He aquí un sugerente título para que no escape ni uno de todos esos depravados que se pasan por aquí y apenas leen unas líneas. Hoy hablaremos de las mujeres, de cómo dejan de ser niñas para convertirse en mujeres, de lo difícil que es el trance y todas esas cosas. Para ello, nada más científico y acertado que echar un vistazo a que leen y analizarlo concienzudamente.
Echaremos mano de la hemeroteca de mi hermana, aprovechando que está en otro país. De esta manera he podido tener acceso a una montaña de revistas de corte adolescente y también de las de ya más mujer. Tomaremos como ejemplo de las primeras lo que tengo por aquí a mano, la revista Ragazza; y para la segunda, una torre de Cosmopolitan, la publicación de la mujer de hoy.
Pero bueno, vamos a empezar ya, que si no luego esto queda muy largo y no lo lee ni Perry. Cogemos la revista Ragazza, publicación orientada a chicas entre los 14 y 16 años aproximadamente. ¿Qué es lo que preocupa a las chicas a esa edad a juzgar por los contenidos que leen? Pues a juzgar por lo que veo aquí: sexo, tíos, sexo, horóscopos, sexo, celulits, sexo, grasa corporal y, por si no lo había dicho ya, el sexo. Por si no lo sabíais, las niñas de 15 años van más salidas que el mango de una cacerola. Como os lo cuento. Teniendo en cuenta que a los 15 años yo estaba jugando a los Clicks de Famobil (no veas cómo surcaba los mares de la piscina el barco pirata
), no sé cómo ninguna niña ninfomaniaca no aprovechó para abusar de mí a tan tierna edad y retirarme del mundo de los muñecos de plástico.
Veamos; he cogido 10 revistas al azar. Analicemos las portadas:
En 7 de las 10 portadas aparece la palabra "sexo", y no son 8 porque una de las revistas no tiene portada. Los títulos que acompañan a la palabra SEXO en Arial 22 son: "Estoy embarazada", "Descubre las diferencias entre ellos y nosotras" (espectacular), "Tus dudas más íntimas resueltas", "Dónde acudir si tienes un problema", "Tus zonas erógenas" (más de una habrá tenido que echar de diccionario a tan tierna edad), "Contestamos a tus preguntas más íntimas", "Sexo: Un dossier potente con todos los secretos de los tíos", "Dossier sexo: ¿Das la talla?". Espectacular choque con la realidad para todos aquellos que hayan crecido sin un hermana, ya sea mayor o pequeña.
Pero eso no es lo mejor de todo. Lo mejor es que lees por ejemplo el "Dossier potente con todos los secretos de los tíos" y te descojonas vivo. "11 chichos responden a 16 preguntas prohibidas" reza el reportaje, y efectivamente, 11 panolis sacados de la cloaca más cercana responden con frivolidad a sandeces del calado de: "¿Cuánto tiempo esperas para que una chica se acueste contigo?", "Al día siguiente de haberte acostado con una chica, ¿la llamas?", "La primera vez que tienes relaciones sexuales con una chica, ¿qué esperas?", "¿Te acostarías con una tía que tuviera el periodo?", "¿Cuál es la mayor guarrada que te puede hacer una tía?" o mi favorita "Haciendo el amor con tu novia de dos meses (pedófilo cabrón), se te escapa un pedete. ¿Qué haces?". Acojonante, ¿eh? ¿Para qué poner educación sexual en el colegio cuando hay revistas que explican a las niñas todo lo que necesitan saber para crecer psicológicamente equilibradas? Esto es como cuando mis padres dicen que es un milagro que hayan salido cuerdos a pesar de los esfuerzos de los curas en el colegio por conducirlos a la esquizofrenia.
Una de las cosas que me llaman la atención es que, para la pandilla de cretinos que responde a las famosas 16 preguntas, las chicas no son chicas, son "tías". Por otra parte, parece que con 15 años lo único que se pueda hacer en el mundo sea follar como descosidos. Yo, a mis 15 años, jugaba a fútbol entre dos bancos con una lata de cola-loca chafada, pegaba perdigonazos a mis air-gay-mboys y veía los dibujos de la tele. No pensaba en el sexo más que cuando me levantaba emancipado por la mañana bajo el yugo de la naturaleza. ¿Era yo un panoli? Posiblemente, pero tuve una infancia sana y duradera, cosa que no pueden decir muchos.
Pero en fin, entonces... ¿qué hacen las "tías" de 15 años cuando no están follando? se preguntará uno Pues bueno, a juzgar por los contenidos de estas revistas, básicamente se preparan para follar: se cortan el pelo a la moda más sensual, se aseguran de que este año se van a poner moradas de mete-saca consultando su horóscopo, consultan cuáles son los atuendos más provocativos para la primavera-verano y siguen regímenes de prisionero de Zenda para estar lo bastante buenas para que venga un gilipollas y les quiera dar un viaje. Con razón a los padres les salen úlceras. Del trabajo, no te jode. Por otra parte, parece que cuando las niñas no hacen ninguna de todas estas cosas, entre rato y rato se tocan como locas descubriendo zonas erógenas aparte de las ya documentadas. Los niños sí que lo tuvimos difícil, que tuvimos que crecer sin manual de instrucciones. Menos mal que las niñas aprendían por todos. Y lo mejor, la "Guía para volverlos locos". Coño, resulta que las instruyen en el arte de sacarnos de nuestras casillas. Si es que claro, como leen desde pequeñitas, juegan con ventaja en todos los frentes.
Pero bueno, llega un momento en que toda niña se convierte en mujer. No sé exactamente en qué consiste eso de convertirse en mujer, pero el caso es que sucede. En ese instante, las revistas de quinceañeras que le han acompañado durante el doloroso proceso de la adolescencia son una porquería, y su mente demanda algo de más nivel. Es entonces cuando compra Elle, Woman o, para nuestro estudio, Cosmopolitan. ¿En qué se diferencian estas publicaciones de sus hermanas menores? Enfermera; bisturí.
Cogemos 10 revistas más de la hemeroteca de mi hermana (como lea esto me capa, pero es en pro de la ciencia). En cada portada hay una tía buenísima, eso es siempre igual. Buscamos la palabra sexo y comprobamos que en 8 de las 10 portadas se repite el tema, y en las otras dos el palabro se sustituye por "sexy" y "sexuales". Vamos, que como habíamos visto, las "mujeres" de 18 años, al igual que las de 15, no piensan más que en el mete-saca, pero de una manera desmesurada; día y noche a juzgar por lo que leen. Ahora se explica ese repertorio de botes de champú y lociones con formas fálicas en la repisa del baño. No se os ocurra abrir el cajón de las verduras en la nevera si hay pepinos y ronda una "mujer" de 18 años, porque el tema acabará en desgracia.
Dicen que los tíos estamos salidos, y no hay verdad más pública y más fehaciente. ¿Sufren las "mujeres" de 18 años esas urgencias de la naturaleza? Tanto hablar de sexo y darle tantas vueltas parece como lo de "Perro ladrador, poco mordedor". ¿Realmente hace falta tanta información como devoran? Las hay que después de terminar con estas revistas jamás vuelven a estudiar tanto sobre un mismo tema en toda su vida.
Algunas de las portadas: "¿Por qué se considera mágico el número 69?" (Dios, baja a ver esto), "¿Jugamos a las pelotas?" (¡y esto!), "¿Sabemos de qué hablamos cuando hablamos de sexo?" (menos mal que de vez en cuando se paran a reflexionar), "13 posturas inesperadas", "Elogio encendido del rapidito" (este último me lo voy a tener que leer para entenderlo). Vamos, que si las niñas de 15 van más calientes que el asfalto de la plaza del pueblo el mediodía de un 3 de Agosto, las portadas del Cosmopólitan explicarían algunos casos de lo que en el terreno paranormal se denomina "Combustión espontánea".
Pero el sexo no es lo mejor de estas revistas, no. Bueno, sí pero no; miremos una con detenimiento. Para empezar todas tienen un test: "¿Eres demasiado impulsiva o un pez frío?". Recuerdo aquellos años en los que los tests los confeccionaban sesudos psicólogos. En estas revistas fichan al primer gilipollas que pasa, que podría ser incluso yo mismo, y las preguntas son tan obvias que uno ya sabe si es un pez frío antes de contar la puntuación.
Lo que es espectacular es que cada una de estas revistas está trufada de tías buenísimas. Viendo una de estas publicaciones parece que no hay feas en el mundo. Desde la portada a la sección de moda, pasando por cada uno de los anuncios de las páginas impares, en cada página viene una cierva semidesnuda en posición sugerente. Uno le pega una ojeada a la revista y acaba como una moto. ¿Cómo no va a haber chicas que echen la papilla después de cada comida si están viviendo en un mundo en el que no existen porque no hay más que tías cómo trenes? Por el amor de Dios.
Mi dentista tiene en la consulta una revista que debe de ser algo así como el equivalente al Cosmopolitan pero en la versión masculina. Desgraciadamente no recuerdo el nombre, pero uno la lee y se parte la caja. "¿Cómo ser un tigre en la cama?", "Lo que les gusta a las nenas", "Lo último para esos abdominales", etc etc... y en cada página impar un tío con pinta de estar enfermo, todo pelón y lleno de bultos sin duda originados por alguna grave dolencia.
Supongo que habrá flipaos como mi dentista que lean esa revista con fruición y se crean lo que dicen, y se compren las camisas que salen y esas lociones para desatascar poros (que por lo visto se atascan), pero una persona normal no puede leer una revista así y tomarla en serio. A mí me resulta imposible. Explícale a M.A. cómo desatascarse los poros y verás que hostia te arrea. Y dile a Aníbal cómo controlar a su jefe, que se te va a descojonar en la cara.
Un tío normal es incapaz de tomarse una revista así en serio. Sin embargo, las mujeres están orgullosas de leer cosas como Cosmopolitan o Woman, revistas que exhiben como bandera de una revolución que, si tienen que luchar con esas armas, van dadas. Revistas repletas de sandeces y tests que les van a solucionar la vida. Revistas que incitan bien al lesbianismo o a la bulimia, porque esas ciervas hinchables que ponen en las páginas impares no pueden simplemente pasar desapercibidas. En fin, que podría escribir 100 páginas sobre el tema, pero mejor lo dejo aquí.
Cuánto mal han hecho estas revistas a las mujeres desde la infancia. ¿Cómo sería el mundo de hoy sin estas publicaciones?