Sobre Crónicas Marcianas:
Saboreo en estos días de tranquilidad –casa alejada del murmullo de éste, nuestro siglo XXI– la poesía admirable incluso después de tanto tiempo de Ray Bradbury, plasmada en los relatos que conforman la novela de Crónicas marcianas. Mientras me sumergía por sus traviesas páginas, olfateaba el dulce aroma del campo, el olor a la inminente primavera, con el sol golpeándome desde lo lejos, y la fragancia del jazmín embriagando el pequeño jardín. Las páginas eran devoradas como si fuese mi único alimento, y yo una fiera salvaje que lleva días sin comer. Hacía tanto tiempo que no encontraba en un libro tanta poesía aglomerada que una agradable sensación se ha adueñado de mis ojos cada vez con más ahínco, y del silencio que compartía mi dulce tránsito por aquellas tripulaciones que viajaban a Marte, por los sueños de los marcianos y los de nosotros los terrícolas, la belleza inalterable de unas colinas azules y unos seres de ojos amarillos.
Reconozco que aún no he terminado el libro, si acaso sólo llevo unas deliciosas cien páginas leídas, pero ya sé lo que va a venir después, y si no me lo espero sé que será aún mejor de lo que he percibido ya. Cuando uno lee algo que ha sido escrito con amor y cariño, con esmero y dedicación, con arte y naturalidad, se le transmite con rapidez y encuentra en esos textos la paz que quizá en otros lugares es imposible de ver o incluso de soñar. Se aventura, como hago yo en estos relatos, y se siente en paz consigo mismo y con el mundo, porque comprende que la vida es hermosa y puede estar llena de cosas geniales, y ésta es una de ellas; un clásico que ya ha pasado a la historia de la ciencia ficción, pero que no sólo los neófitos del género deberían leer, sino todo aquél que quiera descubrir literatura y poesía al mismo tiempo, también debería hacerlo. Hacía mucho tiempo que no me pasaba el quedarme tan hipnotizado con un texto como para no querer dejar ni una de sus líneas, ni una coma, ni un acento, ni un punto ni una metáfora ni un silbido ni un diálogo. Creo que por ahora no tengo mucho más que decir.