Visibles y con transiciones entre mapa y combate rápidas, odio perder tiempo en tonterías como animaciones de presentación de personajes y enemigos, la primera vez mola, pero cuando llevas 50 combates empiezas a tener ganas de prender fuego al juego y lanzarlo por la ventana.
Y ya los juegos en los que por cada ataque especial o magia te cascan una animación de varios segundos (¡o minutos!) es que no los puedo ni ver.
En efecto, los Final Fantasy no son santo de mi devoción.