Construir, destruir,
renacer y morir.
Vivir y morir en un sólo y efímero acto de melancolía.
Caer al vacío y helarse, dormirse ante la monotonía.
Y romper el espejo del sueño,
sangrar, arrodillado, ante la demencia del mundo;
salir de tu tumba, y en medio del olvido
vivir un destino del que no soy dueño.
Sentir el helor de la oscura aura en la que te recluyes,
pensar, quieto, en el mal del cual huyes,
en ese dolor que hará que tu corazón sucumba;
para vivir esta mierda, mejor volver a la tumba.