El primero no tiene arreglo. Se ha juntado con malas compañías, se ha dejado los estudios, se mete en peleas cada 2 por 3, sale un viernes y con suerte aparece un domingo por la noche...
El segundo aún lo pillas a tiempo. Es un vaina, y seguramente se ríen de él en el colegio. Tampoco sacará buenas notas. Y si algún día fuese el jefe infiltrado a su trabajo de repartidor de pizzas, le daría un cheque de 3000 euros y un billete a Japón para conocer la tierra de sus personajes favoritos. Porque siempre le ha hecho ilusión, y porque nunca ha salido de su provincia. En definitiva, a la larga te dará menos problemas.