[Cuento] Segunda parte de "El niño vampiro": "La venganza"

Publico el último párrafo de la primera parte del cuento "El niño vampiro" para que entendáis que estoy escribiendo.

Sin pensarlo, por instinto, trepó al roble como si fuera un gato y desde allí, saltó a la espalda de la joven. En el momento en que clavaba sus colmillos en la piel blanca de la muchacha sintió una explosión de placer que a su corta edad jamás había experimentado.

Era como su padre, era un vampiro.


Seguna parte:

La venganza

Stephen estaba exhausto; y con la luz de sol que comenzaba a despuntar por el horizonte, decidió ir a dormir. Pero, ¿dónde? A su casa no podía ir, no quería ir.

En esos momentos, sus instintos gobernaban sus actos. No era él, era su sangre que actuaba en ese momento; él, Stephen, era un autómata que se regía por sus instintos.

Y los instintos lo guiaron hasta una casona.
No lo podía creer: desde las sombras que proyectaban los frondosos árboles sobre la calle a causa de los faroles que había sobre ésta, vio a su padre, a Giampaolo, entrar en la casona. ¿Acaso los vampiros se reunían para dormir todos juntos?

No obstante vio algo que lo sorprendió aún más: la casona no era tal, era una iglesia que estaba en ruinas, con las ventanas tapiadas por tablones de madera pintadas de negro. Los símbolos: vírgenes y cruces habían desaparecidos.

Después que vio a Giampaolo entrar a la iglesia, Stephen decidido que aquel sitio era propicio para cometer venganza, para matar a su padre por lo que le había hecho a su madre, a la dulce Jayne. Una gota de sangre corrió por la mejilla del niño; se sentía impotente, como un niño —lo que era él—; no obstante, en su interior, casi ya no lo era.

Su cuerpo era pequeño pero su mente era de una persona milenaria por los recuerdos de quién lo convirtió. Sus sentimientos era los de un niño pero amplificados al máximo. Él se creía dueño de Jayne y Giampaolo se lo arrebató. Merecía morir.

Un gorila; sí, un gorila, no un hombre que parecía un gorila, lo miró de arriba abajo. Usaba solamente un saco negro y una corbata roja. Sin mediar palabra tomó con sus manotas la solapa del abrigo del niño y acercó a su nariz la boca del muchacho. Sus enormes fosas nasales se dilataron. Lo soltó. Sin decir media palabra, señaló la entrada.
El niño entró.

Los habitantes de aquella iglesia estaban acomodándose en sacos de dormir; gracias a Dios (¿Dios?) no en ataúdes. Vio a su padre a lo lejos.
Afuera, el sol, tibio, alumbraba la ciudad y los cantos de los pájaros eran los sonidos que en esos momentos se escuchaban a desprecio de los vehículos; que, muchos de ellos, perezosos, salían de sus cuevas denominadas estacionamientos.

De una mesa, el niño tomó un saco de dormir azul oscuro y lo tiró sobre la fría superficie de mosaicos que adornaban el suelo. Se acomodó adentro. Tenía que esperar el momento propicio.

***

Un enorme reloj de cuerda colgado en lo que había sido el altar de la vieja iglesia, dio la dos de la tarde. La gran mayoría de los vampiros estaban durmiendo. El gorila vampiro comenzaba una nueva ronda, vigilando a los humanos vampiros para que no se atacasen entre ellos.

Dos y diez. Stephen salió de su saco; aspiró hondo. Miró a su izquierda, una hilera de muertos vivos dormían plácidamente; lo mismo sucedía a su derecha. Incautos. Pasó el gorila. El niño se tuvo que esconder detrás de una columna. El animal dilató sus fosas nasales; si el corazón de Stephen hubiera estado funcionando, habría tenido palpitaciones. El gorila movió su enorme cabeza apesadumbrado. Stephen se sentía a salvo, por ahora.

Su padre estaba debajo del reloj, cerca de una muchacha que parecía modelo por lo alta, por su delgadez y sus senos medianos y turgentes. Su tez era blanca como el marfil y de sus carnosos labios rojos sobresalían las puntas de sus colmillos. Esa vez, a diferencia de lo que sucedió en el parque, sintió una punzada de deseo carnal, no alimenticio.

El niño no podía matar a su padre con sus propias manos; no era tan fuerte. En la entrada de la iglesia había visto una serie de armas blancas, probablemente de vampiros milenarios que el gorila vampiro había requisado a la entrada de la iglesia. Stephen tomó prestada una vieja espada. Iría a matar a su padre. No sentía remordimientos.

Continuará…
0 respuestas