Dos científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) han desarrollado un método que multiplica por diez la velocidad de transmisión de datos en cables de fibra óptica. Esta gran mejora de la capacidad se basa en la reducción del espacio entre los pulsos de luz emitidos para enviar información, y no necesita alterar el propio cable de fibra.
Aunque la fibra óptica permite enviar datos a gran velocidad cubriendo enormes distancias, la tecnología se ve limitada por la necesidad de "alinear" los pulsos de luz uno detrás de otro a una distancia mínima para no crear interferencias. Tal como explica Camille Brès, una investigadora de la EPFL: "Desde que apareció en los 70, la capacidad de datos de la fibra óptica se ha multiplicado por diez cada cuatro años, debido a un flujo constante de nuevas tecnologías. Pero en los últimos años hemos tocado una especie de techo, y científicos de todo el mundo han intentado superarlo".
Hasta ahora se habían planteado diferentes soluciones para el límite de capacidad de la fibra, pero todas implicaban renovar la infraestructura existente. La solución de la EPFL tan solo modifica el modo en el que funcionan los emisores. Con la nueva tecnología es posible superponer parcialmente los pulsos de luz para aprovechar los espacios que antes quedaban libres, aumentando así el ancho de banda notablemente.
Brès explica que la sincronización de pulsos es casi perfecta con este método: "Estos pulsos tienen una forma que es mucho más puntiaguda, haciendo posible que encajen entre sí, un poco como encajan las piezas de un rompecabezas. Todavía existe un poco de interferencia por supuesto, pero no en los sitios donde realmente leemos los datos".
La idea desarrollada por Camille Brès y Luc Thévenaz no es nueva, pero hasta ahora nadie había conseguido llevarla a cabo sin echar mano de sofisticadas infraestructuras. Los investigadores suizos utilizaron un simple modulador láser para "peinar las frecuencias" hasta conseguir varios pulsos que se pudieran multiplexar con diversos espectros rectangulares.
Además de aprovechar la infraestructura instalada, el profesor Thévenaz asegura que la tecnología está totalmente lista para utilizarse, es relativamente barata y podría incluirse en un simple
chip: "Hasta parece demasiado bueno para ser cierto", reconoció el científico.