Mira un segundo a vuestro alrededor. ¿Ves ese móvil, ese reloj, esa consola, esos videojuegos, ese televisor, esas bombillas, esos bolígrafos, esa taza de Mickey Mouse y esa tarrina de deuvedés donde tienes almacenado porno desde 1997? ¿Estás usando cualquier aparato -no hablemos ya de un ordenador- para leer este mensaje? ¿Llevas ropa puesta?
Pues bien, si todos esos artículos se hubieran fabricado cerca de casa y de manera respetuosa con el medio ambiente y con las personas que trabajan en su manufactura, te habrían costado el triple. Si no existieran países como China, que son a la vez productores de todas nuestras mariconadas y estercoleros de los residuos que generan, o tendríamos toda esa montaña de mierda bajo nuestros pies o nos tocaría renunciar a consumir tantas chorradas y a cambiarnos de móvil cada dos por tres.
Sobra decir qué opción hemos elegido.
Escrito desde un portátil que cuesta tres veces más que el salario medio chino.