Pequeña flor que nace,
fresca, bonita y coloreada.
La primavera es tu madre
no tengas miedo que ella
te protege de todo mal.
El calor es tu abrigo,
la tierra tu alimento
y el olor tu mejor labor.
Vive feliz tu juventud que
el otoño se acerca.
El frío otoño viene para
llevarte de entre nosotros,
aún eres joven pero tu hora llegó.
Tus hermosos petalos se caen,
tu recio tallo se dobla ante
nuestra mirada impasible e impotente,
resiste joven flor, coge mi mano,
intenta resurgir de ese dolor,
lucha, se fuerte, no te rindas.
El otoño pasó, y aunque mermada
sigues en nuestro jardín.
Sin prisa pero sin pausa llega el fin.
El invierno llega a tu corazón,
la lucha entre tu herido corazón y el frío
del quitavidas es imponente,
y el jardinero no hace nada,
no tiene valor, está abstraido por un miedo descomunal.
Tal pavor lo ha llevado a la muerte
en nuestro pensamiento, y tu fin
se acerca.
El invierno se hace fuerte, y tu, marchita flor,
muy débil.
Tu sufrimiento es el nuestro y
tu llanto es el mío y
su misericordia la de nadie.
Sin saber como ni porque te decimos
adiós bella flor, marchitada por la
oscura sombra de la triste noche,
arrancada de este bello jardín sin piedad.
ADIÓS, bella flor, no te preocupes,
que una vida sólo se va cuando es olvidada,
por eso tu siempre seguirás en mi invernadero, porque
NUNCA TE OLVIDARÉ.
Le dedico esta poesía a mi hermano de 17 años que en paz descanse.