A las ocho de la tarde chica de rojo decide que quiere ser piloto.
No tiene más que un avión de papel y las ganas de un niño pequeño de tocar las nubes.
Mira al cielo con los ojillos entreabiertos, "¿lloverá?". Un avión de papel es ligero, y frágil, ¡cuán frágil!, un roce poco certero podría poner en peligro toda la estabilidad del pájaro, y hacer del trabajo de papiroflexia el fracaso de la salsa del poeta.
Pero chica de rojo arriesga y con las manos toma impulso, vuela en su avión de papel, cruza el viento y las estrellas y va dejando estelas de mariposa en el aire.
Ya no se ve, es un punto que se estrella y desaparece en su cosmos infinito.