Capitulo 8: Confesión.
La luz se filtraba por las rendijas de la persiana. En el centro de la salita estaba colocada una mesa lujosamente labrada, a su alrededor cuatro sillas completaban el escaso mobiliario. Sentados en lugares opuestos, el jefe de sección y Robert mantenían una reposada charla mientras Geera y Ed les miraban sin mediar palabra. Al acabar las formalidades, el jefe cambio de posición en la silla. Los asuntos importantes requerían de una mayor solemnidad.
-Os he hecho volver y supongo que os debo una explicación- comenzó a hablar, a lo que los tres jóvenes asintieron con la cabeza –lamento el secretismo que rodea la actual labor de la Corporación pero era necesario. Podéis imaginar que el asunto de la mina es algo más que un problema con la fauna autóctona...
El hombre bajó la mirada durante unos segundos y prosiguió:
-Nos estamos arriesgando mucho con la extracción de este material que vosotros utilizáis, reporta grandes beneficios pero también problemas y gastos. Nuestra Corporación no es la única interesada en sus propiedades y en estas ultimas semanas, el talante de los incidentes nos hace pensar que en este planeta han hecho acto de presencia algunos de nuestros competidores. No me andaré con rodeos, están intentando arrebatarnos la explotación.
-Pero eso no es posible- aseguró Robert completamente excitado, -tienen que respetar los acuerdos de reparto-. Su rostro se empezaba a teñir de rojo por el nerviosismo y su hermana le sujeto el antebrazo.
-Pues me temo que así es y lo peor de todo es que están acabando con la vida de muchos hombres para alcanzar sus propósitos. Nos quieren echar de aquí a nosotros y quieren desmontar la colonia de Sufhion, que como sabes esta gestionada por la propia Corporación-, parsimoniosamente se levantó de la silla y se dirigió hacia la ventana, separando con los dedos las finas laminas de la persiana, -pero hay algo más.
Robert se levanto también de la silla y se situó a la altura de su jefe. Ed por su parte resoplaba ante la actitud de su compañero, sus aires de superioridad le alteraban los nervios.
-El proyecto S.A.C. del que sois parte no fue desarrollado por nosotros, sino que pertenece a la industria militar. Supongo que ya os imaginabais algo así porque nosotros no tenemos una división de desarrollo. Un alto mando nos ofreció un nuevo trato, una manera de acabar con nuestros rivales de manera...permanente- los ojos del hombre se entrecerraron.
Geera se puso de pie bruscamente mientras apretaba los puños con fuerza –Creo que no sabe lo que dice, conozco muchas personas que trabajan para otras Corporaciones, son la competencia, pero no nuestro enemigo.
El jefe de sección giró la cabeza. Ahora entrecruzaba los brazos y respiraba pesadamente. Su vista se centro de nuevo en el exterior, donde las vistas eran magnificas gracias al color rojizo del sol.
-Esto os sobrepasa a todos. Han empezado una guerra, han acabado con muchos de nuestros hombres. No pretendo causar bajas innecesarias, pero debemos finalizar esta situación- culminó el jefe de sección.
-Entonces para qué nos envió a combatir con los Zarnas, acaso trataba de ver si el entrenamiento había sido efectivo- preguntó Robert.
-Ni mucho menos, simplemente necesitábamos fondos para poder costear los gastos del proyecto que el ejercito estaba desarrollando para nosotros. No se demasiado de él, mis superiores me han filtrado gran parte de la información. Solo conozco el nombre clave: A-00. Todos esos mecenas privados han costeado la totalidad del importe que se nos pedía.
Ed, que era el único que quedaba sentado se levantó también, encaminando sus pasos hacia la puerta. Giró lentamente el picaporte, como a la espera de alguna orden, pero al no recibir ninguna abandonó la sala mientras farfullaba un improperio que fue fácilmente audible para los presentes.
En el preciso instante en que se cerró la puerta, un zumbido sacudió el bolsillo del pantalón del jefe de sección. Metió la mano en el mismo y extrajo un aparato negro con una pequeña bombilla en su parte superior. Una luz rojiza parpadeaba insistentemente atrayendo la atención de los dos hermanos.
-Es la señal- anunció el jefe de sección. El Mayor Philips ha puesto en marcha su expedición, debéis reuniros con el en tres horas, os indicaré el punto...
-Y una mierda, yo no me voy a prestar a esta basura- interrumpió Geera, que se encontraba con el rostro desencajado. Tras mirar a Robert meneando la cabeza abandonó la sala con un portazo.
Robert se mantenía impertérrito esperando ordenes, pero no podía ocultar el desasosiego que sacudía su cuerpo, -Señor, prosiga por favor-.
El jefe de sección sacó una carpeta lacrada de un cajón de la mesa. El sello de la corporación aparecía impreso en un lateral. Con la mirada triste se la entregó a Robert.
-Aquí tenéis las ordenes, trata de hacerles entrar en razón. No nos queda mucho tiempo y tenemos que proteger esta colonia. Confío en ti muchacho, tu nunca me has fallado.
Tras concluir su discurso se dio media vuelta y continuo mirando a través de la ventana. Una bandada de pájaros cruzaba el horizonte y mantuvo su mirada fija en ellos hasta que los perdió de vista. Robert abandonó la sala con el sobre en la mano. No paraba de dar vueltas a todo lo ocurrido, tan ensimismado iba que tropezó con un asiento que se encontraba a un lado del pasillo. Sentada en ese sofá estaba Geera, con los ojos levemente enrojecidos. Ed se encontraba de pie a su lado con la mano puesta en el hombro de la joven.
-Seguro que me odiáis, pero tenemos que acatar los ordenes-, comenzó Robert –parece ser que está en juego algo más que un interés económico, las vidas de todos los ciudadanos dependen de nosotros.
Geera y Ed parecían no escucharle. Robert se sentó al lado de su hermana mirándola a la cara.
-Si se organiza algo gordo lo mejor que podemos hacer es tratar de estar allí, al menos para evitar muertes innecesarias. Una vez que tengamos entre nosotros ese proyecto ya idearemos una manera para evitar la confrontación. No me falléis vosotros, os necesito.
Ed bajo la vista aun más y apretó el hombro de su compañera. Al levantar la vista de nuevo cruzó la mirada con Robert y asintió con la cabeza.
-Vale, abre ese sobre y cuéntanos lo que tenemos que hacer- le animó Geera.
Su hermano alegró el semblante y rompió el sobre con cuidado. Tres impresos de diferentes colores se encontraban en su interior. Separó el que era de tono amarillento y comenzó a leerlo evitando las partes innecesarias. A los pocos minutos conocía los detalles de la misión, una misión de escolta, y el punto de encuentro, un claro en la jungla a varios kilómetros de allí. A simple vista era algo sencillo, pero al parecer había un alto riesgo de que algún comando de otra Corporación tratara de secuestrar el proyecto para sus propios fines. Pese a todo, la resistencia no podría ser tan elevada como para no ser capaces de repeler el ataque de unos cuantos hombres armados y algún vehículo de combate.
Por un instante sus ojos se abrieron como platos, si no había ningún error de imprenta el cargamento en cuestión era de carácter biológico y para más señas se trataba de un ser humano bajo el código A-04.