Allí donde estés…
(Porque te siento...) Sé que puedes oírme, escúchame… Necesito hablar contigo, sólo contigo… Sé que las circunstancias te han quitado el mando, las ha habido muy complicadas últimamente. Pero sé que sigues ahí, no sé exactamente dónde estás, pero sé que me escuchas y me reconforta hablar contigo. Ven, dame la mano, tranquila. Olvídate de todo, no dejes que lo que te ha enterrado te impida ser tú misma aquí, estamos solos.
Que alegría ver tus ojos brillar de nuevo. Sí, así, muy bien, no dejes de sonreírme. Sé que me quieres y que no quieres alejarte de mí y luchas porque eso no ocurra, me alegra que me lo confirmes con otra sonrisa, aunque no lo dudaba. Por eso estoy aquí, no sé muy bien dónde, hablándote. Sólo quiero darte ánimos y algún consejo. No dejes de luchar cariño, eres extremadamente fuerte y me has demostrado que puedes mover montañas por mí. Si sales victoriosa nos volveremos encontrar, ya en la vida real. Podremos volver a abrazarnos como hacíamos antes de que perdieses el control de la situación. Confío en ti y en tu fuerza, así que esperaré a que recuperes el control, seguro que lo harás.
Déjame ver… Veo que conservas todos los recuerdos, ¿te los has quedado para ti? Imagino que te da miedo perder el control también de los recuerdos y que pasen al olvido. Muy bien cariño, guárdalos, son tuyos. Son míos. Son nuestros. Nunca has perdido la sonrisa, ¿verdad? No sabes cuánto me alegro, estoy ansioso porque puedas volver a palpitar a solas con toda tu fuerza, que es infinita. Yo mantengo el control y nunca lo perderé, estoy seguro. Me he hecho más fuerte e inexpugnable. Tú en cambio te has visto superada por la situación. No te preocupes, no me pongas esa carilla, tranquila, no te lo reprocho. Así me gusta, vuelve a sonreír.
Sí, lo sé. Claro que te quiero, no vuelvas a dudarlo o dejaré de hablarte. No… No te asustes joder, que es broma. Debes entender a la parte que nos ha dejado y recordar que me sigues teniendo, igual que a mi me ayuda saber que sigues ahí. ¿Aun tienes cosquillas? ¡Tranquila! Estate quieta que no te voy a hacer nada; me ha gustado notar tu risa de nuevo. No tengo nada que hacer, espero que puedas echarme un cable, recuerda que te estoy esperando. Me aburre y desespera la situación, pero confío en que conseguirás enderezar el rumbo porque sé que eres igual de fuerte que yo, me lo has demostrado y aun ahora puedo sentirte.
Hace unos días que trabajo demasiado, de manera brusca, no paro de latir con demasiada fuerza. Intento llamarte, a ver si consigo que me oigas, pero es más fácil hablar así que a base de “bum bum!!”, ¿verdad? ¡No te rías! Estoy hablando en serio, no te burles de mí. Lo sé, yo a ti también. Me ha gustado besarte de vez en cuando últimamente, veo que cuando te pones insistente recuperas el control y llevas el mando durante unos instantes. No te canses, no pierdas esas energías, recuerda que las necesitaremos para el futuro. Me despido ya, no pierdas la sonrisa, te ayudará. Recuerda que confío en ti, no me falles. Sí, lo sé, yo también. ¿Que “yo también” es feo? Aish… Ahí tienes:
Te quiero.
Y te espero (y te echo mucho de menos).
<< De mi corazón a su medio corazón, su amor >>