De noche...
...Acostado en la cama, arropado con la sábana de los recuerdos tiene entre las manos su móvil arcaico, de luces verdes y pantalla a dos lineas. Lo coge como un tesoro, pues dentro de él hay los más preciados recuerdos. Y con mucha nostalgia abre la tapa y revisa sus mensajes. Guarda algunos de incluso años de antigüedad: con historias diversas y variopintas, todas pero, relacionadas con amor.
...Su móvil, su viejo móvil, alberga palabras de personas que ya no están. Eso le entristece, y piensa desnudo, si vale la pena retener artificialmente aquellas letras que juntas, le producían sensaciones tan placenteras. Clica y clica, recorriendo párrafo a párrafo aquellas ilusiones, aquellas promesas, los deseos, las ansías y los sueños.
...Llora, simplemente llora, y ya no distingue pixel ni sprite, tan sólo divisa una mancha negra, borrosa, una luz tenue de color verdoso, que le ilumina en su refugio, en su tienda de campaña nocturna, tapado, acurrucado en posición fetal bajo 200gramos de puro algodón.
...Poco a poco la carpeta recibidos va adelgazando, se desprende de las banalidades y de las faltas efímeras más recientes. Perdurarán para siempre los más intensos, los más queridos, los más llorados y sufridos. Sentimientos en 2k de memoria? Qué genialidad! Sufrimiento por 6 caracteres y un espacio...? algo desolador.
...Una vez terminada la catarsis, con la boca entreabierta: emitiendo sonidos, suspirando llantos, cierra la tapa, mira la hora, la luz se apaga, y con ella la sesión termina. Coloca el aparato en la mesilla, se aleja de la humedad dejada en la almohada, y cerrando los ojos fuertemente, imagina sintiendo de nuevo la intensidad vivida, así se duerme nuestro niño, hasta un nuevo día.