ése mismo dia decidimos que cogeriamos un gatito de la calle y nos lo llevariamos a casa. Pensamos que ya que habiamos quitado la vida a uno, lo menos que podiamos hacer era salvarsela a otro.
Dos dias después, escuchamos unos maullidos en el parking de debajo de casa, y con unos prismaticos vimos que habia una gatita pequeñita de muchos colores que se habia caido en un canalón, y que su madre no la podia sacar de ahí. Esa gatita era Cuca, la segunda que tuvimos (después de Nina, la primera, que no la recibió con mucho agrado, a pesar de que luego se lo pasaran bomba las dos). Bajamos corriendo al parking, y la cogimos. La pobre estaba temblando, y no paraba de maullar. La llevamos a casa y le dimos leche, justo para descubrir que todavia no sabia tomar leche del plato.
Acabamos yendo a una tienda de golosinas, en las que vendian aquellos biberones de juguete con caramelos dentro. Ya lo adivinais, no? Le dimos la leche con uno de esos. Fue estupendo. Lo que no fue estupendo fue luego, cuando nos acordamos de que estaba llena de pulgas...
Esta fué la segunda de una grandísima serie de gatitas que tuvimos en casa. Hablo en pasado, porque Cuca esta en el cielo de los gatos, los 15 años que tenia y una especie de cancer en su barriguita se la llevaron para allí hará un año y medio (todavia tengo la fecha apuntada en el Palm), pero toda ella fueron alegrias. Incluso la vez que se cayó por la ventana de nuestro ático y sobrevivió (8 PISOS!!!
), creo que ahí se le largaron como mínimo 5 vidas de un solo golpe...
Luego de Cuca vino Tita, otra gatita de color negro muy maja, y Pepa, una blanca y negra preciosa, y el ultimo fichaje, Lola, una persa gris que no para de dar guerra. Ya veis, uno al que le molan esos bichos peludos que andan orgullosos como felinos que son y que de vez en cuando, nos alegran el dia dejandose acariciar.