Buen artículo encontrado en un blog que no cito para no dar publicidad pero que va dirigido a los "despiertos" o como otros los llaman "conspiranoicos".
Es el siguiente.
El mundo no funciona como la gente se cree que funciona. La gente vota mayoritariamente a un partido de derecha o a uno de izquierda, que se supone que tienen objetivos radicalmente opuestos. Esto no es cierto. Los partidos funcionan como el payaso de la nariz roja y el de la cara blanca. A unos les hace gracia uno, y a otros el otro. Pero luego está el jefe de pista y el dueño del circo. Al jefe ...de pista también lo ve el público y pueden creer que de algún modo dirige la función, pero el que la dirige de verdad es el dueño del circo, al que nunca ven.
El dueño del circo tiene una hoja de ruta y esa hoja de ruta se sigue inexorablemente, gobierne quien gobierne. Y sólo contrata payasos y jefes de pista que sean manipulables. Dicho sea de otro modo, todos tienen que tener un cadáver en el armario. Homosexuales que se avergüencen de serlo, padres de familia infieles que teman el reproche de sus hijos, pederastas, drogadictos, corruptos, violadores, prevaricadores, etc.
De modo que si el dueño del circo le pide algo a los payasos, éstos no le puedan venir con tonterías. Como decirle que tienen que consultárselo a los espectadores, que son los que pagan. Tienen que obedecer al dueño y no se hable más. O de lo contrario estallará alguno de los escándalos que hay bajo la alfombra, y que los medios de comunicación se encargarán de airear "ad nauseam", hasta que el payaso se doblegue. Entonces, con la misma rapidez con que apareció, el escándalo desaparecerá o será sustituido por otro que no tenga nada que ver con el anterior. Una guerra, un accidente, etc. Si no hay guerra ni hay accidente, se provocan, no hay problema.
Ahora supón que el cargo de jefe de pista fuera hereditario. O puesto a dedo, pero no por el actual dueño del circo. Con lo que tiene un jefe de pista al que no puede presionar.
Entonces, hay que meterle en un lío. Se le invita a una fiesta con alcohol; en la siguiente hay alcohol y mujeres; en la siguiente hay alcohol, mujeres y sexo; en la próxima hay mujeres más jóvenes; en la siguiente ya son adolescentes; viene otra con cocaína; en otra se juega "como si se pegara a las mujeres"... Y poco a poco, si el jefe de pista no lo corta de manera radical, cuando se quiere dar cuenta está pegando a crías menores de edad, abusando de ellas... etc.
Si entonces el dueño del circo le pide algo al jefe de pista, éste no puede negarse. Porque si se le ocurre contestar que él es el jefe de pista y toma sus propias decisiones, porque manda sobre todo el personal del circo, entonces se va a enterar de quién manda de verdad.
Un día de tantos, después de una de sus juergas extremas, el jefe de pista se va, esperando que los que le han invitado se ocuparán de arreglar el problema de las jóvenes o niñas de las que ha abusado y a las que ha pegado. Pero, de repente, se encuentra con que aparecen unas niñas muertas y vestidas. Se da cuenta que en los cuerpos y en los vestidos están sus huellas biológicas: está en manos de sus "anfitriones" para siempre.
Encima, la prensa, la radio y la televisión, que también están en manos de sus "anfitriones" empiezan a dar una publicidad desmesurada al tema, e incluso sacan varios programas en los que aparecen los familiares diciendo que todo es un complot "de los de arriba."
El jefe de pista ata cabos y comprende que el dueño del circo está detrás de todo. Se viene abajo y cede ante el chantaje, cumpliendo con lo que se le exigía, fuera lo que fuese.
En ese momento, los medios dejan de apoyar a los familiares. Se busca un cabeza de turco y los familiares, antes justicieros, pasan a ser conspiranoicos. Todo arreglado. El tema nunca vuelve a salir en la prensa. El dueño del circo sigue al mando, y el jefe de pista y los payasos siguen con sus empleos. Todo el mundo contento.
El público tarda poco en olvidarlo todo y sigue con lo de siempre, divirtiéndose con los trapecistas, el domador de leones, los malabaristas... y discutiendo acaloradamente sobre si es más gracioso el payaso de la cara blanca o el de la nariz roja.