Situación: examen de semántica inglesa, Universidad de Valencia. Protagonistas: becario de los cojones al que todos odiamos que me ha visto el libro debajo de la mesa y yo, que por una vez en mi vida no me estaba copiando. Ah, y el resto de los alumnos -digamos 100- mirando anonadados la escenita.
Becario: Eh, tú, sí, sí, tú.
Yo: ¿Es a mí?
Becario: ¿Qué tienes debajo de la mesa?
Yo: Los apuntes... como todos.
Becario: Te estabas copiando
Yo: ¿Me has visto?
Becario: Pues claro.
Yo: Imposible, si fuera a copiarme me habría hecho chuletas en lugar de traerme un libro fotocopiado.
Becario: Pero vamos a ver... ¿tú te crees que soy tonto?
Yo: ... (silencio sepulcral)
Yo: ¿Me lo puedo pensar y te respondo después del examen?
Becario: Fuera de aquí.
Yo (dándole el examen): Vale, pero rellena tú solito la línea del nombre porque a mí no me ha dado tiempo.
En septiembre saqué un 8, pero tendría que haber ido a por el sobresaliente... cosas que pasan. Por cierto, me llevé el cuento de un cervatillo para ponerlo debajo de la mesa, pero como había menos gente que en junio y no hubo que dividir a la gente en varias clases, no vino mi becario favorito y se me fastidió el plan
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