- Tu eres... Schneider Belmont... su padre... y ellos son Belmonts a su vez, han heredado tu poder y ya tenemos pruebas de ello. El clan ha de perpetuarse como tú mismo me dijiste hace años... y yo no puedo hacer lo que sólo está en tus manos.
- ¡Basta! - la interrumpió - En estos momentos el clan me importa una mierda ¡Me importas tú! ¡Y me importan ellos! ¡Me importa que sobrevivais! - la abrazó cariñosamente - Si fuera a morir sería feliz sabiendo que estais a salvo.
- Pero... - Contestó Selene - No me sentiré tranquila hasta que regreses, confío en Adela y Juan, sé que los cuidarán bien !Necesito ir contigo!
- Entonces lo has decidido...
Selene asintió con la cabeza
- Bien - prosiguió él, resignado - coge todo lo que creas que necesitarás, yo ya estoy preparado.
Selene desapareció en una de las puertas y salió de ella armada con una enorme cruz de cristal con los extremos rematados en oro y ataviada con un vestido blanco decorado con motivos verdes.
- ¿Es todo? - Preguntó él.
- El resto - Selene se señaló la frente - está aquí.
- Entonces vamos.
Tras salir de la Villa, aseguraron la puerta con llave y desaparecieron en la oscuridad de la noche y la cortina de Lluvia, sólo una ventana de la casa permanecía encendida, con una cabecita pelirroja asomandose por ella, viendo cómo los dos cazadores desaparecían en la oscuridad.
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Primer Interludio
Tres días despues de la marcha de Selene y Schneider al nuevo castillo, éste desapareció en una columna de luz, quedando el lugar como si nunca hubiera existido.
Aquello fue motivo de celebraciones, pero dentro de la alegría en la hermandad no podían dejar de reparar en que la pareja de cazadores no había vuelto.
Se inició una investigación en la que colaboraron los cuatro del Cuadro Sacro con el apoyo de la propia iglesia, Dicha investigación duró 6 meses, obteniendo resultados infructuosos.
Finalmente, tras un año de busqueda, se les dio por muertos.
Toda la hermandad se vistió de luto, Marcus Belmont, viendo que había perdido a su segundo hijo, cayó en desgracia, su comportamiento degeneró y se volvió loco, siendo finalmente desterrado y sustituído por un miembro del clan Morris.
Mientras tanto, Simon y Erik crecían junto a los Fernandez y sus dos hijos, Luis y Alicia. Erik dedicó casi la mayor parte de su tiempo a entrenar para mejorar y ser digno de lo que para él suponía ser un Belmont; Simon, más ocioso que su hermano, crecía ignorando los entrenamientos, pero demostró poseer un gran talento con el látigo, no fue hasta que alcanzó la adolescencia y se enamoró de la joven Alicia cuando empezó a tomarselo todo más en serio.
Erik por su parte formó sociedad con Luis, el hijo mayor, que se había convertido en uno de los Vampire Slayer más poderosos de su promoción, obteniendo rápidamente el grado de Maestro; juntos formaron un dúo invencible que por las noches patrullaba la ciudad destruyendo a todo hijo de las tinieblas que se cruzaba en su camino.
Los dos jóvenes Belmont habían crecido tranquilos, honrando la memoria de sus padres.
Nunca habrían imaginado que, exactamente 10 años despues de su desaparición, iba a comenzar una aventura que cambiaría sus vidas para siempre.
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Mañana, mas