Como decir "te quiero"

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Hola a quien lo lea.

Cada vez que la mujer sujetaba la taza del té con la mano, silbaba en La menor al ardiente líquido y bebía un poco, el vendedor de gafas para sordos no podía entender por qué el suelo y las paredes se volvían del revés. Era algo extraño y a pesar de ello una sensación de lo más familiar. El barrendero que luchaba contra la entropía con fe ciega pensaba en como conseguir que el ratón que anidaba en su almohada cambiara su hogar de sitio. Él no era hombre de violencia ni diálogo y no quería hacer daño al pobre animal ni tapoco tratar con él, por ello de entre muchos de los planes que había ideado estaba el de cambiarse él mismo de casa. El hijo de la mujer que silba para enfriar el té miraba a un pulpo que le miraba desde la mesa de al lado. El pulpo no había elegido del todo bien su consumición y ahora se debatía entre tomarse de un trago el carajillo de cutty shark o intentar una astuta estratagema para convertirse en delfín. Entre los dos árboles que esperaban a la siguiente glaciación del bosque que hay a las afueras de la ciudad había un pañuelo de color rojo, enredado entre grandes hojas de helechos que se mecen con la brisa del viento que provocaban las expiraciones del gigante que dormía tumbado en el suelo fresco del bosque. En el sueño del gigante había una manecilla que se le clavaba en la entrepierna a cada movimiento, por sutil que fuera, que hacía. En el país de las brujas habían comprado los derechos de cada mirada de soslayo y calculaban hacerse multimillonarias en muy poco tiempo. El revisor de tren aprovechaba los últimos días de miradas gratuitas con cada escote, culo y mirada de cada mujer. En el lavabo del tren dos amantes se miraban sin amarse, en cada estación uno abofeteaba al otro. En el planeta más próximo una piedra no tenía la más mínima dificultad en conocer, reconocer y aceptar su condición y esencia implícita de piedra. Y en la pizarra dos puntos suspensivos esperaban a un nuevo amigo.

Un saludo.
Me recuerda, creo, a otro texto tuyo que también es así como una ráfaga transversal de un momento en algún mundo. Surrealista y con detalles poéticos como lo de silbar en la menor (yo pondría La menor, que es nombre propio de la nota).
Te has dejado junto un "por qué" ("no podía entender porqué el suelo") y creo que los momentos en que pasas a usar el presente desconciertan bastante al lector, que ya se ha situado como receptor de una historia que alguien cuenta, no que alguien vive (no sé si me explico bien).

A mí me ha gustado y parece que no soy el único (aunque me pierdo con respecto al título :-) ).
A mi me perdonáis pero no opino sobre el texto ya que no he entendido nada por más que me he esforzado. Solo te diré que silbar es con b. Un saludo! Y a ver si algún día me atrevo yo con algo
Hola a quien lo lea.
Gracias por los comentarios y leerlo. Ahora corrijo un par de cosas.
Un saludo.
3 respuestas