Cuento "Ya no más"

Posteo este pequeño cuento sobre un tema bastante, por desgracia, actual. Espero sus opiniones.

Ya no más, me dije. Me encontraba sentada alrededor de la mesa de formica del comedor diario de casa. Llevaba un vestido suelto y sobre éste, un delantal rojo con rombos azules. Hacía poco había puesto a hornear una tarta de zanahoria. En aquel entonces, estaba sentada, esperando que llegara.

De la mesa del comedor diario tomé una caja de cigarrillos. Había dejado de fumar hacía varios años, pero desde que me uní a él comencé de nuevo con el vicio. Lo odio por eso y por cosas aun peores. También, desde que empezamos a vivir juntos, he ido al hospital.

Todo se inició cuando lo despidieron del trabajo. Era mecánico de un taller del centro que cambió de firma. Los nuevos dueños echaron a los viejos trabajadores para colocar a sus hombres de confianza. Buscó un nuevo empelo, pero nadie lo quería; verán, tenía antecedentes penales. Entonces, comenzó a beber fuera; el segundo paso fue regresar ebrio a casa. Faltaba muy poco para que sintiera bien consigo mismo golpeándome a mí.

Recuerdo la primera golpiza: había regresado del bar (por cierto, antes había estado recorriendo la ciudad, diario en mano, pero cuando los futuros patrones le pedían que les acercara los antecedentes policiales, él, mi compañero, sabía que estaba perdido, que no lo irían a contratar). Yo me encontraba terminando de cocinar la cena, había hecho pastel de carne. No me había acordado que a él no le gustaba el pastel de carne a base de papa, pero si hecho con masa. Cuando le puse el plato encima de la mesa, gritó: “¡Eres una put@!”; dicho eso, arrojó el plato al suelo. Desconcertada rompí en llanto. Eso pareció irritar a aquel hombre que ya no era mío, que era del alcohol, de la noche y los bares de la ciudad. “No sirves para nada”, me gritó hecho una furia, una con aliento a cerveza. Se paró, tiró la silla en la que instantes antes estaba sentado y con la mano abierta me pegó en la cara. Un hilito de sangre brotó de la comisura de la boca. Eso lo enloqueció aún más y entonces, esa vez con la mano cerrada, me golpeó en las costillas. Tuve que ir al hospital, y por primera vez mentí acerca de lo que me sucedía en casa. ¿Por qué no lo dejé la primera vez que me aporreó? No lo sé. ¿Por qué no lo dejé la segunda vez? Tampoco lo sé; ¿y la tercera?, menos todavía. Pero ya no. O es él o soy yo. No estoy en condiciones de ayudarlo. Le he escrito una carta; la dejé en un lugar seguro, cerca de su botella de whisky. Tengo mi valija cerca de la puerta de entrada; me iré y no regresaré. Ya no más golpes.
Está bien pero me habría gustado que describieses más cómo se siente la protagonista al estar ahí, porque eso ha de ser un nido de emociones arriba abajo. Por lo demás me ha gustado y me ha recordado a la película: Te doy mis ojos.
Supongo que habrás querido decir empleo (no empelo, vamos creo yo xD).
Por lo demás [oki]
No me ha gustado mucho, quizá porque el tema que tocas es muy típico (desgraciadamente). Tampoco me gusta tu forma de escribir; por ejemplo leer ese "por cierto, antes había estado..." me ha sonado como si Neruda hubiera introducido un wtf, omg o lol en uno de sus poemas. Aunque ahora que te releo, en sí toda la frase de (por cierto, antes había estado recorriendo la ciudad, diario en mano, pero cuando los futuros patrones le pedían que les acercara los antecedentes policiales, él, mi compañero, sabía que estaba perdido, que no lo irían a contratar) me parece que es demasiado larga y podrías volver a escribirla para hacerla menos confusa. Tampoco entiendo por qué en gritó: “¡Eres una put@!” has puesto una arroba (se me hace muy raro verla en un relato, dicho sea de paso). Pero bueno, es mi personal y humilde opinión. Práctica y lectura es lo que te puedo recomendar ; )
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